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Trump ordena poner en marcha aranceles a la Unión Europea como represalia por el IVA

El presidente abre el proceso para fijar aranceles recíprocos a todo el mundo, pero los aplicará frente a cualquier barrera fiscal, regulatoria y comercial. El líder republicano anuncia la medida sin calendario para emplearla como herramienta de negociación

U.S. President Donald Trump speaks from the Oval Office of the White House, on February 15.
Donald Trump, este jueves en el Despacho Oval de la Casa Blanca, acompañado por el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick.Kevin Lamarque (REUTERS)
Miguel Jiménez

Donald Trump da un nuevo paso en su escalada proteccionista con una especie de declaración de guerra comercial a todo el mundo. El presidente de Estados Unidos ha decidido imponer aranceles recíprocos en su comercio exterior. Eso, en principio, implica gravar las compras a sus socios comerciales con tasas equivalentes a las que estos imponen a las exportaciones estadounidenses. Sin embargo, Trump equipara a aranceles todos los obstáculos estructurales, regulatorios e incluso fiscales. En particular, quiere imponer a la Unión Europea aranceles como respuesta al impuesto sobre el valor añadido (IVA), que Washington interpreta sin fundamento como una barrera comercial. Además, Trump ha anunciado que aprobará pronto aranceles para los coches, los chips y los productos farmacéuticos.

Los aranceles aún no están fijados ni entrarán en vigor inmediatamente, sino que Trump usará la amenaza como herramienta de negociación para reducir el disparado déficit comercial de la primera economía del mundo. Trump ha firmado este jueves en el Despacho Oval de la Casa Blanca un memorando que pone en marcha un proceso administrativo para que la oficina del alto representante comercial (USTR) y el Departamento de Comercio comiencen a calcular los nuevos gravámenes. Ese proceso se superpone al abierto el pasado 20 de enero, su primer día en el cargo, cuando puso en marcha una investigación sobre las prácticas comerciales y monetarias desleales, con el foco puesto en los países con los que Estados Unidos tiene déficit comercial.

Habrá que esperar a que se desvele la cuantía de los aranceles por países y la fecha de aplicación. La reciprocidad no será estrictamente simétrica, sino que tomará en cuenta todo lo que Estados Unidos considere prácticas injustas, sean regulatorias, monetarias, fiscales o de otro tipo. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, propondrá la tarifa concreta con todos los ingredientes en la coctelera y se ha comprometido a tener los cálculos listos el 1 de abril para que Trump pueda actuar. Para los países frente a los que Estados Unidos tiene mayor déficit comercial, será cuestión de semanas, ha dicho el presidente.

El republicano se comprometió durante la campaña electoral a imponer a cualquier país que cobre un arancel sobre un producto fabricado en Estados Unidos “el mismo arancel exacto” por sus productos. A principios de la semana pasada ya habló de ello desde el Despacho Oval de la Casa Blanca. “Hay una palabra: recíproco. Yo impondría ahora mismo aranceles recíprocos para todos, porque muchos de los países a los que parece tan horrible la forma en que Trump los trata y dices: ‘Oh, el presidente Trump es tan terrible con ellos’, pues ellos nos cobran aranceles. En la Unión Europea es un IVA, que está por las nubes, es algo similar a un arancel”, sostuvo.

El IVA es un impuesto al consumo que grava los productos interiores y los foráneos y, en ese sentido, no es una medida proteccionista, aunque los productos que se exportan desde la Unión Europea están exentos de IVA y sujetos a los impuestos indirectos de los mercados de destino, que en Estados Unidos son mucho menores que en Europa. Conceptualmente, el IVA no es en absoluto equivalente a un arancel, pero el asesor comercial del presidente, Peter Navarro, los presenta sin fundamento como el “ejemplo paradigmático” de las prácticas comerciales injustas.

Trump también se ha quejado de las ayudas comunitarias a productos agrícolas europeos y a las regulaciones sanitarias. “Europa ha abusado de Estados Unidos durante años, y no pueden hacer eso”, dijo a principios de mes. Estados Unidos también quiere castigar a los países que apliquen un impuesto digital como la llamada tasa Google.

El déficit comercial de Estados Unidos con la Unión Europea, que Trump ha puesto en la diana, se encuentra en niveles récord, con 235.571 millones de dólares en 2024. La fortaleza relativa del dólar frente al euro ha hecho más competitivos a los productos europeos. España es uno de los pocos países europeos frente a los que Estados Unidos tiene superávit comercial.

“He decidido, en aras de la equidad, que cobraré un arancel recíproco, es decir, el que cobren los países a Estados Unidos”, ha dicho Trump en el Despacho Oval. “En casi todos los casos, nos cobran mucho más de lo que nosotros les cobramos, pero esos días han terminado”, ha añadido.

Los criterios arancelarios

Según la resolución aprobada, se tomarán en cuenta de forma integral cinco elementos para calcular los aranceles que se imponen a cada país. Primero, los que ese país aplique a los productos de Estados Unidos. Segundo, cualquier “impuesto injusto, discriminatorio o extraterritorial impuesto por los socios comerciales a las empresas, trabajadores y consumidores de Estados Unidos, incluyendo el impuesto sobre el valor añadido”. Tercero, “barreras o medidas no arancelarias y actos, políticas o prácticas injustas o perjudiciales, incluidos los subsidios y los onerosos requisitos reglamentarios para las empresas estadounidenses que operan en otros países”. Cuarto, políticas de tipos de cambio que perjudiquen a los estadounidenses, los bajos costes salariales y otras medidas que resten competitividad a Estados Unidos. Y quinto, cualquier otra práctica que se considere injusta o desleal.

Con todo eso, cualquier arancel es posible. Se trata más bien de una estrategia de negociación. En otra intervención reciente en la Casa Blanca, Trump dijo: “Nos están estafando mucho, y Estados Unidos está cansado de que le estafen y punto”. “Al final, o bien van a pagar aranceles muy, muy sustanciales, o van a llegar a algún tipo de acuerdo”, añadió. La tesis del Gobierno republicano es que Estados Unidos es una economía abierta (“la gallina de los huevos de oro”, la llamó el presidente) de la que todos se aprovechan.

Los aranceles recíprocos hacen saltar por los aires la cláusula de nación más favorecida por la que se rigen las normas de la Organización Mundial de Comercio. Suponen un terremoto para el sistema de comercio internacional, cuyas reglas Trump ha decidido ignorar por completo. Sus decisiones han introducido una fuerte incertidumbre en la economía global.

Una promesa de campaña

Trump ya intentó en su primer mandato imponer aranceles recíprocos. Entonces, los republicanos presentaron un proyecto de ley en el Congreso que nunca salió adelante. En aquel momento se contemplaban dos escenarios principales: que otros países bajasen sus aranceles a Estados Unidos o que Washington aumentase los suyos.

Entre los países potencialmente más afectados por los aranceles recíprocos en sentido estricto está la India, cuyo primer ministro, Narendra Modi, visita este mismo jueves la Casa Blanca. Para apaciguar a Trump, Modi ya ha recortado los aranceles sobre algunos bienes y está dispuesto a aumentar las compras de energía de Estados Unidos. Otros países como Japón, Vietnam, Corea del Sur, Tailandia, Taiwán y Brasil también imponen aranceles más altos a los productos estadounidenses que a la inversa.

Los aranceles recíprocos y los universales fueron algunas de las promesas más destacadas de Trump en campaña. Entre ellas, en cambio, no se incluían las tarifas arancelarias del 25% a México y Canadá que aprobó (y luego aplazó hasta el 4 de marzo). Para China prometió aranceles del 60% para todos sus productos, aunque de momento ha impuesto un 10% (y ha tenido que dar marcha atrás a las tasas a las importaciones de menos de 800 dólares, como las de Shein y Temu, ante la incapacidad de procesarlas).

Donald Trump, este jueves en el Despacho Oval de la Casa Blanca.
Donald Trump, este jueves en el Despacho Oval de la Casa Blanca.Kevin Lamarque (REUTERS)

Trump también decretó este lunes aranceles del 25% al aluminio y el acero sin excepciones, extendiendo de hecho la guerra comercial a todo el mundo. El petróleo, los semiconductores, los coches, el cobre y los productos farmacéuticos esperan su turno.

El déficit comercial de Estados Unidos está disparado. Las importaciones se aceleraron en el último tramo de 2024, en parte para adelantarse a la imposición de aranceles por parte de Donald Trump. Con ello, en el conjunto del año, Estados Unidos compró al exterior bienes por 3,29 billones de dólares, con un récord de importaciones desde México, y exportó mercancías por valor de 2,08 billones. El déficit comercial se situó así en un récord de 1,212 billones de dólares, frente a los 1,062 billones de 2023 y los 1,173 billones de 2022, el año en que el desfase en el comercio de mercancías marcó el anterior máximo.

Cerca de la mitad de la diferencia entre las importaciones y exportaciones de Estados Unidos corresponde precisamente a los tres países contra los que Trump ha actuado en primer lugar: China, México y Canadá, por ese orden. El déficit comercial de Estados Unidos con México marcó un nuevo récord en 2024 en 171.189 millones de dólares, pero el mayor desequilibrio se produjo con China, por 295.402 millones de dólares. Con Canadá, el déficit comercial se situó en 63.336 millones.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.
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