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Más represión y gobiernos que “hacen la vista gorda” ante los abusos: el análisis de Human Rights Watch sobre el estado de los derechos humanos

El informe anual de la ONG alerta contra el doble rasero de las democracias consolidadas y contra los riesgos de la impunidad de los regímenes que violan las libertades individuales y colectivas

Human Rights Watch
Un hombre palestino permanece sentado junto a los escombros de una casa destruida por un ataque israelí en Rafah, al sur de Gaza, el pasado martes.MOHAMMED SALEM (REUTERS)
Patricia R. Blanco

La situación de los derechos humanos en el mundo se encuentra en estado crítico. Pero los peligros que los acechan van mucho más allá de las “atrocidades” cometidas en Gaza, Sudán o Myanmar durante 2023: la violación constante del derecho internacional, el aumento de líderes populistas y autocráticos en las democracias consolidadas y el doble rasero de muchos países occidentales con respecto a los abusos cometidos contribuyen a degradar el respeto internacional por los derechos humanos, según concluye Human Rights Watch (HRW), en un informe hecho público este jueves, en el que analiza país por país el estado de las libertades individuales y colectivas.

“Una de las razones por las que estamos viendo una regresión es porque los gobiernos hacen la vista gorda ante los abusos de otros países para avanzar en sus propias agendas de política nacional”, denuncia Tirana Hassan, directora de la ONG, durante una entrevista telefónica con este diario. Es lo que HRW denomina “diplomacia transaccional”, es decir, llegar a pactos con otros países con independencia de que respeten o no los derechos humanos. Un “excelente ejemplo”, clama Hassan, es el acuerdo migratorio entre la Unión Europea y Túnez, que supone que Bruselas, con el fin de proteger las fronteras comunitarias, da “fondos a las fuerzas de seguridad tunecinas, pese a que están implicadas en los abusos” contra los migrantes que tratan de cruzar el Mediterráneo.

Otro es el de India. “Gobiernos como los de Japón, Reino Unido, los países de la UE o Estados Unidos están ignorando abusos, incluyendo la discriminación sistemática de minorías religiosas, la asfixia del disenso político y la represión generalizada contra la sociedad civil y los medios independientes”, relata la directora de HRW. Y al mismo tiempo que cierran los ojos, “profundizan los lazos con el Gobierno de [Narendra] Modi”.

Represión transnacional

El silencio de las democracias ante la violación de los derechos humanos aumenta la “sensación de impunidad” y lleva a que “los gobiernos abusivos” practiquen la represión más allá de sus fronteras, alerta Hassan. En el caso de Modi, según detalla HRW en su informe, “ha intimidado a activistas y académicos en la diáspora o restringido su entrada en el país”. “En septiembre, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, consideró que eran ‘acusaciones creíbles’ que agentes del Gobierno indio hubieran estado involucrados en el asesinato de un activista separatista sij en Canadá”, recuerda la ONG.

Indian Prime Minister Narendra Modi welcomes Canada Prime Minister Justin Trudeau
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, saluda a su homólogo de la India, Narendra Modi, el 9 de septiembre, durante la reunión del G-20 celebrada en Nueva Delhi.POOL (via REUTERS)

La “represión transnacional” que ejerce India no es “un ejemplo aislado”. El Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más acaba de denunciar que, este mismo miércoles, dos exiliados nicaragüenses en Costa Rica (Joao Ismael Maldonado Bermúdez y Nadia Robleto, que huyeron del régimen de Daniel Ortega) fueron atacados a plena luz del día en una calle de San José. Es la segunda vez que ha habido un intento de asesinato contra Maldonado, según la organización. Costa Rica, suscriptora de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, todavía no ha esclarecido ninguno de los atentados.

La ONU y los socios internacionales de Ruanda han fallado sistemáticamente en reconocer el alcance y la gravedad de sus violaciones de derechos humanos
HRW

HRW hace una mención especial a Ruanda: “Tres décadas de impunidad por la represión de los derechos civiles y políticos por parte del Gobierno de Ruanda en su país lo han envalentonado para reprimir la disidencia más allá de sus fronteras”. Según denuncia la ONG, “el Gobierno de Ruanda ha llevado a cabo más de una docena de secuestros o intentos de secuestro, desapariciones forzadas, agresiones, amenazas y asesinatos, así como hostigamiento contra ciudadanos ruandeses” que viven en países como Australia, Reino Unido o Estados Unidos. Pero a medida que Kigali “se ha vuelto más prominente en el escenario internacional”, como líder de instituciones multilaterales o convirtiéndose en uno de los mayores contribuyentes africanos de tropas de mantenimiento de la paz, “la ONU y los socios internacionales de Ruanda han fallado sistemáticamente en reconocer el alcance y la gravedad de sus violaciones de derechos humanos”.

Muy relacionado con el silencio que las democracias mantienen frente a los abusos cometidos por sus socios es lo que Hassan denomina la “indignación selectiva”. “Vimos países como Estados Unidos, pero también miembros de la UE, condenar duramente los ataques de [la milicia islamista palestina] Hamás del 7 de octubre [en el sur de Israel], pero estuvieron mucho más callados cuando las autoridades israelíes respondieron con incesantes bombardeos y un castigo colectivo contra la población de Palestina, cortando y restringiendo la ayuda humanitaria, el agua y el combustible”, lamenta Hassan.

“Este tipo de indignación selectiva es muy peligrosa porque manda el mensaje de que unas vidas importan más que otras”, continúa. Pero, además, el doble rasero de Occidente tiene repercusiones que van más allá de esta guerra en Oriente Próximo. “Países como China y Rusia lo están usando para decir a los gobiernos en el Sur global que el sistema de derechos humanos” no les amparará, advierte la directora de HRW. Sin embargo, no se trata de una “posición moral” de Pekín y Moscú, sino de “una agenda más amplia para intentar desmantelar” este sistema, añade.

La importancia de pedir responsabilidades

Por eso, una de las grandes esperanzas para la defensa de las libertades reside en la exigencia de “rendición de cuentas”. Medidas como la orden de detención del Tribunal Penal Internacional contra el presidente ruso, Vladímir Putin, por la deportación ilegal de niños ucranios, “hacen que el coste de la represión sea más alto”. Y las consecuencias son tangibles. Por ejemplo, Sudáfrica fue el pasado agosto el anfitrión de una cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Pese a que las autoridades del país mandaron mensajes contradictorios sobre sus obligaciones como miembros del tribunal, Putin finalmente no viajó a Sudáfrica: el Tribunal Superior de Gauteng dictaminó que Sudáfrica sí tenía la obligación de arrestar al mandatario ruso si ponía un pie en el país.

Los ataques contra los derechos de las mujeres, contra los refugiados o la comunidad LGTBI son los primeros indicios de que los derechos humanos están en peligro
Tirana Hassan, directora de HRW

Otro hito que HRW subraya como una luz de 2023 es la declaración política de 83 países —cinco de los mayores exportadores de armas, entre ellos— sobre la protección de civiles contra el uso de armas explosivas en áreas pobladas durante los conflictos. Aunque no ha impedido que Israel bombardee zonas densamente pobladas de Gaza, Hassan cree que es necesario crear estándares bajo los cuales se pueda obligar a los agresores a rendir cuentas. Estos estándares, no obstante, “no se implementan solos” y requieren la implicación de la comunidad internacional, destaca.

Porque la alternativa a no exigir una rendición de cuentas es repetir tragedias como la de Sudán, que desde el pasado 15 de abril sufre un conflicto que ha obligado a más de siete millones de personas a abandonar sus hogares, de acuerdo con los datos de Acnur (la agencia de la ONU para los refugiados). Según HRW, el abuso masivo contra los civiles derivado de la lucha por el poder entre el jefe del ejército, Abdelfatá al Burhan, y el líder de las denominadas Fuerzas de Apoyo Rápido, Mohamed Hamdan Dagalo Hemedti, son un “reflejo de los abusos cometidos en las últimas dos décadas por fuerzas leales a ambos generales”, por los que ninguna de las partes tuvo que asumir responsabilidades. La ONG recuerda que el Tribunal Penal Internacional emitió órdenes de arresto por crímenes pasados en Darfur. Sin embargo, “las autoridades sudanesas las han obstruido” y “el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no ha hecho casi nada para abordar la intransigencia del Gobierno”. Es más, añade la organización, “en 2023, cuando los países africanos en el Consejo de Seguridad incluían a los africanos Gabón, Ghana y Mozambique, la ONU cerró su misión política en Sudán ante la insistencia del Gobierno sudanés, poniendo fin a lo poco que quedaba de la capacidad de la ONU en el país para proteger a los civiles”.

Este año, según HRW, es precisamente idóneo para reclamar rendición de cuentas a los gobiernos en la medida en que medio planeta está llamado a las urnas —3.700 millones de personas podrán votar en 70 países—. La ONG llama especialmente la atención sobre aquellas democracias en las que están emergiendo líderes populistas y autocráticos, como Javier Milei en Argentina. “Están intentando consolidar su poder mediante la erosión, no solo de los derechos humanos sino de los controles y contrapesos que garantizan la libertad de una sociedad, por ejemplo, mediante ataques contra periodistas o contra la justicia”, subraya Hassan. Por eso, en este año electoral, la directora de HRW pide estar alerta: “Cuando empiezas a ver ataques contra los derechos de las mujeres, contra los refugiados o contra la comunidad LGTBI, lo que estás viendo son los primeros indicios de que los derechos humanos están en peligro”.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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