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Consejos para recuperar la rutina perdida en la vuelta al cole: “Es positivo retomar el horario y las responsabilidades de forma gradual”

Adaptar progresivamente la hora de levantarse y de acostarse o entender y validar las emociones de los más pequeños son algunas de las recomendaciones de los expertos para afrontar el final de las vacaciones veraniegas

Primer día de clase en un colegio público de Madrid, en una imagen de septiembre de 2023.
Primer día de clase en un colegio público de Madrid, en una imagen de septiembre de 2023.Mario Bermudo
Pau Alemany

Tras más de dos meses de vacaciones, millones de estudiantes empiezan a vislumbrar en el horizonte la vuelta a los colegios y a los institutos. Será a principios de septiembre —el día exacto depende del nivel educativo y de la comunidad autónoma— cuando se abran las puertas de nuevo y comiencen las clases. Así que, a pocos días del inicio, las familias se apresuran para recuperar un elemento clave perdido durante todo este tiempo: la rutina. Y restablecerla será más sencillo si se siguen una serie de consejos como la adaptación del horario del sueño los días previos al inicio o el repaso de los conocimientos adquiridos el curso anterior.

Hay factores de la rutina que durante los meses de verano se vuelven más irregulares, como las horas de levantarse y de acostarse, que suelen retrasarse; el aprendizaje educativo o la alimentación. Aunque el desbarajuste es mayor o menor dependiendo de cada familia, es recomendable empezar a regularlo unos días antes de empezar el colegio, según la psicóloga infantil Silvia Álava. “Es positivo ir retomando el horario escolar y las responsabilidades de forma gradual durante la semana previa, porque la rutina les viene bien, especialmente a los más pequeños, y les transmite seguridad”, argumenta. Además, aconseja enfocar la vuelta al cole como un hecho “positivo” y evitar frases que la relacionen con un momento aburrido.

Las dos hijas de Do Pons, de 14 y 7 años, empezarán el próximo 9 de septiembre en un instituto de Teruel y en un colegio de un pueblo cercano, Alfambra, respectivamente, así que su madre ya les está advirtiendo de que tendrán que acortar la hora de acostarse estos días. “Como han sido las fiestas del pueblo, les he dejado más libertad, pero ahora nos toca ponernos ya en serio”, comenta Pons, de 46 años y natural de Alfafar, en Valencia.

Durante los meses de verano, la sensación de ser libres del tiempo es mayor para los niños, comenta la psicóloga infantil, de ahí la importancia de volver a recuperar el orden. “No tiene sentido que dos días antes de la vuelta sigan con un horario muy desfasado”, advierte. Es por ello que Pons quiere recuperar poco a poco estos días los tiempos habituales de cenar a las nueve y el acostarse a las diez. “Las dos suelen levantarse temprano, pero aún así, cuando empiece el curso, tendrán que adelantar el despertador”, comenta.

Otra de las principales preocupaciones de las familias es que sus hijos no hayan perdido en exceso el nivel académico con el que terminaron el curso tras los tres meses de descanso. Aunque cierto retroceso es normal, según cuenta la directora de investigación de la Fundación Bofill —una entidad que elabora estudios de política educativa desde la perspectiva de la equidad—, Mònica Nadal, “hay estudios que evidencian que el apagón veraniego se reduce notablemente cuando los niños hacen al menos tres semanas de actividades con valor educativo”. Pons ha apostado por reforzar las Matemáticas y la lectura de sus hijas durante las vacaciones y les ha comprado un cuaderno de actividades.

Para revertir el desenganche de los estudios que se produce en mayor o menor medida en función de cada familia, tanto Nadal como Álava aconsejan dedicar los días previos al inicio de las clases a repasar los conocimientos del curso anterior de manera general con los hijos y también consideran que sería adecuado hacerlo en los colegios y en los institutos. “Serviría para nivelar las posibles diferencias producidas durante las vacaciones y para evitar que la brecha crezca año tras año”, comenta Nadal.

Víctor Rosen Martín, maestro de infantil en una escuela valenciana, cuenta que, en su caso, envía una lista de actividades académicas recomendadas para hacer durante el verano. Son lúdicas y de carácter voluntario. “Intentamos que sean lo más específicas posible en función de las necesidades de cada alumno. Si uno presenta dificultades motoras, por ejemplo, los ‘deberes’ son que hagan rutas de montaña o que vayan en bicicleta. O si tiene déficit de atención, les instamos a que lean libros”, explica, y añade que “las mejoras son significativas cuando las familias pueden y hacen caso”.

Cuando reciben a los niños de tres años que empiezan por primera vez en el colegio, dedican las dos primeras semanas a hacer una adaptación escalonada. “Reducimos el horario y dejamos que los padres les acompañen, sobre todo durante los primeros días, para que el choque no sea tan brusco”, explica Martín. Ante las posibles reticencias de ir al colegio, la psicóloga infantil recomienda “validar sus emociones” comprendiendo sus sentimientos y “darles estrategias para que lo entiendan y lo acepten”. “El enfoque tiene que ser hacia lo positivo, decirles las cosas buenas de volver al colegio, y a la vez entender que, si lloran, es normal”, esgrime.

Que el apagón veraniego sea de mayor o menor calado depende en buena medida de la realidad socioeconómica de la familia. “Son tres meses cruciales para el desarrollo del niño en los que depende de lo que la familia les pueda ofrecer”, comenta la directora de la Fundació Bofill. Nadal considera esencial una buena oferta pública de actividades con valor educativo y su promoción para que las familias sean conscientes de las posibilidades que existen. “Tienen un potencial enorme tanto de aprendizaje como de integración social”, arguye.

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