Rodolfo Langostino, otro ‘gallego’ que emigra
La empresa canadiense Cooke ultima la compra del 80% de Nueva Pescanova a Abanca para conseguir ganar cuota de mercado en Europa
Menos de 600 kilómetros separan la cárcel de Soto del Real de la sede de Nueva Pescanova en Redondela (Pontevedra). En la prisión madrileña ingresó, el 18 de abril, Manuel Fernández de Sousa, expresidente de Pescanova, para cumplir su condena de seis años por falsear las cuentas de la compañía. Una cárcel que está muy lejos de su domicilio vigués, quizá para huir de los focos. Fue solo cinco días antes de que Abanca, dueña de Nueva Pescanova, la empresa que surgió de las cenizas de su antiguo imperio tras caer en manos de los acreedores, anunciase que está en conversaciones con la canadiense Cooke Seafood, para venderle el 80% de la pesquera.
La noticia fue acogida en Galicia con una mezcla de inquietud y satisfacción. Inquietud por el cambio evidente que se avecina para los más de 11.000 empleados si se consuma la operación, y satisfacción porque, aunque se trata de una empresa extranjera, pertenece a una saga familiar del sector pesquero y no a ningún fondo de inversión que podría tener una orientación más especulativa.
Abanca, el banco que heredó los activos de las cajas de ahorros gallegas, ya había avisado hace tiempo de que su intención era desprenderse de la marca de pescado congelado cediendo una parte significativa a un socio industrial. Después de la refundación de la marca de Rodolfo Langostino en 2015, un nuevo equipo de gestión —encabezado por Ignacio González, procedente de Campofrío—, emprendió la tarea de estabilizar las ventas y rentabilizar los proyectos antaño mal dimensionados, como algunas granjas acuícolas. Además, dijo adiós a todo el equipo gestor que había tenido algo que ver con las antiguas malas prácticas.
Ya bajo el nombre de Nueva Pescanova, el grupo atravesó un desierto de malos resultados hasta que, en el ejercicio terminado en marzo de 2022, logró unas ventas de 1.072 millones de euros, y un ebitda positivo de 80 millones. Los estados financieros de 2022-2023, sin embargo, vienen con curvas, como reflejó Abanca en sus últimas cuentas, con pérdidas de 60 millones en su filial en los nueve primeros meses de su ejercicio fiscal, a falta de contabilizar la Navidad. En enero, el banco tuvo que inyectar 70 millones para reforzar los fondos propios de Nueva Pescanova.
“Creo que Cooke es una gran compañía, que coincide de una manera muy fuerte con nosotros, en cómo entendemos este negocio y el futuro”, aseguraba González el lunes. Desde Comisiones Obreras, Celso Carnero valora que Cooke y Pescanova pueden ser multinacionales complementarias, la primera más dedicada a productos como el salmón y Pescanova al langostino, “pero falta saber qué proyección de crecimiento tiene, su estrategia”.
Fuentes del sector apuntan a que la integración vertical de Pescanova, que tiene barcos y fábricas transformadoras, es un atractivo para cualquier compañía del negocio, sobre todo para quien, como Cooke, también está integrada verticalmente. Los 60 buques de la empresa gallega están centrados en la captura de gambón, cefalópodos y merluza. Pero más importante para Cooke pueden ser las 7.000 hectáreas de granjas de cultivo de langostinos en Ecuador, Guatemala y Nicaragua y la fuerte presencia de la española en Latinoamérica. Pescanova elabora en 17 fábricas repartidas en 10 países, y muchas de ellas están en el subcontinente, donde además tienen oficinas comerciales. Suyas son las filiales Novaguatemala, Novaperú, Camanica (Nicaragua), Promarisco (Ecuador) en langostino, así como empresas pesqueras (Argenova en Argentina).
Estrategia agresiva
Cooke, por su parte, está considerado como el quinto mayor grupo pesquero del mundo y su raíz es Kelly Cove Salmon, una humilde empresa familiar de acuicultura fundada por Gifford Cooke en la que participan sus hijos Michael y Glenn. En los últimos años, según la información pública de la empresa, se ha embarcado en un agresivo plan de crecimiento: compró la estadounidense Wanchese Fish Company, de vieiras, ostras, camarones y cangrejo; se hizo con Icicle Seafoods, un mayorista con barcos de pesca en Alaska; adquirió Cooke Uruguay, una de las flotas más grandes de ese país; incorporó a Omega Protein, una cotizada estadounidense especializada en aceites de pescado y otros productos marinos para alimentación de mascotas, y a Seajoy, uno de los mayores productores de camarones de cultivo prémium de América Latina. Recientemente, se ha hecho con Morubel, procesador de camarones belga, y con Tassal, el productor integrado verticalmente más grande de Australia. Pescanova sería su segunda compra en España tras hacerse en 2011 con el grupo Culmarex, empresa de Águilas (Murcia) que cultiva dorada y lubina.
La rama acuícola de Pescanova se ha modernizado bastante en los últimos tiempos, con un plan para automatizar las vetustas instalaciones de sus filiales americanas.
Otra de las ventajas que ofrece a su comprador Pescanova es la investigación desarrollada a lo largo de estos años con el apoyo de organismos públicos españoles. En 2019, la empresa cerró el ciclo de reproducción del pulpo en cautividad. Los investigadores consiguieron que pulpos comunes (octopus vulgaris) nacidos en acuicultura llegasen a edad adulta y comenzasen a reproducirse fuera de su hábitat natural. La investigación la inició el Instituto Español de Oceanografía, y tras un acuerdo en exclusiva sobre la patente, Pescanova avanzó con la investigación en sus instalaciones de cara a iniciar la industrialización y venta de esta especie en el periodo 2023-2024. Ese conocimiento quedaría en manos de los compradores canadienses. “Es lo único negativo, perdemos una empresa que era 100% gallega. Nos hubiese gustado que el inversor también fuese gallego, pero ya no quedan”, lamenta el representante de CC OO.
Las partes guardan silencio a la espera de que termine la auditoría. Si se cierra la venta del 80% según la valoración inicial, que supone asignar al total un precio de 800 millones, a Abanca le corresponderían 640, pero Nueva Pescanova tiene una deuda que ronda los 500 millones. Pronto se sabrá si Rodolfo Langostino (ahora llamado simplemente Rodolfo) sigue buscando pareja o se bebe el jarabe de arce canadiense.
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