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Las famosas galletas belgas de Maison Dandoy ya no vuelan

El principal productor de las ‘speculoos’ deja de exportarlas a Japón y EE UU por el impacto medioambiental de estos envíos

Cola para entrar en una tienda de Maison Dandoy en Bruselas.
Cola para entrar en una tienda de Maison Dandoy en Bruselas.Alena Kravchenko (Alamy / CORDON PRESS)
Silvia Ayuso

Caminar por las calles más céntricas de una ciudad belga significa impregnarse de una mezcla de olor a frites, las famosas patatas fritas con grasa de vacuno que le dan ese toque tan distintivo, y de otros efluvios más dulces: desde el chocolate fundido hasta los gofres y, por supuesto, el aroma a canela que domina el sabor de los speculoos, las tradicionales galletas especiadas que acompañan cada café o bebida caliente en este país centroeuropeo. Sobre todo en temporada navideña como la que se avecina, cuando se consumen masivamente en forma de figuras animales o de San Nicolás, el inspirador de Santa Claus o Papá Noel.

La fama de estas galletas, cuyo origen data del siglo XVII y que tiene como ingrediente clave especias en aquel entonces absolutamente exóticas, como la canela, la nuez moscada o el clavo, que traían los navegantes desde Asia, se ha extendido por todo el mundo. Vendidas en vistosas cajas de latón que hacen los placeres de más de un coleccionista, son un souvenir casi imprescindible de quien haya viajado por Bélgica o las zonas fronterizas de Países Bajos, Alemania o Luxemburgo, donde se conocen también como Spekulatius.

Una de las casas que más prestigio han adquirido en este ámbito es la belga Maison Dandoy, que, además de su distribución comercial, cuenta con una docena de tiendas exclusivas en todo el país. Lo que empezó como una pequeña empresa familiar hace casi un siglo se ha transformado en una compañía con ventas en torno a los 50 millones de euros anuales. Hace algo más de una década, decidió dar el salto, literalmente, oceánico, y comenzó a exportar sus galletas, siempre en coquetas cajas, a Estados Unidos y Japón. Una aventura a la que ahora, sin embargo, ha puesto fin, y no necesariamente, o de manera principal, por cuestiones económicas: estas Navidades, los fans de los speculoos de la Maison Dandoy en Japón, donde tenía una filial desde 2012, y Estados Unidos tendrán que viajar a Bélgica a por ellas o hacérselas traer por un familiar o amigo, porque la empresa ha decidido dejar de exportar su producto a estos lugares tan lejanos, preocupada, afirma, por el impacto medioambiental que tienen este tipo de envíos.

Conciencia verde

“No le veíamos ya el sentido de enviar nuestras galletas y otros dulces a las cuatro puntas del planeta”, dice Antoine Helson, uno de los directores generales de la compañía belga. “Tenemos la ambición de ser una empresa regenerativa, lo que significa tener un impacto neto positivo sobre todos los ecosistemas de los que dependemos y sobre los que actuamos (…) porque somos conscientes de que la buena salud de la empresa está íntimamente ligada a la de los ecosistemas con los que interactúa, y que debemos cuidar”, explica por correo electrónico. “Así que dejar de exportar a Japón era una decisión alineada con esta ambición”. Además de haber detenido, desde comienzos de año, los envíos de toneladas de galletas —algo que, recuerda, se hacía por avión, “el transporte que es el mayor emisor de CO2″— al país del sol naciente, estas Navidades, por primera vez, tampoco exportarán por la temporada navideña al mercado norteamericano. Además, desde hace unos años, la tienda online solo hace envíos a “unos países en el seno de la Unión Europea”, concretamente, a los más cercanos a Bélgica.

Cierto es que las exportaciones no son la mayor fuente de ingresos de Maison Dandoy, pero sí le permitían impulsar su imagen exterior. Helson lo ve de otra manera: “Desde un punto de vista estratégico, hacer nuestros productos exclusivos en una parte del globo refuerza la singularidad de la marca y nos saca de ese proceso de globalización excesiva que ha perdido atractivo en los últimos años”. Mason Dandoy da así un paso poco habitual, pero no inédito, al menos en Bélgica. La que abrió camino fue la cervecería Brussels Beer Project. La empresa, que en solo una década de vida ya había extendido su fama a buena parte del mundo, decidió detener las ventas fuera de la UE el 1 de enero de 2023 y reforzar así su proyecto de economía circular. Ambas empresas comparten algo más que convicción medioambiental: juntas, han elaborado una galleta a base de cerveza. De venta en Bélgica, por supuesto.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.
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