La atracción fatal de la carrera de Criminología: 2.500 graduados al año pese a que solo hay trabajo para la mitad
El título duplica sus alumnos en siete años y suma los mismos que Periodismo y Sociología juntos
No hay año que no aumente el número de alumnos en el grado de Criminología, aunque el empleo dista mucho de estar garantizado para los 2.500 titulados que salen al mercado cada curso. Los mismos que la suma de todos los futuros veterinarios, ingenieros agrícolas y forestales, ámbitos con alta empleabilidad. En el curso 2015-2016 se matricularon en Criminología ―con unas expectativas laborales limitadas― 10.100 estudiantes, la mitad de los inscritos este curso que acaba de terminar (21.100), los mismos estudiantes que en los grados de Periodismo y Sociología juntos. Este crecimiento exponencial está muy relacionado con su implantación a distancia ―cuatro veces más alumnos en ocho años (de 2.700 a 10.500 inscritos)― y el interés en las series policiacas. Se imparte en 38 universidades (21 públicas y 17 privadas), frente a las 32 de 2015.
Las notas de acceso al grado de Criminología el pasado curso dan idea de su tirón. En la Universidad Complutense de Madrid se pidió un 11,9 sobre 14, y cifras parecidas en Murcia, Sevilla y Granada. Adela Erades, de 25 años, no entró en Psicología y optó por este grado en la Universidad de Alicante, “por la falsa concepción de [la serie] CSI”, reconoce. “No tiene nada que ver. En criminalística intentan averiguar qué ha pasado en la escena del crimen, pero en la carrera lo que se estudia es la prevención del delito, la reinserción y el tratamiento”, explica Erades, que ha sido presidenta de la Sociedad Interuniversitaria de Estudiantes de Criminología (SIEC). Es un grado muy feminizado: 12.800 mujeres frente a 8.400 hombres.
En muchas ocasiones Criminología se compagina dentro de un doble grado junto a las carreras de Derecho, Psicología, Trabajo Social y Políticas Públicas de Prevención o Ingeniería Informática. Erades no ha intentado trabajar de criminóloga ―“hay empleo entre cero y nada en la empresa privada y, en el sector público, opositas también siendo biólogo, no se valora”, razona―, pero no se arrepiente de haber estudiado la carrera. Ahora cursa Derecho con la idea de ser abogada.
“La criminología es una disciplina muy nueva, sin la tradición de otras. Hay contenidos de derecho, psicología, economía, estadística... Cuando salen, saben de muchas cosas, y a veces puede dificultar”, reconoce Javier Sánchez Bernal, profesor de derecho penal y coordinador del grado de en la Universidad de Salamanca (USAL), una de las pioneras. En la carrera hay también temas de sociología, medicina legal o ciencias de datos. Salamanca llena sus 145 plazas en primero de una atacada, el rendimiento es bueno (aprueban el 80% de las asignaturas) y tienen acuerdos para hacer prácticas en la policía, la Guardia Civil y ONG (Proyecto Hombre, Cáritas...). “Hay mucha expectación porque conocen determinadas series policiacas”, reconoce. La intención del coordinador es incluir más asignaturas vinculadas a la tecnología y la ciberseguridad, un evidente nicho de empleo.
El Colegio Profesional de la Criminología de la Comunidad de Madrid publicó en febrero la encuesta Estudio de salidas profesionales 2023, que muestra el desajuste entre la demanda de plazas y las necesidades del mercado. El 19,9% de los graduados están trabajando como criminólogos y un 33,9% ocupa un puesto relacionado con la profesión. Además, el 27,2% ha trabajado como criminólogo alguna vez y el 45,3% en algo vinculado a ello. Estas cifras han sorprendido para bien al colegio. “Son datos de inserción laboral muy superiores a otros que hemos visto antes y a lo que nos podíamos imaginar”, valoró su vicedecano Abel González en la presentación del análisis.
Pero en conversación con este periódico, González califica de “desmesurada” la oferta universitaria. A los 38 grados de Criminología en el catálogo de los campus, recuerda, se suma la carrera de Criminalística en Alcalá de Henares ―con mucho contenido de matemáticas, física o balística― y los grados de Seguridad, cuyo “80% del contenido es el mismo”. “La inserción laboral nos preocupa”, reconoce el vicedecano, que imparte clase en UDIMA (Universidad a Distancia de Madrid). Hay trabajo en el campo de la docencia universitaria, la asesoría criminológica, la prevención del fraude empresarial o los peritajes. Pero también hay espacio para ellos en la seguridad privada, la violencia de género, la ciberdelincuencia, la prevención en colegios, el compliance (cumplimiento normativo), la delincuencia juvenil o la investigación científica.
González, sin embargo, precisa que gran parte del alumnado se concentra en dos centros on line que gradúan a muy pocos inscritos: 6.200 en la Universidad Nacional a Distancia (UNED), que tituló a 233 en 2022; y otros 1.900 se matriculan en la Oberta de Catalunya (119 titulados en 2022). “Criminología la cursan muchos miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado por la facilidad que supone, es la más adecuada para su desempeño profesional”, explica el vicedecano del colegio. “Además, entre el 70% y el 75% de los que acceden a la carrera desde Bachillerato está pensando en opositar a instituciones penitenciarias, a policía, Guardia Civil o policía local. Les interesa porque lo que ven a lo largo de la carrera, es el temario de las oposiciones”.
Sánchez Bernal coincide en que Criminología era la carrera “predilecta” de los policías, pero habla en pasado porque desde este curso recién terminado la USAL oferta el grado en Estudios Policiales por un convenio con la Academia de la Policía de Ávila. El título sirve para que los agentes en ejercicio puedan promocionar.
Rocío Garví, de 25 años, a diferencia de Adela Erades, no es fan de series policiacas, sino de suspense y psicológicas, como Mindhunter. También estudió el grado en la Universidad de Alicante y un máster en intervención criminológica en la Universidad Miguel Hernández de Elche que asegura apenas le ha servido. “Era un repaso a la carrera, porque está abierto a educadores, juristas, psicólogos... ¿Qué aprendí, un 10% nuevo?”. En sus prácticas en la Fundación Diagrama, dedicada a la intervención psicosocial, diseñó un plan de prevención de conductas contra el colectivo LGTBI en centros de menores que imagina no se ha puesto en marcha. “Se queda todo en algo muy teórico”, se lamenta.
Garví se planteó mudarse a Cataluña, donde a su juicio se valora más al criminólogo, pero llegó a la conclusión que no merecía la pena cambiar toda su vida por un trabajo. Ahora prepara unas oposiciones de ayudante de instituciones penitenciarias para las que solo necesita ser bachiller, pero tiene la intención de, una vez dentro, escalar y trabajar con el equipo de educadores.
El colegio de criminólogos ha comenzado a recoger firmas para promover una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para lograr que se regule la profesión, pues cree que el Ministerio de Justicia ha bloqueado sus intereses. Sostienen que si se crea la figura profesional, será más fácil su inclusión en las administraciones públicas (cárceles, juzgados, oficinas de atención a víctimas, el Instituto de Medicina Legal o los centros de menores).
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