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La gran caída de alumnos que ya está cambiando la escuela

La enseñanza obligatoria habrá perdido casi uno de cada cuatro estudiantes en 20 años. Los expertos temen el cierre de colegios, pero también ven una ocasión para mejorar la calidad

Ignacio Zafra
Colegio Presentación de María, en el centro de Bilbao, que ha anunciado que cerrará a final de curso por la caída de alumnos.
Colegio Presentación de María, en el centro de Bilbao, que ha anunciado que cerrará a final de curso por la caída de alumnos.Fernando Domingo-Aldama

El proceso ya ha empezado por los cursos inferiores e irá a más. En 10 años, las clases del segundo ciclo de infantil, que son los primeros cursos que suele haber en una escuela pública, habrán perdido el 20% de alumnado. En dos décadas, el avance de la onda demográfica habrá hecho perder casi uno de cada cuatro alumnos (23,4) a la enseñanza obligatoria, según la previsión del Centro de Estudios Demográficos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona, basada en datos del Instituto Nacional de Estadística. Una reducción que provocará grandes cambios.

Las previsiones más pesimistas contemplan cierres de aulas y centros educativos, tiempos difíciles para los docentes y un recrudecimiento de la tensión entre las redes educativas pública y concertada que, según algunos expertos, ya ha asomado en las recientes movilizaciones contra la ley Celaá. Los planteamientos más positivos defienden la caída de alumnos como una oportunidad de oro para, sin necesidad de elevar el presupuesto público, aumentar la calidad de la educación, rebajando ratios de alumnos por aula (como ya ha pasado en buena parte del sistema por la pandemia), potenciando los programas de refuerzo o introduciendo a dos profesores por clase. Y si ello no es suficiente para absorber el descenso de estudiantes, añaden, la cascada de jubilaciones que se espera en una plantilla de profesores envejecida mitigará el ajuste.

Cierre de un colegio centenario

En los pasillos del colegio Presentación de María, situado en el centro de Bilbao, que cerrará en agosto tras 162 años de actividad, manda la visión pesimista. La congregación Hijas de la Cruz, su propietaria, ha decidido dejarlo por la caída de la matrícula. “En infantil y los primeros cursos de primaria hay pocos niños, hemos perdido un aula. En los cursos superiores, en cambio, no hay problemas”, dice Rodrigo Abad, profesor de Ciencias. La plantilla, 33 personas entre docentes y demás personal, para un total de 200 alumnos, está tratando de mantener la actividad, “aunque sea bajo titularidad pública”. “¿Si no lo conseguimos? En el País Vasco, las listas de sustituciones de centros públicos demandan gente constantemente. Pero eso es ahora, porque nadie sabe qué va a pasar cuando acabe la pandemia”, añade el profesor.

España alcanzó en 2008, a las puertas de la gran crisis financiera, el mayor número de nacimientos, 519.779, desde 1981. “Por debajo tenemos generaciones cada vez menos numerosas. Y los nacimientos van a seguir decreciendo en los próximos años porque cada vez hay menos personas en edad fértil, y las personas en edad fértil tienen cada vez menos hijos”, afirma Albert Esteve, director del CED.

“Esperamos que cuando las personas que nacieron entre 2000 y 2008 lleguen a la edad de ser padres, pueda haber un aumento discreto, pero la tendencia es que vayan decreciendo. Y todavía más cuando veamos en cifras el destrozo que está causando la covid en la fecundidad. En realidad se trata de una tendencia global, a la que solo escapa de momento el África subsahariana”.

El previsible repunte de la inmigración una vez termine la pandemia y se reactive la economía no cambiará la corriente de fondo, cree Esteve, porque en los últimos años los nacimientos ya han seguido decreciendo “pese a la influencia positiva que ha tenido la inmigración”. Las mujeres de nacionalidad extranjera residentes en España tienen de media 1,59 hijos, y las nativas, 1,17.

La pública y la concertada

“La caída demográfica es el elefante en la habitación de la guerra público-privada que estamos viendo en el contexto de la nueva ley”, afirma el experto en políticas educativas Lucas Gortázar. “La escuela pública ya va a asumir parte de esa caída en zonas rurales, donde apenas hay centros concertados, pero en ciudades medianas e incluso algunos barrios de ciudades grandes, ambas redes van a salir perdiendo. De alguna manera, inevitablemente hay que cerrar aulas, centros y reducir puestos de trabajo. Y eso significa tomar decisiones muy complicadas”, agrega Gortázar, coordinador de educación de EsadeEcPol.

El Ministerio de Educación no espera que, en términos globales, se produzca un descenso acusado del alumnado, porque fuera de las etapas de oferta obligatoria (de tres a 16 años), España tiene margen de crecimiento: aumentar la matrícula del primer ciclo de infantil (de 0 a 2 años), y reducir el abandono escolar temprano (los jóvenes de 18 a 24 que tienen como mucho el título de ESO) mediante la expansión de las matrículas en la secundaria posobligatoria son dos de las grandes apuestas del Gobierno, señala el secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana. Tampoco Miguel Soler, número dos de la Consejería de Educación valenciana, cree que haya que dramatizar: “Si el alumnado cae un 20%, reduciendo la ratio de 25 a 20, estaría solucionado. Y, además, parte del descenso se podrá compensar con jubilaciones”.

Más inquietud muestran los responsables de la educación concertada. “La solución en Euskadi no la tenemos en aumentar la matrícula en Bachillerato y FP, porque no tenemos tasas de abandono del 20% como en otros sitios. Que va a haber una resituación del sistema educativo es impepinable. Lo que hace falta es un plan para no perder los activos, los profesionales que se han formado”, afirma Mikel Ormazabal, director de Kristau Eskola, la entidad que agrupa a la mayoría de colegios religiosos vascos.

La nueva ley educativa da libertad a las comunidades autónomas para decidir la programación de la oferta de plazas educativas. Es decir, para decidir si crear o (si no hay alumnos) suprimir plazas en la red pública o en la concertada. Vicenta Rodríguez, secretaria general de Escuelas Católicas en la Comunidad Valenciana, confía pese a ello en que la Administración muestre sensibilidad: “Tenemos que procurar que la demanda social se respete. Si estamos supeditados a una planificación pura y dura se va a generar mucho enfrentamiento”.

¿Bajar la ratio o poner dos profesores por clase?

Los responsables de la concertada están de acuerdo con el secretario general de Enseñanza de CC OO, Francisco García, en que la mejor respuesta al descenso de alumnos sería aprovechar para mejorar la calidad del sistema: “Lo que hay que hacer es bajar ratios, que están muy infladas desde que en 2012 la aumentó [el entonces ministro José Ignacio] Wert, e incrementar los programas de refuerzo. La evolución demográfica es una enorme oportunidad”, afirma García.

El sociólogo Mariano Fernández Enguita recuerda que en los años ochenta hubo un vaticinio de gran caída de universitarios que no se cumplió porque hubo una “expansión desproporcionada de la demanda, independiente de la población”. Algo que ahora no cabe porque las enseñanzas de oferta obligatoria (del segundo ciclo de infantil a la ESO, de tres a 16 años) es casi universal. Enguita también ve el descenso como una gran ocasión, pero para impulsar el trabajo en equipo de los profesores: “Las bajadas de ratios creo que no solucionan nada. Es mil veces mejor solución tener una clase de 40 alumnos con dos profesores que dos clases separadas con 20”.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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