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Los nuevos aranceles de Trump impactarán en el automóvil y en el sector alimentario europeo

El tipo arancelario medio que aplica la UE a los productos estadounidenses es superior al impuesto por Washington

Automóviles de Volkswagen en una de sus fábricas.Foto: Moritz Frankenberg (Dpa/Picture Alliance/Getty) | Vídeo: EPV
Denisse López

Donald Trump ha vuelto a agitar el tablero del comercio internacional. Este jueves, el presidente de Estados Unidos ha anunciado aranceles recíprocos para aquellos países que, según él, mantienen una política comercial injusta con el país americano. Entre los motivos que ha señalado para justificar la medida se encuentra, en el caso europeo, el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), al que considera una barrera encubierta para los productos estadounidenses. La declaración resuena con fuerza en el Viejo Continente, que mantiene un importante superávit comercial con Washington y se enfrenta ahora a una nueva amenaza arancelaria que promete cambiar las reglas del juego.

A diferencia de EE UU, donde no existe un impuesto indirecto uniforme a nivel federal, en Europa el IVA se aplica a todas las transacciones comerciales, lo que a juicio de Trump, encarece artificialmente las importaciones estadounidenses en comparación con los productos europeos. En la UE, los bienes fabricados localmente y los importados pagan el mismo impuesto al consumo, pero las exportaciones quedan exentas. Judith Arnal, investigadora del Instituto Elcano y del CEPS, señala que el tributo puede ser considerado una barrera no arancelaria porque introduce trámites adicionales para los importadores. “Cuando un productor europeo vende un bien en la Unión Europea, el IVA se repercute en el precio final del consumidor, mientras que, en el caso de las importaciones desde EE UU, debe adelantarse en la aduana, lo que puede generar problemas de liquidez y suponer un obstáculo adicional para las exportaciones estadounidenses”.

“Una medida así no tiene precedentes. Probablemente, lo que busca es una medida de presión para que los otros países ofrezcan una compensación de otro tipo a Estados Unidos”, explica Arancha González Laya, exministra de Exteriores de España e investigadora del Instituto Elcano.

Washington ha decidido imponer aranceles para compensar este efecto de diferencia impositiva mezclando el concepto de aranceles e impuestos, aunque todavía no está fijada la cuantía ni entrarán en vigor de forma inmediata, lo que hace suponer que hay margen de negociación, como ya ocurrió hace unas semanas con México y Canadá. “Trump está jugando a la gran confusión económica entre los impuestos al consumo que cada país puede establecer legítimamente, de forma equilibrada y de manera libre, y el desequilibrio de la balanza comercial de Estados Unidos”, añade González Laya.

De concretarse los aranceles recíprocos, Washington igualaría las tarifas que aplica cada país a los productos estadounidenses, lo que se traduciría en un encarecimiento de las exportaciones europeas a Estados Unidos. Arnal recuerda que “el tipo arancelario medio que aplica la UE a los productos estadounidenses es del 4% mientras que el aplicado por EE UU es del 3,5%”. Se trata de un promedio simple que en términos generales no refleja grandes diferencias. Pero esto cambia cuando se analiza cada sector.

Proceso de calibraje y selección de los kiwis antes de su empaquetado, en una cooperativa de Ribadumia (Pontevedra)
Proceso de calibraje y selección de los kiwis antes de su empaquetado, en una cooperativa de Ribadumia (Pontevedra)ÓSCAR CORRAL

La industria del motor, en el punto de mira

El comercio automotriz es un claro ejemplo de esta asimetría. Mientras que los Veintisiete imponen un arancel del 10% a los coches estadounidenses, del otro lado solo se aplica un 2,5% a los europeos, según un informe publicado recientemente por la institución financiera ING. La agricultura y los alimentos también presentan disparidades: los aranceles europeos son, en promedio, 3,5 puntos porcentuales más altos que los estadounidenses. En cambio, la balanza se inclina a favor de la UE en sectores como productos básicos y artículos no clasificados, donde las exportaciones europeas enfrentan tarifas más altas en el mercado norteamericano.

Con esta medida, Trump no solo busca corregir estos desniveles, sino también reducir el elevado déficit comercial que el país mantiene con el bloque comunitario y que supone que importa del Viejo Continente mucho más de que exporta. Tan solo el año pasado, la cifra ascendió a 235.571 millones de dólares. Por contra, la UE tiene históricamente un superávit comercial con EE UU gracias principalmente a que se trata del mayor destino de los productos europeos ―con un 19,7% del total de las exportaciones―. Dentro del bloque, Alemania es el principal exportador hacia el país norteamericano, mientras que los Países Bajos lideran las importaciones.

El impacto en España

Para España, la situación es aún más compleja. El país mantiene una balanza comercial deficitaria con Estados Unidos, importando más de lo que exporta. Los últimos datos disponibles muestran que entre enero y noviembre de 2024, las ventas españolas a este mercado sumaron casi 17.000 millones de euros, frente a unas importaciones de 26.000 millones, lo que dejó una tasa de cobertura (el porcentaje de compras que son pagadas con las ventas) del 64%. Raúl Mínguez, director del servicio de estudios de la Cámara de Comercio de España, explica que el impacto de los nuevos aranceles dependerá del sector. “En el caso de la automoción y los productos químicos, España ya mantiene un déficit estructural con EE UU, por lo que unas tasas adicionales podrían agrandar este desbalance”, apunta.

La industria farmacéutica también se vería afectada, ya que las importaciones de medicamentos desde EE UU son una parte fundamental del mercado español. Por otro lado, en el sector agroalimentario, que es la única área en la que España mantiene un superávit comercial con Washington gracias a productos como el aceite de oliva y el vino, es posible que la balanza se reequilibre a favor del país americano. En cualquier caso, los analistas sostienen que no se pueden sacar conclusiones de forma prematura. De hecho, Carlota García Encina, investigadora de Estados Unidos y Relaciones Transatlánticas del Instituto Elcano, cree que la economía nacional está en una mejor posición que algunos vecinos, como Alemania e Italia.

“El presidente de Estados Unidos pretende apropiarse de los desequilibrios de la globalización. Esta política comercial es una calamidad para Estados Unidos, va a aumentar la inflación, no va a generar más empleo y, en definitiva, va a acelerar el declive económico de Estados Unidos”, apunta González. “Esta política arancelaria es un mensaje claro para Europa. En esta no hay amigos. Es un mensaje para dentro de la UE en la que algunos se creen sus amigos: Orban, Meloni, Wilders, todos van a sufrir los aranceles”.

Si bien la medida afectará a la Unión Europea, el daño será menor en comparación a otras economías emergentes. “Es verdad que el tipo arancelario medio que aplica la UE es ligeramente más alto, pero la diferencia es mínima respecto a otros países como India, Turquía o Brasil”, explica Mínguez. Esto significa que las exportaciones europeas, incluidas las nacionales, podrían mantenerse relativamente competitivas frente a otros mercados.

El impacto de estos nuevos aranceles no solo recaerá en países ajenos, sino también en la propia economía estadounidense. La aplicación de tarifas más altas encarecerá productos esenciales para la industria y el consumo interno, elevando los costes de producción y reduciendo la competitividad de las empresas. Además, los analistas creen que los consumidores podrían enfrentar precios más altos en bienes como automóviles, medicamentos y productos alimentarios, lo que supondría al final un aumento en la inflación. Ya en enero, los precios repuntaron hasta el 3%, coincidiendo con las presiones y dudas derivadas de las restricciones a la oferta puestas en marcha por Donald Trump.

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Sobre la firma

Denisse López
Es redactora de la sección de Economía de EL PAÍS y CINCO DÍAS. Escribe habitualmente de macroeconomía y coyuntura. Se incorporó a esta casa en 2022, después de haber trabajado en distintos medios digitales en México. Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México, y el Máster de Periodismo UAM-El País.
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