El latín y el griego no están muertos: suben las matrículas en la carrera mientras caen en las lenguas vivas
En una década han bajado un 25% los inscritos en primero de Filología Inglesa en España y un 45% en otros idiomas, al tiempo que subían un 26% en Clásicas
¿Qué está pasando en el campo de las filologías? Los estudios de inglés, la lengua franca que los jóvenes deberían dominar, vivió un apogeo, pero sus matriculaciones en primero de carrera no paran de descender en España, según los datos oficiales del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades: un 25% en una década, desde que se estableció el Plan Bolonia que permite a cada universidad crear grados nuevos. También vive un declive del 34% Lenguas modernas y aplicadas, una titulación surgida entonces, y la caída es del 45% en otras lenguas (francés, alemán o árabe), pese a que los expertos señalan que el desarrollo de la inteligencia artificial va a necesitar trabajadores multilingües. Y, sin embargo, Clásicas, por la que pocos apostaban, está renaciendo: la carrera matriculó el pasado curso en primero a 540 personas, un 26% más que en el 2014/2015.
En la Universidad de Sevilla, por ejemplo, los inscritos de Filología Griega y Latina en primero han subido de 60 a 80 en un año (20 hacen el doble grado con Filología Hispánica). El catedrático Francisco J. González Ponce, exdecano de Filología y profesor del grado, lo resume en una frase: “Es un enfermo con salud de hierro”. Cuando él empezó la carrera en 1982, también se daba por muerta y lo mismo habían oído los que eran sus docentes 40 años antes.
“En el caso de Clásicas creo que [el auge] tiene que ver con la muy buena labor que hacen nuestros colegas de enseñanzas medias. Desde hace mucho tiempo casi todos son especialistas allí”, ensalza el experto en griego a los profesores de instituto. “Y a eso se une la vocación. El latín es una lengua muy difícil, porque es muy abstracta, pero es nuestra lengua y, cuando abrimos la puerta y empezamos a entender, el latín es un torrente de sabiduría que nos viene encima y que, por supuesto, nos ilumina para nuestra lengua”, prosigue con entusiasmo. “Y nos abre una puerta no solo a la sintaxis y la lingüística, sino a toda una cultura, la romana, que no conocemos muy bien. Lo mismo ocurre con el griego. Al fin y al cabo, lo que Occidente es hoy se lo debe al paulatino conocimiento de las lenguas clásicas y eso los estudiantes los perciben”.
Cada mañana, desde Mairena del Alcor (municipio sevillano de 23.000 habitantes), cuatro chicos toman el autobús hacia la capital de la provincia. Cursan primero de Filología Griega y Latina, y una quinta vecina está ya en tercero. Todos fueron bachilleres en el instituto Los Alcores, donde un profesor de Latín, Manuel Muriel, les inoculó el amor por las lenguas clásicas. “Es muy flipao, nos contaba la mitología con mucha intensidad y consiguió atraernos”, cuenta con gran admiración Mario Jalón, que pensaba decantarse por Historia. Es muy gráfico en su argumentación: “Aquí se viene con mucha vocación porque, si no, no te interesa lo que dijo un tío hace 2.000 años”. Al final se pone serio: “No se puede conocer el presente sin entender el pasado. Estas culturas son la base de nuestra civilización”
Patricia Martínez, decana de la facultad de Filosofía y Letras de la Autónoma de Madrid, también destaca la labor de los profesores de secundaria. “Contagian su pasión. El ejemplo es Irene Vallejo [autora de El infinito en un junco]; dice que no hubiese estudiado Filología clásica sin el entusiasmo de su profesora de latín”. En la UAM, donde las cifras de inscritos en Estudios clásicos y de la antigüedad se mantienen estables, combinan el estudio del latín y el griego con el conocimiento de la historia, el pensamiento o arqueología y hasta pueden estudiar sumerio, acadio y lengua egipcia, porque extienden el conocimiento a Oriente Medio. “Eran pueblos muy conectados”, explica.
González Ponce cuenta que las ratios de empleabilidad en Andalucía son más altos en Clásicas que en otras filologías porque en unas oposiciones a secundaria, aunque salgan pocas plazas, hay pocos candidatos. El curso, incluso, hubo vacantes de bajas que no se podían cubrir. La decana de la UAM, especialista en Filología Francesa, cree que en Madrid podría también crecer el número de plazas por las jubilaciones de muchos docentes de golpe. “Además, las carreras hoy, salvo las humanidades, forman muy poco a las personas. Lo nuestro es un estudio integral del fenómeno humano en todas sus vertientes ―artística, moral, creativa...― y los recursos humanos de las grandes empresas han empezado a apreciarlo”, defiende el exdecano.
La decana de la UAM sostiene que la caída de matriculados en las lenguas modernas está vinculado a su práctica desaparición en los institutos. “Si no las conoces, no pueden ser un polo de atracción”, sostiene. Y recuerda su enorme su utilidad. “Estamos muy equivocados si creemos que podemos comunicarnos con el traductor del móvil. Hablar dos o tres lenguas además de la materna casi te garantiza un trabajo de alta calidad. La inteligencia artificial requiere trabajadores multilingües que entiendan cómo funciona el lenguaje y que tengan un conocimiento intercultural”. La Autónoma oferta el Grado en estudios de Asia y África ―con itinerarios de japonés y árabe― con un índice de empleabilidad del 90%. Son muy atractivos en el campo del comercio internacional o las relaciones internacionales. “Las filologías modernas se siguen relacionando con la enseñanza secundaria, a pesar de que los datos de empleabilidad, en los últimos años, muestran una diversidad de salidas en los egresados”, remarca.
En Sevilla las matriculaciones en Filología Inglesa o Filología Hispánica, cuenta su decano José Javier Martos Ramos, se mantienen estables “por el tirón de las oposiciones de secundaria”, mientras caen en otros idiomas. “En Filología Alemana o Filología Italiana, con el cambio a Bolonia (2014/2015), hubo un repunte y se volvió a cifras de finales de los años noventa, pero hace cuatro o cinco años ha empezado a bajar”. Y le han buscado un revulsivo creando la titulación Lenguas modernas, con una lengua principal (árabe, alemán o italiano) y una segunda (francés o literatura hispánica). “A su vez, pueden acercarse a otras áreas de conocimiento mediante módulos de especialización en inteligencia artificial, lengua forense, lingüística clínica, aprender a enseñar lenguas modernas...”, explica el decano, especialista en alemán. “Su presencia es fundamental en la IA ―alguien tiene que explicar cómo funciona la lengua―, hay que hacer peritajes lingüísticos, se necesitan mediadores para el mundo árabe...”.
“Necesitamos que los grados sean transversales y reconocer que tienen una importancia clave en la gestión de muchos conocimientos”, opina Martos Ramos. Y para ello cree que ha resultado “fundamental” el decreto de ordenación de las titulaciones universitarias de 2021, que impulsa esta transversalidad entre las diferentes áreas de conocimiento, y que le consta que se busca en muchas universidades, no solo la de Sevilla.
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