Un empresario llamado Antonio Banderas: así son sus negocios
El actor, centrado en su proyecto teatral, da empleo a 300 personas y tiene negocios inmobiliarios, una productora, restaurantes y su propio perfume
En enero de 2017, Antonio Banderas, de 61 años, sufrió un infarto que le cambió la vida. Decidió que era el momento de volver a casa, Málaga, abandonar el estrés de Hollywood y dedicarse al sueño de su vida. Le dio forma con la inauguración de su Teatro del Soho en 2019, que se estrenó con A Chorus Line y él sobre las tablas. Con un presupuesto anual que ronda los siete millones de euros, el espacio escénico es la punta del iceberg de un plan que, a largo plazo, incluye la construcción de una segunda sala alternativa, un auditorio y una escuela técnica de producción y gestión teatral. Mientras, ha creado una productora de televisión, una orquesta sinfónica y ha abierto cuatro restaurantes. Pronto añadirá un club de jazz. Da empleo a 300 personas. Mantiene una potente cartera inmobiliaria y su trabajo en películas como Uncharted o Indiana Jones 5 le ayudan a cuadrar las cuentas. “Ahora sé que todo es posible en Málaga”, dijo durante la presentación de Company, su segundo musical, que dirige y protagoniza.
Banderas siempre ha estado ligado a Málaga, pero es ahora cuando ha multiplicado su implicación en la vida local. Reside en el centro, en un ático que adquirió en 2014, aunque tiene casa en Marbella. A la vez, se deshace de una casa en Londres —en el mercado por 3,51 millones— y vendió por 14 millones la mansión que compartía con Melanie Griffith en Los Ángeles. Desde su mudanza en 2019 ha participado en numerosos eventos, como el encendido de las luces navideñas. Es cara habitual del Starlite Festival. En Semana Santa arrima el hombro en las Reales Cofradías Fusionadas. Incluso ha dejado la puerta abierta a entrar en el accionariado del Málaga CF. Es conocido en todo el planeta y su simple presencia ha causado un impacto económico en la ciudad difícil de cuantificar, pero con numerosos intangibles. Los taxistas del entorno teatral están encantados, como los hoteleros. “Ha impulsado las reservas. Es la excusa de muchos de nuestros clientes para venir y quedarse varios días. Ojalá hubiera más Antonio Banderas en otras ciudades”, afirma Yeyo Ballesteros, director de comunicación de la cadena Room Mate. “Su apuesta por Málaga nos beneficia, nos da muchísima visibilidad”, resume el alcalde malagueño, Francisco de la Torre.
El actor tiene propiedades inmobiliarias en la Costa del Sol —su sociedad, Glassmore Investments, refleja un capital de ocho millones de euros— y su propio perfume. Sin embargo, el teatro es ahora el eje de sus planes futuros. “Puede gustar más o menos sobre un escenario, pero de lo que nadie puede dudar es de su faceta de empresario”, cuenta Javier Domínguez, su hermano y mano derecha. “Nos pone firmes a todos”, señala divertido durante una charla en el patio de butacas, reluciente. Domínguez ejerce de administrador de las sociedades y del teatro, sueño que ha tardado en llegar. Banderas lo pensó en el año 2000 para Madrid, pero terminó perdiendo un millón de euros. En 2004 se interesó por el auditorio que Málaga planeaba para la zona oeste. Tampoco fraguó. Y en 2017 el actor lo acarició tras ganar el concurso de ideas para un solar en la plaza de la Merced, que abandonó cansado de “los insultos, las descalificaciones y el trato humillante” de la política local. Se resarció, por fin, en los antiguos cines Alameda. Acordó con la propiedad un alquiler de 225.000 euros anuales —que financia su Fundación Teatral Antonio Banderas— y lo remodeló al completo a pulmón, con placer. “Cuando me muera no me voy a poder llevar dinero”, dijo en una entrevista con Icon.
Un aforo de 800 espectadores le ha permitido llevar Broadway a Málaga con producciones por todo lo alto. Solo levantar Company, con un elenco de 14 personas y 26 músicos en directo, ha costado dos millones de euros. El riesgo económico es elevado, requiere llenar a diario. Pero como ya hizo A Chorus Line, Company lo ha conseguido. Más de 40.000 personas han pasado por sus 50 primeras representaciones. Es la única oportunidad de ver a Banderas sobre el escenario. Cuando la compañía viaja, otro actor le sustituye. La estrategia funciona. El 50% de los espectadores proceden de fuera de la capital. La taquilla es básica para pagar las nóminas de los 200 trabajadores del teatro. Entre ellos, el elenco de A Chorus Line, ahora en Madrid. Allí, un brote de covid paralizó las representaciones una semana y supuso 800.000 euros de coste. La crisis sanitaria ha sido su gran quebradero de cabeza. “¿Qué es lo peor que te puede pasar si te compras un teatro? ¿Una pandemia? Pues ahí está”, ha dicho el actor en distintas ocasiones.
Durante el confinamiento aplicó un ERTE a la plantilla, pero no perdió el tiempo. Diversificó la actividad. Creó una productora audiovisual que, bajo la dirección de María Casado, se estrenó con un programa en Amazon Prime. Luego vino la gala de los Goya de 2021, una campaña para la Diputación de Málaga y un spot para los Giants, equipo de eSports. Ahora produce Las tres puertas para Televisión Española. La segunda apuesta ha sido la restauración. En los últimos seis meses Banderas ha abierto tres restaurantes junto al teatro, donde ya funcionaba El Tercer Acto. Son Atrezzo, La Barra de Doña Inés y Doña Inés. Suman una inversión de tres millones y un centenar de empleados. Atraen comensales entre el público que acude a la sala, que más allá de musicales incluye representaciones y conciertos. El intérprete se inició en la restauración en 2017 adquiriendo el local y parte del accionariado de un clásico malagueño, El Pimpi, en alianza con Pablo Gonzalo. Es su socio también en las nuevas aperturas gastronómicas en la nueva sociedad El Tercer Acto. Ambos se unieron para pujar por la gestión de la Casa de Botes del puerto, pero se retiraron. Ahora planean un club de jazz cerca del teatro. Con ellos, el barrio del Soho ha despertado. “Ejerce de punto de gran interés para la ciudad”, destaca Rebecca Evans, directora del hotel ICON Malabar.
Búsqueda de terrenos
Mientras busca terrenos para una escuela de oficios teatrales, un auditorio y una segunda sala de corte alternativo, Banderas se baja cada lunes y martes del escenario. Son los huecos que aprovecha para promocionar películas como Uncharted, que protagoniza junto a Tom Holland y Mark Wahlberg. En unos días hará lo propio con Competencia oficial. Y pronto viajará para acabar el rodaje de Indiana Jones 5. Solo va ya a Hollywood en contadas ocasiones, sus salarios millonarios le rinden. “El teatro no da dinero. Es en las películas donde se hace caja”, aclara su hermano, quien subraya que el proyecto teatral no tiene ánimo de lucro. “Si hay beneficios, se reinvierten en el siguiente espectáculo”, explica Domínguez. Carecen de ayudas públicas, dinero que Banderas define como envenenado. Para suplirlo, tira de patrocinadores. Caixabank es el socio principal, pero también aportan El Corte Inglés, Metrovacesa, Málaga Towers, Cervezas Victoria, Vithas y Porcelanosa. Empresas malagueñas también dan su apoyo a cambio de ciertos privilegios, como asistir a una cena anual con Banderas en uno de sus restaurantes. Todo suma.
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