Rafael Fontana, presidente de Cuatrecasas: “Soy vegano por amor”

Rafael Fontana (Barcelona, 1954) sigue en su puesto de presidente ejecutivo de Cuatrecasas, cargo que ocupa desde 2014. Entró en la firma como abogado del área fiscal en 1983. Tiene fecha de salida: diciembre de 2025. Hasta entonces, ha vuelto a tomar las riendas del despacho y ha de ocuparse de hacer una sucesión ordenada, como ya hizo en el pasado con Jorge Badía, consejero delegado del despacho, que falleció este verano mientras hacia deporte en Barcelona. Mientras llega ese momento sueña con los planes que tiene en marcha con su esposa.

Pregunta. ¿Cuántas horas trabaja al día?

Respuesta. Puedo trabajar perfectamente 12 horas. Y algún sábado y domingo también trabajo. Me gusta lo que hago. Disfruto trabajando.

P. De no haber sido abogado, ¿qué le hubiera gustado ser?

R. Mi mujer [Beatriz Ferrer-Salat] alguna vez me ha preguntado si me hubiera gustado ser jugador de golf, y siempre le he dicho que sí, siempre que hubiera sido el número uno. Pero no me arrepiento de haberme dedicado a la abogacía porque creo que he contribuido a mejorar la sociedad.

P. Parece muy tranquilo.

R. Soy nervioso, lo llevo por dentro. Cuando hablo en público siento un gran respeto por la gente, el hecho de no generar impacto me angustia porque no me gusta hacer perder el tiempo a nadie. Pienso lo que digo y digo todo lo que pienso.

P. ¿Un abogado nunca pierde la calma?

R. No debe perderla, pero se pierde. Me pasa cuando veo que han intentado engañar a un cliente. Y es un error.

P. ¿Cómo gestiona su agenda?

R. Tengo la gran ayuda de mi assistant, con la que comparto mi agenda personal y profesional. Sabe de mí más cosas que yo mismo. Es imposible la vida que llevo sin ella. Se anticipa a muchas de mis necesidades.

P. ¿Es deportista?

R. Juego al golf, monto en bicicleta, hago senderismo. Los domingos mi mujer y yo nos damos un buen paseo con los perros. Ahora he dejado de esquiar.

P. ¿Viaja más por trabajo que por ocio?

R. Sin duda, aunque me gusta mucho viajar por ocio. Disfruto mucho preparando el viaje. El último que hicimos fue la ruta austral en Chile durante las navidades de 2019. Luego llegó la pandemia.

P. ¿Un restaurante que frecuente?

R. La Manduca de Azagra, en Madrid. El dueño, Juan Miguel, cuida mucho mi menú vegano.

P. ¿Desde cuándo es vegano?

R. Desde que conozco a Bea, hace nueve años. Soy vegano por amor. El primer año aguanté sin ser vegano, aunque cuando estaba con ella sí lo era. Probé un mes y ya no hubo vuelta atrás.

P. ¿Por qué está tan convencido?

R. Soy un firme defensor del veganismo por salud, por defensa de los animales y por la sostenibilidad el planeta.

P. ¿Nunca tiene tentación de tomar carne o pescado?

R. Peco a veces con el jamón ibérico y con algo de marisco, pero no tengo mucha necesidad. El veganismo me ha cambiado la vida. Además, no estaría con mi mujer sino fuera vegano. Estoy muy contento por ello.

P. ¿Recomienda algún libro?

R. Acabo de leer El infinito en un junco, de Irene Vallejo. Una maravilla. Y también me ha gustado mucho Esplendor y vileza, de Erik Larson, sobre Churchill y su entorno familiar durante los años más duros de la Segunda Guerra Mundial.

P. ¿Cómo es en las distancias cortas?

R. Muy cercano. Soy curioso. Me gusta saber qué le inquieta y le motiva al que está a mi lado. Y también me gusta que el que está a mi lado se interese por mí. Hay una virtud que me encanta, y es la coherencia.

P. ¿Qué consejos les da a los jóvenes abogados del despacho?

R. Todos los que puedo, pero ellos también me los dan a mí. Hay que escucharlos siempre. Aprendo mucho de ellos, de cómo ven la profesión, la vida, los retos que tienen y que son diferentes a los que nosotros tenemos. Me gusta que sientan esto como propio, como su casa.

P. ¿Es feliz?

R. Mucho. Me siento un privilegiado con lo que hago, con mi vida. Si algo lamento es que disfruto poco de mis tres nietos, que viven en Los Ángeles. Mi yerno y mi hija se dedican al mundo del cine, y por eso los veo poco.

P. ¿Se da caprichos?

R. Sí, soy de caprichos. Por ejemplo, comer jamón bueno de vez en cuando. O hacerme un traje en Brunello Cucinelli. Me gusta ser elegante. Es algo que he aprendido de mi padre y de mi madre.

P. ¿Qué importancia le da a la imagen?

R. Mucha. Es un reflejo del alma. Y eso no significa gastarte dinero, sino que es respeto a la gente con la que te relacionas.

P. ¿Se ha equivocado muchas veces?

R. Muchas veces. Se aprende mucho de los errores, tanto como de los aciertos. Mi secretaria es inglesa y siempre me habla en inglés, pero le pido que me corrija cuando me expreso mal.

P. ¿Tiene plan para cuando se retire?

R. Tengo un plan maravilloso con Bea, como es la creación una fundación para el mundo animal, sobre todo para el mundo equino. Queremos trabajar en la recuperación de los caballos cuando se lesionan, también es importante que tengan contacto con el ser humano una vez que dejan de competir. Y en la creación de un santuario para recoger animales maltratados. Estará en el Alto Ampurdán. Desde allí queremos divulgar las bondades del veganismo. Ya la tenemos en marcha.

P. Lo del amor por los caballos también tiene que ver con su enamoramiento. Su mujer es una jinete olímpica.

R. Siempre he tenido amor por los animales, a pesar de que me los comía. Leí un libro Eating Animals y fui consciente de lo que sufren los animales.

P. ¿Es antitaurino?

R. Totalmente antitaurino. Y respeto a quien le pueda gustar por lo del arte, pero el toro sufre.

P. ¿Y el arte le gusta?

R. Era una asignatura en la que sacaba matricula de honor, pero lo tengo abandonado.

P. ¿Colecciona algo?

R. Bolas de golf de aquellos campos en los que he jugado. Tendré más de 200, aunque he jugado en algunos más, pero no tenían bolas.

P. Para el golf se necesita tiempo.

R. Juego un día por semana, y en verano lo practico más.

P. ¿Cuántas horas duerme al día?

R. Duermo bien, pero poco. Con seis horas estoy fenomenal. Y siempre leo por la noche, un libro siempre me acompaña antes de dormir.

P. ¿Toma vino?

R. Me gusta mucho el vino, tengo una pequeña bodega en casa. Es un mundo infinito y soy incapaz de abarcar todo el conocimiento que hay alrededor del vino. Y hay unos precios... Mi cuñado es bodeguero y dice que no se debe pagar más de cien euros por un vino. Y si lo dice mi cuñado.

P. ¿En las comidas de trabajo se permite alguna licencia?

R. No se puede abusar. Los caprichos deben pagarlos cada uno de su bolsillo. Hay que ser cuidadoso con los gastos de empresa por respeto a los socios. Con esto no digo que no nos cuidemos mal, pero no se puede derrochar.

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