El BCE afronta su última reunión ‘fácil’: bajará los tipos de interés mirando de reojo a Trump
El banco también presenta este jueves sus previsiones macroeconómicas, y los analistas estarán muy pendientes de un posible cambio de lenguaje en medio de la creciente presión de los halcones


El Banco Central Europeo sigue a lo suyo. La guerra comercial lanzada por Donald Trump ya está en marcha. La contienda real, de balas, misiles y muertos, continúa en Ucrania y abre una nueva era de rearme en Europa para hacer frente a la amenaza rusa sin el paraguas estadounidense. El mundo se moldea a imagen y semejanza del nuevo presidente de EE UU, convirtiéndose en un lugar más arriesgado para hacer negocios, menos amigo del libre intercambio, abrazado a la palabra incertidumbre. Las mutaciones geopolíticas avanzan en días lo que antes tardaban años, pero en medio de este súbito acelerón de la historia, el BCE no cambia de parecer sobre el rumbo de la política monetaria: como en las cuatro reuniones anteriores, Fráncfort recortará este jueves de nuevo los tipos de interés en 25 puntos básicos. Colocará así el precio del dinero en el 2,5%, su nivel más bajo desde febrero de 2023 y 1,5 puntos menos respecto a su pico.
Sin emoción sobre la decisión, la atención se centrará en cuatro puntos: las nuevas previsiones macroeconómicas elaboradas por el equipo del banco, que podrían recoger un crecimiento a la baja; los comentarios de la presidenta Christine Lagarde en rueda de prensa, en especial los relacionados con los efectos de la guerra comercial sobre la inflación y el crecimiento; también su visión sobre las previsiones de más gasto en Europa, sobre todo en Alemania, donde el Bundesbank propone flexibilizar el freno de la deuda para contar con 220.000 millones de euros extra para invertir hasta 2030; y un posible cambio de lenguaje en el comunicado, particularmente si se retoca la parte en que se afirma que la actual política monetaria es “restrictiva”, matizándolo o usando otro término en su lugar. “Espero que Lagarde cambie ligeramente el tono. En lugar de calificarla de restrictiva, probablemente dirá que se ha vuelto menos restrictiva, o que la política monetaria se está acercando a niveles neutrales”, augura por correo electrónico Carsten Brzeski, jefe de Macro de ING.
¿Por qué es importante esa modificación? Al hablar de que las condiciones de financiación son “restrictivas”, el BCE da a entender que todavía hay margen para seguir bajando los tipos de interés hasta llegar al punto donde ni estimulan ni contraen la economía, el llamado tipo neutral. Si ese enunciado es menos tajante, las expectativas de bajadas de tipos también pueden contenerse.
De producirse la variación, sería además una concesión verbal a los halcones, el sector duro del BCE, que tras un tiempo agazapados, ya empiezan a alzar la voz para agitar el debate sobre si no habrá llegado ya el momento de hacer una pausa en los recortes. “Esperaríamos divisiones crecientes sobre si mantener el concepto restrictivo en la declaración. Creemos que es probablemente demasiado pronto para que esa redacción desaparezca”, sostiene Rubén Segura-Cayuela, economista jefe para Europa de Bank of America. “En principio, esta debería ser la última reunión fácil”, añade.
Por fácil se entiende que los tipos se rebajarán con un consenso interno más o menos mayoritario, cuando no unánime. Así ha venido ocurriendo últimamente, con la excepción muy puntual del gobernador del Banco de Austria, Robert Holzmann, designado por el ultraderechista Partido de la Libertad. Sin embargo, el ruido no deja de crecer. “Es menos probable que las decisiones de recorte de tipos más allá de marzo sean unánimes”, advierten desde la gestora Pimco.
La alemana Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo, se ha erigido en la portavoz de los rebeldes, con una entrevista en el Financial Times en la que pidió hablar “ya” sobre una pausa de los tipos. “Parece haber un grupo de halcones, liderados por Schnabel, que piensan que el actual ciclo de recortes de tasas debería detenerse, dada la inflación aún demasiado alta. Al mismo tiempo, las palomas consideran que es necesario seguir recortando las tasas, ya que la economía de la eurozona todavía tiene un desempeño inferior y los riesgos a la baja han aumentado claramente”, resume Brzeski.
El último dato de inflación de la zona euro, el de febrero, tiene una lectura mixta. Por un lado, la caída de los precios una décima, hasta el 2,4%, supone el primer retroceso desde septiembre, lo cual concuerda con la retórica del BCE de que la desinflación está en marcha. Más si se tiene en cuenta que va acompañada de un descenso de la pegajosa inflación de servicios, desde el 3,9% al 3,7%. Por otro, el consenso de analistas de Reuters esperaba una caída mayor, de dos décimas, con lo que el dato no cumplió las expectativas.
Esas dos interpretaciones dan argumentos a halcones y palomas para defender sus respectivas tesis. Pero si los preguntados son los analistas, la mayoría ve todavía lejos un parón prolongado en los tipos. Goldman Sachs solo ve posible una pausa en abril “si la desinflación se estanca o los datos de actividad sorprenden notablemente al alza”. Es decir, dos posibilidades que por ahora no se contemplan. Su escenario central es el de recortes adicionales en abril, junio, e incluso julio, debido a un pronóstico de crecimiento “más débil en medio de las crecientes tensiones comerciales”, apuntan en una nota a clientes.
El trio de recortes implicaría llevar los tipos de interés al 1,75%. Un umbral que Bank of America rebaja aún más. “La convicción sobre el 1,5% como punto final sigue siendo fuerte”, dice Rubén Segura-Cayuela. Llegar a ese punto supondría acometer 10 recortes desde que el BCE sacara la tijera el pasado junio, exactamente los mismos que realizó en sentido contrario entre 2022 y 2023 para atajar la inflación. La diferencia es que entonces su intensidad fue mayor, con repuntes de 50 y hasta 75 puntos básicos, y ahora nadie espera un regreso a las tasas negativas previas a la crisis de precios.
Charles Goodhart, economista del Banco de Inglaterra entre 1968 y 1985, y profesor emérito de la London School of Economics, es partidario de frenar para tener mayor visibilidad de lo que está ocurriendo. “Es posible que en breve se produzca un aumento significativo de los gastos fiscales en la UE, tanto por razones locales en Alemania [donde el Gobierno planea fuertes inversiones militares y en infraestructuras] como para apoyar la defensa de Ucrania. El nivel de incertidumbre, en particular sobre los aranceles estadounidenses a Europa, no tiene precedentes, por lo que hay motivos para esperar a ver qué sucede realmente y las implicaciones inflacionarias de todo eso. Mi propia preferencia, muy provisionalmente, sería mantener las tasas constantes en este momento difícil”, explica por correo electrónico.
La complejidad de medir el impacto arancelario
Lorenzo Codogno, exsecretario del Tesoro italiano, cree en cambio que el contexto de aranceles más altos, mercados financieros en vilo, y una demanda interna que no acaba de recuperarse, favorece un BCE más abierto a seguir bajando tipos. La fortaleza del euro también está aumentando el margen para continuar la desescalada del precio del dinero: este jueves ronda los 1,08 dólares, casi un 4% más que hace un mes, lo cual abarata las compras de energía en el exterior y favorece la desinflación.
La disparidad de visiones sobre qué hacer es indicativa de que el debate sobre si los aranceles y sus represalias son o no inflacionistas para Europa no se ha cerrado, y está pendiente de un complejo análisis en profundidad. Porque no solo afectan a los precios: también impactan en el crecimiento. “No esperamos que las proyecciones actualizadas del BCE incorporen ningún riesgo relacionado con posibles aranceles de EE UU y/o con las implicaciones de un posible fin inminente del conflicto entre Ucrania y Rusia, simplemente porque la evolución de la situación es incierta y resulta imposible modelar cualquier impacto en el crecimiento o la inflación”, resalta Annalisa Piazza, analista de MFS Investment Management. “En todo caso, el BCE podría señalar que la situación actual ya está teniendo un impacto en el sentimiento, lo que, en términos generales, aumenta el riesgo de que la recuperación de la demanda se retrase aún más”, añade.
Brzeski, de ING, cree que Lagarde exhortará a Europa a mantenerse unida y aumentar la autonomía estratégica, pero sin profundizar en las implicaciones macroeconómicas de las políticas de Trump. También cuesta imaginar que dé pistas sobre el rumbo futuro de los tipos: todas las preguntas al respecto las ha despachado aludiendo al enfoque reunión a reunión y la dependencia de los datos. El problema, argumenta Roland Gillet, profesor de Economía Financiera en la Universidad de la Sorbona de París y en la Universidad Libre de Bruselas, se presenta cuando los datos de ayer dejan de servir 24 horas después. “El estilo agresivo y sobre todo muy volátil del nuevo presidente estadounidense podría en cualquier momento provocar aplazamientos en la aplicación de los aranceles o ajustes en su intensidad y en la elección de los bienes en cuestión, lo que sin duda empujará al BCE a adoptar un enfoque más reactivo que proactivo”, vaticina.
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