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ESTADOS UNIDOS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La derecha estadounidense gira contra la educación

Desde el auge del trumpismo, los republicanos creen que los profesores universitarios enseñan propoganda liberal

Manifestación de la Red de Acción Nacional en respuesta al rechazo del gobernador Ron DeSantis a un curso de historia afroamericana en la escuela secundaria, el 15 de febrero en Tallahassee, Florida.
Manifestación de la Red de Acción Nacional en respuesta al rechazo del gobernador Ron DeSantis a un curso de historia afroamericana en la escuela secundaria, el 15 de febrero en Tallahassee, Florida.Alicia Devine (Tallahassee Democrat/AP) (AP)
Paul Krugman

Ron DeSantis, actualmente gobernador de Florida y aspirante a presidente, lleva tiempo intentando posicionarse como el principal cruzado de Estados Unidos contra la conciencia política de las desigualdades raciales y de clase. Últimamente, la educación superior se ha convertido en su enemigo más visible. Se metió con el College Board por su nuevo curso de estudios afroamericanos de nivel universitario para alumnos de secundaria, y en los últimos días ha ampliado su ataque con la insinuación de que Florida podría dejar de ofrecer estos cursos, conocidos como advanced placement o colocación avanzada, de cualquier materia.

¿Qué está pasando aquí? Es fácil dejarse arrastrar al intercambio de recriminaciones sobre cursos o instituciones en particular, pero eso supone perder de vista el contexto fundamental, es decir, el aumento extraordinario de la hostilidad de la derecha hacia la educación superior en general.

¿Son falsas todas las acusaciones de que los profesores de tendencia izquierdista intentan adoctrinar a sus alumnos? Seguramente no. Estados Unidos es un país grande, y es probable que eso ocurra en alguna parte, aunque las denuncias concretas de los detractores de derechas a menudo son ridículas. En una reunión con el College Board, los funcionarios de Florida preguntaron si el nuevo curso avanzado “intentaba fomentar la ideología de los Panteras Negras”. Chicos, los Panteras Negras echaron el cierre cuando Ron DeSantis era un niño. Si uno pronuncia ese nombre hoy en día, la mayoría de la gente pensará que está hablando de la Wakanda de la película de Marvel.

Es verdad que es mucho más probable que los miembros del profesorado universitario se identifiquen como liberales y voten a los demócratas que la ciudadanía en general, pero esto no tiene por qué ser prueba de un sesgo anticonservador. Es probable que en gran parte refleje la autoselección, ya que quienes deciden dedicarse al mundo académico son una determinada clase de personas. Por hacer una comparación: la policía tiene un sesgo republicano, pero supongo que todo el mundo acepta que eso tiene que ver sobre todo con qué personas quieren ser policías.

Así pues, ¿cuál es el verdadero motor de los ataques a la educación? No hace tanto tiempo, la mayoría de los estadounidenses de ambos partidos creían que las universidades tenían un efecto positivo en el país. Sin embargo, desde el auge del trumpismo, los republicanos se han vuelto muy negativos. Varios sondeos recientes muestran que una abrumadora mayoría está de acuerdo en que tanto los profesores universitarios como los institutos intentan “enseñar propaganda liberal”.

Pero, ¿qué ha pasado en realidad? ¿Acaso las universidades estadounidenses ‒de las que hace tan solo unos años, en 2015, una gran mayoría de republicanos pensaba que tenían una influencia positiva‒ se convirtieron de repente en centros de adoctrinamiento izquierdista? ¿Sucedió lo mismo con los institutos, que están dirigidos por juntas locales, en todo el país?

Por supuesto que no. Lo que sucedió es que los políticos MAGA (Make America Great Again) empezaron a vender historias de terror sobre la educación, en particular denunciando a los centros de secundaria por enseñar la teoría crítica de la raza, aunque no la enseñen. Además, los derechistas también ampliaron mucho su definición de lo que cuenta como “propaganda liberal”.

Por tanto, cuando alguien señala que en los colegios no se enseña realmente teoría racial crítica, la respuesta suele ser que, aun cuando es posible que no empleen ese término, sí enseñan a los alumnos que el racismo durante mucho tiempo tuvo una presencia destacada en Estados Unidos, y que sus efectos persisten hasta hoy. No sé cómo se puede enseñar honestamente la historia de nuestra nación sin mencionar estos hechos, pero, a ojos de un buen número de votantes, impartir clases sobre hechos incómodos es de hecho una forma de propaganda liberal.

Y una vez que se adopta esta mentalidad, se ve adoctrinamiento de izquierdas en todas partes, no solo en la clase de historia y de ciencias sociales. Si en clase de biología se explica la teoría de la evolución, y por qué casi todos los científicos la aceptan (o, ya puestos, la teoría de cómo funcionan las vacunas), también es propaganda liberal. Y si en clase de física se explica la manera en que las emisiones de gases de efecto invernadero pueden cambiar el clima, también es más propaganda liberal.

De modo que un gran segmento de la población -el segmento al que corteja DeSantis- se ha vuelto hostil a la educación superior en su conjunto.

Un comentario al margen: es un hecho conocido que la política estadounidense está cada vez más polarizada en función del nivel educativo, con la gente de mayor nivel de estudios apoyando a los Demócratas y los de educación más básica a los Republicanos. Esta polarización se presenta a menudo como un síntoma de fracaso del Partido Demócrata: ¿por qué no son capaces de atraer a los votantes blancos de clase trabajadora? Pero es igual de válido preguntarse cómo se las han apañado los Republicanos para alejar a los votantes con mayor nivel de estudios que podrían beneficiarse de las rebajas fiscales. Y la creciente hostilidad del Partido Republicano hacia la educación seguramente sea parte de la respuesta.

En cualquier caso, lo triste es que este giro contra la educación se produce precisamente en un momento en el que los trabajadores con un alto nivel de estudios se están volviendo cada vez más cruciales para la economía. Esto es especialmente evidente cuando se analizan los datos regionales dentro de Estados Unidos: el porcentaje de población con estudios universitarios de una ciudad es un poderoso indicador tanto de su prosperidad actual como de su crecimiento futuro.

Con esto no quiero decir que la educación superior en Estados Unidos sea perfecta. En general, estamos obsesionados con el título estándar de cuatro años, que no sirve para todo el mundo, y marginamos sin miramientos otras formas de educación, como la formación profesional, que podrían ser más útiles para muchas personas. Pero esa es otra historia totalmente diferente.

De momento, lo importante es que entendamos que personas como DeSantis atacan la educación no porque se enseñe propaganda liberal, sino porque socava el mantenimiento de esa ignorancia que ellos quieren preservar.


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