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El expresidente de Pescanova Manuel Fernández de Sousa entra en la prisión de Soto del Real

El empresario está condenado a seis años de cárcel por falsedad documental en las cuentas de la compañía y por falsedad de información económica y financiera

Pescanova Manuel Fernández de Sousa
El antiguo presidente del grupo Pescanova Manuel Fernández de Sousa-Faro (d), sentado en el banquillo de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares (Madrid) junto a los máximos responsables de la empresa entre 2009 y 2013.Fernando Alvarado (EFE)

El expresidente de Pescanova Manuel Fernández de Sousa-Faro ha entrado este martes en la prisión madrileña de Soto del Real, donde permanecerá durante seis años tras haber sido condenado por un delito continuado de falsedad en las cuentas anuales de la compañía y por un delito también continuado de falsedad de información económica y financiera. Después de que la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo rechazase aclarar la sentencia contra el empresario dictada por esa misma sala en febrero, los magistrados le concedieron diez días para que entrase de forma voluntaria en prisión.

Inicialmente, la Audiencia Nacional lo había condenado a ocho años de cárcel. Sin embargo, el Supremo rebajó su pena en dos años al absolverle de los delitos de estafa, falsedad documental y aplicar una atenuante por dilaciones indebidas, confirmando el resto de la condena por manipular las cuentas para captar inversores. Las de Fernández de Sousa-Faro suman, por una parte, cuatro años y seis meses de prisión y multa de diez meses por los delitos mencionados, manteniendo la cuota diaria de cincuenta euros de multa; y un año y seis meses por un delito de alzamiento de bienes por el que también ha sido condenada a seis meses su esposa, María del Rosario Andrade, como cooperadora necesaria.

Prácticas irregulares

El fallo de la Audiencia Nacional relataba prácticas irregulares llevadas a cabo por la antigua cúpula de Pescanova, a cuyo frente se encontraba el empresario con la colaboración de los responsables de los departamentos más relevantes: a raíz de la crisis financiera de 2008, el presidente de la firma gallega, con el objeto de poder seguir disfrutando de la financiación bancaria de la que dependía Pescanova por el esfuerzo inversor ejercido en los años anteriores, planeó, junto con un grupo de personas de su confianza, seguir obteniendo financiación a través de una serie de mecanismos o prácticas irregulares.

Una vez conseguida, apuntaba, se llevaron a cabo otra serie de manipulaciones en las cuentas anuales u otros documentos oficiales que reflejaban la situación financiera de la empresa “para conseguir unos resultados positivos que no se correspondían con la situación real y, que, tras ser oficialmente publicados, permitían captar nuevos inversores y desplazar a la financiación bancaria y sus excesivas comisiones”.

La empresa pesquera quebró en 2013 con un agujero de casi 2.400 millones de deuda oculta y tuvo que ser rescatada por la banca —actual propietaria, con Abanca como accionista mayoritario—. Nueva Pescanova, que nació de las cenizas de Pescanova, lleva desde 2015 intentando reponerse con una combinación de venta de activos y cambios en la gestión. Abanca anunció el pasado jueves un acuerdo con la empresa canadiense Cooke para la venta del 80% del capital.

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