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Colegios públicos que abandonan el bilingüismo: “Es un engaño, los niños ni aprenden inglés ni las materias”

Casi 90 centros de primaria y secundaria de Castilla-La Mancha, Castilla y León y Navarra salen del programa y vuelven a dar las asignaturas en español por los problemas de aprendizaje de los alumnos

Miembros del equipo directivo del colegio público Dos de Mayo de Castejón (Navarra), el único centro de esa autonomía que ha abandonado el programa bilingüe en inglés.
Miembros del equipo directivo del colegio público Dos de Mayo de Castejón (Navarra), el único centro de esa autonomía que ha abandonado el programa bilingüe en inglés.PABLO LASAOSA
Ana Torres Menárguez

A Rubén García, maestro de 39 años, le inquieta tener que recurrir a la diva del nuevo country estadounidense Taylor Swift para enseñar Ciencias Naturales. Él da clase en un colegio público bilingüe de Valladolid y la primera vez que sus alumnos miran el dibujo de un tipo de ave originaria de África en su libro de texto, ven escrita al lado la palabra swift, que es vencejo en inglés. A los chavales, que están en primaria, les resulta complicado retenerla y por eso el profesor busca referencias anglosajonas que puedan recordar, como la famosa artista de Pensilvania. Igual que otros maestros, cree que el programa bilingüe en España no está bien planteado. Identifica dos grandes problemas. El léxico y la gramática de los libros de texto de ciencias van más avanzados que los de la asignatura de inglés en cada uno de los cursos, por lo que los alumnos no tienen el suficiente nivel para interiorizar lo que leen. Eso los conduce a tener que memorizar sin poder deglutir los contenidos.

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Su colegio, el Antonio Allúe Morer, es uno de los siete centros públicos que han abandonado el programa bilingüe en Castilla y León (de los 374 que lo siguen) desde su puesta en marcha por la Junta en el curso 2006-2007. No es la única autonomía en la que colegios e institutos se están bajando del bilingüismo: en Castilla-La Mancha ya son 80 los que han abandonado el modelo (de un total de 271) desde que la Junta lo lanzó en el curso 2005-2006; y en Navarra (donde 114 centros están adheridos) un colegio ha conseguido por primera vez la luz verde del Gobierno para renunciar al programa a partir del próximo curso (allí comenzó en el 2010-2011).

En todas las comunidades el requisito para dar marcha atrás es conseguir el consenso del claustro de profesores y del consejo escolar ―donde están representados los docentes, las familias y los alumnos―.

¿Qué está fallando para que una de las grandes apuestas educativas de partidos políticos de diferente color pinche? Antonio Cabrales, investigador de la Universidad Carlos III y coautor del informe Evaluating a bilingual education program in Spain (2017), cree que al exceso de contenidos del currículum español se suma que las asignaturas se den en inglés con docentes que no son nativos. “Hay que prescindir de algo y esa decisión no se ha tomado”, añade.

El bum del bilingüismo no ha parado desde que las comunidades autónomas lo lanzaran a principios de los 2000, permitiendo a los centros públicos y concertados adherirse de forma voluntaria. De los 240.154 alumnos matriculados en esos programas en el curso 2010-2011 en las diferentes autonomías (excepto Cataluña que no ofrece datos), se pasó a 1,4 millones en el 2019-2020, un aumento del 498%, según el análisis de EL PAÍS con los datos publicados por el Ministerio de Educación. En España hay 8,2 millones de alumnos en las enseñanzas no universitarias, los matriculados en bilingüe suponen el 17,3%.

Los expertos denuncian la falta de análisis y datos objetivos sobre los efectos en el aprendizaje de los alumnos y acusan a las regiones de usar a los estudiantes como banco de pruebas para cumplir sus promesas electorales. El 95,8% de los alumnos españoles en la red bilingüe ha escogido el inglés como lengua de enseñanza.

Algunos de los detractores del modelo lo son desde que participaron en el programa del Ministerio de Educación de profesores visitantes en Estados Unidos y Canadá. Manuel Quevedo, profesor de Biología en el instituto público Doctor Alarcón Santón, en La Roda (uno de los 80 centros castellano-manchegos que ha abandonado el programa), estuvo un año dando clases de Biología en español a alumnos angloparlantes de Evanston (Illinois). “Allí vi cómo funciona un sistema eficiente, bien diseñado, con unas cinco horas al día en español”, cuenta. La media de los programas bilingües en España es de cinco horas a la semana, más las horas de la propia asignatura de lengua inglesa (tres en sexto de primaria). “Lo que hacemos aquí es una falacia, un engaño, es un bilingüismo falso en el que ni aprenden bien en inglés ni las materias”, denuncia.

En su centro, que renunció al bilingüismo en 2018 (tan solo un año después de que la Junta permitiera a los colegios salirse del programa), se impartía Biología y Educación Física en inglés (la normativa exigía que fuesen dos asignaturas, además de la de Inglés). “Nos equivocamos, vendimos a las familias que era una opción con futuro, que avanzaría poco a poco, pero pasaron los años y no nos llegaban los lectores nativos de apoyo que nos habían prometido… a los profesores solo se nos exigía un B2, insuficiente para dar una clase con solvencia. Queríamos hacer algo serio, pero no teníamos la capacidad”, admite. Después de esa estancia de un año en EE UU, ni siquiera ahora siente la seguridad para explicar a sus alumnos qué es un agujero negro en inglés.

Una de las diferencias entre comunidades es el nivel que se exige a los docentes para dar clase en la bilingüe. Autonomías como Asturias o Andalucía piden un nivel intermedio (B2). Otras, como Madrid, requieren un nivel avanzado (C1).

Aunque las críticas al modelo entre el profesorado se escuchan en muchas autonomías, no en todas hay centros que piden la baja. Madrid es una de ellas. Nuria Gallego, de 35 años, da clase de Valores Éticos en inglés a alumnos de 4º de ESO en un instituto bilingüe de la capital. “En esta asignatura es clave la participación y al no darla en su lengua materna su motivación baja y cuesta mucho crear un vínculo con ellos y que se suelten”, cuenta. Reconoce que hace tiempo que bajó el nivel y las expectativas. De cara al próximo curso, la presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, ha anunciado que reducirá la carga lectiva en inglés en la ESO en asignaturas como Geografía, Arte, Historia o Filosofía.

Pese al descontento, ¿por qué los centros no solicitan volver a la enseñanza 100% en español? Paco Serrano, profesor de primaria en un colegio público de Madrid y autor del documental La chapuza del bilingüismo, cree que un motivo puede ser que los profesores no quieren renunciar al complemento salarial que supone dar las clases en inglés, que va de los 80 a los 170 euros extra al mes, en función de las horas y asignaturas impartidas.

Un modelo que segrega

Ainhoa Reparaz es la directora del único colegio de Navarra que ha salido del bilingüismo, el público Dos de Mayo. “Nos impusieron el cambio, ni el claustro ni el consejo escolar estuvieron de acuerdo”, relata. La normativa los obligaba a impartir Ciencias Naturales y Ciencias Sociales en inglés. “Los chavales se pierden en las explicaciones... no estamos en contra del inglés, pero al final sacrificas asignaturas”. Lo que los llevó a dar el paso definitivo es que en su centro el 50% de los alumnos son de origen árabe. “Si ya les cuesta el castellano, imagínate el inglés”, cuenta.

En la literatura científica hay dos corrientes: una que defiende que el periodo crítico para aprender idiomas va de los cero a los siete años y, por lo tanto, defiende modelos de escuela bilingües, y otra que apuesta por consolidar primero el idioma nativo antes de empezar con otro distinto. En la mayoría de las comunidades, el programa bilingüe empieza en primaria, no en infantil, y ese es el motivo, según algunos expertos, de que no termine de cuajar.

“Falla la forma en la que se da: es una metodología basada en la memorización de listados de vocabulario en inglés, cuando todavía no saben leer bien en español. No les enseñan el idioma de manera natural a través de conversaciones, sino con libros”, lamenta Tais Martín, de 44 años y madre de una niña disléxica a la que tuvo que cambiar a un centro privado porque en su municipio de Madrid no había ninguno público no bilingüe. Una peculiaridad del modelo madrileño es que un decreto obliga a que todos los centros de nueva creación sean bilingües.

¿Qué dicen las investigaciones sobre el rendimiento de los alumnos de los centros bilingües? Un estudio publicado en 2018 por la Consejería de Educación madrileña reconoció que en las pruebas diagnósticas de 6º de primaria, los alumnos de la bilingüe obtenían dos décimas más en la prueba de Matemáticas (que está blindada y se da en español) y 12 más en Lengua Inglesa, pero los mismos resultados en ciencias que los estudiantes de la no bilingüe. Al llegar a 4º de la ESO, según los resultados de las pruebas PISA de la OCDE, esa ventaja en Matemáticas se pierde, pero se conserva la de Inglés. “El lenguaje de la ciencia es el inglés, en las ingenierías, en las matemáticas o en la medicina es imprescindible para la vida adulta. Es un esfuerzo al que hay dar continuidad”, defiende Ismael Sanz, profesor de Economía de la Universidad Rey Juan Carlos, que está a favor del bilingüismo en la escuela. “Ya están llegando a la universidad las primeras generaciones del modelo en inglés y se nota que ha subido el nivel, cada vez podemos habilitar más grados en ese idioma”.

Henar Rubio, directora del colegio Antonio Allúe Morer de Valladolid, ha constatado en sus aulas que sacrificar las ciencias para mejorar en inglés no es una opción razonable. “Se aprenden partes del cuerpo en inglés que luego no saben ubicar, ni entienden qué función tienen esos órganos. Creo que no es la idea de las nuevas generaciones que queremos”, zanja.

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Sobre la firma

Ana Torres Menárguez
Redactora de Juventud. Antes, pasó por las secciones de Educación y Tecnología y fue la responsable del espacio web Formación, sobre el ámbito universitario. Es ganadora del Premio de Periodismo Digital del Injuve (dependiente del Ministerio de Derechos Sociales). Fue redactora de la Agencia EFE y del periódico regional La Verdad.

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