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Narendra Modi
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La India: disciplina y reformas para aspirar a más

India podría convertirse en el principal contribuidor al crecimiento global en unos años, superando a China

India
Activistas del Partido Bharatiya Janata (BJP) asisten a un mitin del primer Ministro indio, Narendra Modi, en Barasat, Bengala Occidental.PIYAL ADHIKARY (EFE)

India ha elevado su rol global en términos económicos y geopolíticos en la última década. El país cuenta con atributos estructurales para seguir creciendo a ritmo elevado en las próximas décadas: capacidad de atracción de inversión; fuerte crecimiento de la población en edad de trabajar; un sector primario con mucho potencial; una marcada orientación exportadora, y una base de ahorro y consumo privado muy dinámicos. Como país más poblado del mundo, se enfrenta al desafío de seguir creando empleo para su inmensa fuerza laboral y hacerlo manteniendo la estabilidad macroeconómica.

En los primeros quince años de este siglo, India experimentó períodos de notable inestabilidad macroeconómica: crecimiento del PIB por debajo de su media histórica y una inflación alta y persistente que, con frecuencia, derivaba en ajustes cambiarios. Un sector bancario cargado de activos improductivos y la necesidad de reducción del excesivo apalancamiento corporativo actuaban de lastre.

Salvo el hiato provocado por la covid, la mayor prudencia en la gestión y control de riesgos implementados por los gobiernos de Narendra Modi ha permitido a India gestionar mejor los equilibrios entre crecimiento económico y desequilibrio exterior, y entre inflación y política fiscal, sin tener que hacer uso de una política monetaria demasiado restrictiva o ejercer presión depreciadora excesiva sobre la rupia. Se ha crecido rápido y de forma más consistente, con notable estabilidad macroeconómica: déficits gemelos (fiscal y por cuenta corriente) bajo control y estabilidad relativa en su moneda.

A esta estabilización contribuyó de forma decisiva la agenda reformista inicial del ejecutivo de Modi: creación del impuesto sobre bienes y servicios, reforma de ley de quiebras, reforma agraria y apertura de economía a la inversión directa extranjera (agenda Make in India). Aunque con errores de bulto —la desmonetización de 2019— pasos atrás —derogación de la reforma agrícola de 2020 y lento avance en reformas clave mercado laboral— la ejecutoria económica ha sido positiva. En el debe, el giro autoritario en la agenda interna y un nacionalismo creciente.

India podría convertirse en el principal contribuidor al crecimiento global en unos años, superando a China, que está inmersa en un —previsiblemente largo— proceso de digestión de un endeudamiento excesivo, pérdida de ímpetu reformista y regresión demográfica. Para dar ese salto, India debe elevar su ritmo de crecimiento hacia el 8%. La doble pregunta es, si se lanzará a ello (como aseveran numerosos analistas) y cómo pretende hacerlo sin generar inestabilidad macroeconómica.

La principal incógnita en las inminentes elecciones generales es el margen con el que vuelva a obtener la victoria el BJP, partido de Modi. A partir de ahí, de confirmarse la apuesta por elevar el ritmo de crecimiento y la aspiración por convertirse en el mayor contribuyente mundial al crecimiento, serán necesarias una notable disciplina económica (reducción de la debilidad fiscal), una aceleración del impulso reformista (agrario, mercados laboral y de capitales) y la continuidad de la fuerte inversión para reducir la brecha crónica en la dotación de infraestructuras básicas. Todo un reto.


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