Las emisiones de CO₂ de la aviación europea aumentarán un 28% hasta 2050 si no se toman medidas
Un informe presentado en Bruselas advierte de la necesidad de acciones “más decididas y de mayor amplitud” para lograr los objetivos de descarbonización en uno de los sectores más contaminantes
Hace un par de semanas, el normalmente admirado futbolista del Paris Saint Germain Kylian Mbappé recibió un fuerte rapapolvo nacional y hasta internacional por reírse a carcajadas cuando un periodista le preguntó si se planteaba tomar un tren en vez del avión para desplazarse a partidos cercanos. La anécdota es quizás la mejor muestra del profundo cambio que en la opinión pública se está operando sobre el impacto de la aviación en el medio ambiente. Un informe presentado este miércoles en Bruselas confirma que las emisiones de dióxido de carbono de los aviones han seguido aumentando —salvo en el periodo de fuertes restricciones por la pandemia, que provocó una fuerte anomalía en el sector, como en tantos otros— y que, si no se toman acciones “decididas” en los próximos años, lo seguirá haciendo a un ritmo en desacuerdo con los objetivos de descarbonización.
Según el tercer informe medioambiental de la aviación europea, que se realiza cada tres años, las emisiones de CO₂ de los aviones que despegaron desde el espacio europeo aumentaron entre 2005 y 2019 un 34%, hasta los 147 millones de toneladas. El reporte, elaborado por la Agencia Europea de la Seguridad Aérea (EASA) y presentado este miércoles en la Comisión Europea, prevé que la tendencia, si no se toman medidas, podría seguir al alza hasta llegar a los 188 millones de toneladas en 2050, es decir, un 28% más aún que en 2019.
“Las tendencias a largo plazo muestran que la región [europea] llegará a los 122,2 millones de vuelos anuales en 2050, con un aumento potencial de las emisiones de dióxido de carbono de la aviación hasta los 188 millones de toneladas, a menos que se generalice la protección medioambiental en el sector”, advierten los expertos.
Las diferencias son apabullantes: si la aviación adopta todas las medidas que los diversos planes medioambientales europeos prevén, desde la adaptación tecnológica al uso de combustibles alternativos, las emisiones de los aviones europeos no solo no aumentarían para 2050, sino que incluso podrían reducirse un 69% hasta los 59 millones de toneladas.
“El proyectado crecimiento en la demanda requiere una acción mayor y más decisiva, alineada con los objetivos medioambientales y climáticos de la Unión Europea”, subrayan los autores del informe.
No es que no se hayan dado ya pasos. Como destaca la comisaria europea de Transporte, Adina Valean, en los últimos años se ha logrado reducir la cantidad de emisiones de CO₂ por pasajero y kilómetro y también se ha mejorado la contaminación acústica de los aviones. “Pero este informe demuestra que hay espacio para ir más lejos”, subraya la alta responsable europea, que señala específicamente la necesidad de avanzar en los combustibles alternativos para la aviación (SAF, por sus siglas en inglés, producidos a partir de materias primas de origen renovable, ya sean biocombustibles o sintéticos).
Según el informe de EASA, actualmente, el uso de este tipo de combustible es “bajo”, apenas el 0,05% del total del combustible usado en la aviación. Algo que se debe en parte a su menor producción y, también, a su mayor coste que el fuel fósil, aunque la EASA señala que se cuenta con un fuerte ahorro en este aspecto en un futuro no muy alejado.
La Comisión Europea ha propuesto unos tramos crecientes de mezcla obligatoria de combustible SAF con el tradicional para los aviones, que comenzaría con un modesto 2% en 2025, pero que espera aumentar fuertemente en las próximas décadas, hasta llegar al 63% en 2050. La normativa, que se está negociando aún, debería entrar en vigor como tarde el año que viene y fuentes europeas se han mostrado este miércoles “confiadas” en que los objetivos fijados son “realizables”.
“Hay un gran consenso en estos momentos acerca de que estos combustibles serán el mayor contribuyente a la descarbonización de la aviación durante un buen tiempo”, señalan las fuentes.
Aunque este tipo de medidas pueda encarecer el viajar en avión, la creciente convicción popular de que hay que actuar —como demostró la bronca que se llevó Mbappé, llamado al orden incluso por el Gobierno de Emmanuel Macron— hace pensar que esto no será un obstáculo para avanzar en la descarbonización del sector. El informe recuerda que un estudio realizado este final de verano por el Banco Europeo de Inversiones revela que el 81% de los europeos consideran el cambio climático y sus consecuencias el “mayor desafío” de este siglo.
El informe también indica que, en 2019, 3,2 millones de europeos estuvieron expuestos a más de 55 decibelios de ruido provocado por la aviación. Además, 1,3 millones de personas sufrieron más de 50 momentos diarios de exposición a contaminación aérea de aviones por encima de los 70 decibelios. La Organización Mundial de la Salud recomienda reducirlo a por debajo de 45 decibelios durante el día y de 40 en la noche.
“Los ciudadanos europeos son cada vez más conscientes del efecto que la aviación tiene en su calidad de vida en materia de medio ambiente, ruido y calidad del aire, y muchos están dispuestos a actuar ante estas preocupaciones”, señala al respecto el informe. Este subraya la importancia de “aumentar la colaboración entre los sectores público y privado para mejorar las medidas existentes e identificar nuevas que permitan lograr los objetivos del Pacto Verde Europeo”, que busca lograr la neutralidad climática para 2050.
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