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Carlos Lamela (Estudio Lamela): “Me molesta mucho el desorden, me inquieta”

El arquitecto, que tiene licencia de piloto privado, conoce más de 70 países pero reconoce que unas de sus pasiones es volar por Italia

Carlos Lamela
El arquitecto Carlos Lamela. Raquel Arilla Canas
Sandra López Letón

Carlos Lamela (Madrid, 1957) lidera el Estudio Lamela, una de las grandes oficinas de arquitectura de España fundada hace más de 60 años por su padre, Antonio Lamela. Se define como una persona educada, tranquila, ordenada y feliz que tiene pasión por la arquitectura y la aviación.

P. ¿Qué le hace feliz?

R. Creo que es un concepto que tiene parte de objetividad, pues hay unos patrones muy definidos. A todo el mundo le hace feliz estar bien, estar sano, que su entorno familiar y personal esté bien, tener un trabajo que te satisfaga. Yo creo que es una receta muy sencilla, ¿no?

P. ¿Qué puede hacerle perder las formas?

R. No sé si alguna vez he perdido las buenas formas en mi vida, creo que no. Le doy muchísima importancia a la educación, a las buenas maneras, y cada vez más. Soy una persona tranquila.

P. ¿Cree que se ha perdido la educación?

R. No creo que se haya perdido, creo que ha variado el concepto. En algunas cosas se ha perdido, pero en otras se ha ganado. La media es positiva. Esa educación a la que estábamos acostumbrados cuando éramos pequeños nosotros, o en la época de nuestros padres, que era una educación muy formal, quizá ha cambiado. Yo participo mucho de esa educación, por mi edad y por mis referencias. En esa educación formal hemos ido hacia atrás.

P. Si alguien pierde las formas delante de usted, ¿es capaz de llamarle la atención?

R. Sí, por supuesto. De forma muy educada, sí. Por ejemplo, si voy en el AVE y hay gente que está hablando por el móvil incansablemente, me acerco y le digo ‘disculpe, ¿no le importaría hablar en la plataforma?’ y he de decir que cuando lo hago siempre he encontrado respuestas absolutamente positivas. Nunca he tenido ningún problema. Además, yo no soy nada conflictivo. Huyo de los conflictos. He tenido la suerte y tengo la suerte de estar rodeado de gente extraordinaria en todos los ámbitos en los que me muevo. En eso soy un afortunado.

P. ¿Qué cree que piensa su equipo sobre usted?

R. Pues que soy una persona tranquila, responsable y de fácil trato.

P. ¿Qué proyecto se le resiste?

R. Tengo uno claramente que se me resiste y que me encantaría hacer, que es un gran edificio en altura. Hemos hecho varios proyectos de edificios de 200 metros, pero por lo que sea no hemos llegado a ejecutarlos, siempre se han quedado ahí en el tintero. Da igual la ciudad.

P. ¿Cuántos países conoce?

R. Te digo exactamente el número, porque los cuento. 70 países. Los voy contando desde hace 25 años porque subí en Hong Kong a un club que se llamaba el Travelers’ Century Club, que solo admitía a miembros que habían estado en 100 países. Mi último país, el número 70, fue Irak.

P. ¿La mayoría por trabajo o por placer?

R. Diría que mitad y mitad. No tengo una frontera definida entre mi vida personal y laboral, porque la arquitectura inunda mi vida y mi vida inunda el trabajo. Entonces, a veces no sé cuándo es trabajo y cuándo es placer.

P. Al planear un viaje, ¿en qué se fija?

R. Soy una persona muy curiosa. Yo te diría que predomina el gusto de la arquitectura, predominan las ciudades sobre el paisaje y la naturaleza. O sea, soy más de superficies duras que de blandas. No me iría a Costa Rica, por ejemplo, a ver la naturaleza.

P. ¿Cuál será su próximo destino?

R. Va a ser Canadá, porque no lo conozco y me apetece mucho. Tengo pendiente Canadá, Cuba y Perú, que son tres países que no conozco. En Europa me quedan Bulgaria, Rumania y Eslovenia. También una cosa pendiente que tengo desde hace 40 años es hacer el Transiberiano. De Moscú a Pekín en tren, pero no es el momento. Lo tuve programado en un par de ocasiones y al final nunca se dio la oportunidad definitiva.

P. Me llama la atención el escrupuloso orden que hay a su alrededor.

R. Sí, soy una persona ordenada.

P. ¿Condiciona su vida?

R. No, me sale de una forma natural, lo he hecho siempre desde pequeño. A veces coloco las cosas sin darme cuenta. Ahora, por ejemplo, estoy hablando contigo y estoy colocando los papeles. Pero no es obsesivo y, además, tampoco me ocupa tiempo. Cuando llego al trabajo voy a mi mesa y reordeno todo por si la persona que limpia me ha movido algo. Llego a casa y coloco los zapatos alineados. Salgo de la ducha, cojo la toalla, la doblo, la cuelgo y la dejo perfecta como estaba cuando la cogí, por ejemplo. Me molesta mucho el desorden, me inquieta y posiblemente me produciría algún estrés. Por supuesto, he de tener el coche perfectamente limpio. Sufro mucho llevando el coche sucio.

P. ¿Cómo gestiona el estrés?

P. Yo, personalmente, con tranquilidad.

P. ¿Sus amigos son de toda la vida?

R. Del colegio, desde los cinco años. Una de las cosas por las que me siento más afortunado en mi vida es que tengo muchísimos y buenísimos amigos. He cultivado mucho la amistad. He tenido la suerte de que la gente se ha aportado siempre muy bien conmigo y yo solamente tengo agradecimiento para todos.

P. Uno de sus hobbies es la aviación. ¿Cómo llega a ella?

R. Desde pequeño me encantaban los aviones. Yo tengo una imagen con tres años en El Retiro (Madrid) cuando intentaba coger un avión que pasaba por el cielo con la mano. Recuerdo con 13 o 14 años dibujar aviones de compañías aéreas, me conocía todas las compañías aéreas del mundo, dibujaba los aviones con sus diferentes colores, con los logotipos.

P. ¿En algún momento dudó entre ser arquitecto o piloto?

R. No, porque a los 14 años ya tuve claro que iba a ser arquitecto. Ten en cuenta que a esa edad ya tenías que tomar la decisión de lo que querías ser. Y yo creo que mi padre se había encargado de ir convenciéndome de forma subliminal. A los 30 años empecé a volar en ultraligeros, era una afición muy bonita, pero tuve la desgracia de que dos profesores se mataron en un accidente. Y entonces, le cogí respeto. Pero me gustaba tanto que con casi 40 años decidí sacarme el título de piloto privado, que era una cosa como más seria, más profesional.

P. ¿Sigue volando?

R. Sí, por supuesto. Acabo de hacerme el reconocimiento médico para renovar las licencias y en verano voy, como todos los años, a Italia a volar. Mis vacaciones van en función de mis vuelos e Italia es siempre un destino. Para mí es un país fundamental en mi vida. Yo soy muy español, pero podía haber sido también italiano porque son dos países muy parecidos y representan el mundo de la arquitectura, del arte, del paisaje. Cuando acabé la carrera, me fui a Italia a estudiar, a Florencia, y descubrí un país maravilloso, que me encanta. Si me pierdo, que me busquen en Italia.

P. Ha producido una película. ¿Cómo fue?

R. Me dio por escribir un día una idea, de ahí salió una película y tomé la decisión de coproducirla. García y García, que se estrenó en 2021, ha sido una experiencia más en mi vida de la que estoy muy contento. Tuvo un periodo de maduración de ocho años. He descubierto que construir un edificio y hacer una película son dos procesos muy similares.

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Sobre la firma

Sandra López Letón
Redactora especializada en el sector inmobiliario, del que informa desde hace más de dos décadas. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en EL PAÍS. Actualmente, escribe en el suplemento de información económica 'Negocios'. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.
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