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El BCE recorta los tipos 25 puntos básicos y empeora las previsiones de crecimiento de la zona euro

La nueva bajada del precio del dinero llega en un momento de incertidumbre económica para Europa, por un posible recrudecimiento de la guerra comercial y las crisis en Francia y Alemania

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, interviene en una rueda de prensa en Fráncfort, el pasado enero. Foto: Kai Pfaffenbach (REUTERS) | Vídeo: Reuters
Álvaro Sánchez

Al trote, y sin visos de querer ponerse a galopar, el Banco Central Europeo continúa con la desescalada de los tipos de interés iniciada en junio. El Consejo de Gobierno ha decidido este jueves recortar el precio del dinero en 25 puntos básicos, hasta dejarlo en el 3%, un movimiento esperado que cumple con un doble objetivo: por un lado, supone un paso más hacia una tasa neutral, que no entorpezca el crecimiento económico, ante la clara mejoría de la inflación y la creciente inquietud por el bajo crecimiento y las turbulencias en Francia y Alemania; y por otro, lanza un mensaje de prudencia, al apostar por el gradualismo en lugar de por cambios bruscos, sin dar por ganada todavía la batalla por la estabilidad de los precios, en la tradicional estrategia conservadora de Fráncfort, a veces criticada por demasiado inmovilista y falta de audacia. Los mercados bursátiles y de divisas apenas se inmutaron ante una decisión ampliamente telegrafiada: el euro y las Bolsas europeas viraron levemente al alza, pero los futuros sobre la evolución de los tipos sí dieron un vuelco, y pasaron a descontar una bajada mayor por parte del BCE, de 50 puntos básicos, en la reunión de enero.

Junto a la rebaja, acordada por unanimidad —aunque la presidenta, Christine Lagarde, reconoció que se debatió un recorte mayor, de 50 puntos básicos, finalmente descartado—, el cambio más relevante es de lenguaje: del comunicado, donde cada palabra se mide con precisión milimétrica, desaparece el compromiso de que se mantendrán los tipos en zona restrictiva “el tiempo que sea necesario”, lo que deja el camino despejado a la continuidad de las bajadas de tipos, incluso de mayor cuantía si así fuese necesario. “Todavía no podemos cantar victoria sobre la inflación, no podemos decir misión cumplida”, advirtió Lagarde, que mezcló la cautela con el optimismo, al insistir en que es la sexta vez consecutiva que las proyecciones del banco prevén que la inflación estará controlada en torno al objetivo del 2% en 2025.

Igual que sucediera en septiembre, los economistas del Eurobanco han rebajado sus proyecciones de crecimiento económico. Ahora esperan que el PIB de la zona euro repunte un 0,7% en 2024 (frente al 0,8% anterior), un 1,1% en 2025 (antes era el 1,3%) y un 1,4% en 2026, una décima menos. Para 2027, que aparece por primera vez en el análisis, predice un avance del 1,3%. Preguntada por los malos datos, Lagarde derivó la responsabilidad hacia los Gobiernos. “Nuestro trabajo es proporcionar estabilidad de precios. Cada cual debe hacer su trabajo”, afirmó.

También cambia el escenario de precios, que mejora levemente: los analistas del BCE estiman ahora una inflación media para este año del 2,4% (antes 2,5%), y del 2,1% para el que viene (del 2,2% en la proyección anterior), mientras que para 2026 la mantienen intacta, y caería por debajo del objetivo, al situarse en el 1,9%, antes de repuntar ligeramente al 2,1% en 2027. Fráncfort cree, con matices, que el control de la inflación va por buen camino. “La mayoría de los indicadores de la inflación subyacente sugieren que la inflación se estabilizará de forma sostenida en torno al objetivo del Consejo de Gobierno del 2% a medio plazo. La inflación interna ha descendido, pero sigue siendo elevada, principalmente porque los salarios y los precios en algunos sectores están aún ajustándose a la fuerte subida anterior de la inflación con un retraso considerable”, apuntó.

Del enunciado se borran las referencias a que esperan una subida de la inflación en los meses venideros antes de volver a bajar, un fenómeno que en las reuniones anteriores circunscribían al cuarto trimestre por el efecto base de comparar con el año pasado.

Se trata de la cuarta rebaja de tipos en lo que va de año, la tercera consecutiva, lo cual supone regresar a un nivel que no se veía desde marzo del ejercicio pasado. El banco entró en 2024 con los tipos en el 4%, saldrá de él con ellos en el 3%, y si se cumple el guion de los mercados, regresará al 2% en 2025. Coincide así en la magnitud de las rebajas con el otro gran banco central, la Reserva Federal, que con su previsible reducción de un cuarto de punto la semana próxima también los habrá recortado un punto en este año.

La situación de ambos bloques, sin embargo, dista de ser la misma. La zona euro es la que más urgencias tiene, al menos en el flanco del crecimiento, por el enfriamiento de su economía: el FMI le augura un crecimiento del 0,8% este año y del 1,2% en 2025, frente al 2,8% de EE UU en 2024 (más del triple), y el 2,2% del año próximo (casi el doble). En ese contexto, la inestabilidad política en Alemania, que elegirá canciller el 23 de febrero, y en Francia, que sigue haciendo equilibrismos para llenar el vacío de poder y cuadrar sus cuentas, complica aún más las cosas, y eleva la presión para que el BCE siga bajando tipos para reanimar la actividad. Lagarde eludió citar a un país en concreto, pero admitió que la falta de presupuestos en varios estados miembros “hace las proyecciones fiscales más complicadas”, y supone “una incertidumbre autoinfligida”.

Inflación de servicios “resistente”

En el lado de la inflación, todavía hay fuerzas que tiran en sentido contrario a los recortes: los precios se incrementaron tres décimas en noviembre, hasta el 2,3%, si bien la comparación con los últimos meses del año pasado, en los que los precios apenas subieron, ha provocado un efecto estadístico negativo que tenderá a disiparse. Entre las preocupaciones latentes, la salarial ocupa un lugar preferente: los sueldos crecieron en la zona euro un 5,42% entre julio y septiembre, su mayor alza desde 1992, lo que a priori dificulta la moderación de los precios, al poner más dinero en circulación disponible para consumir, y ante la posibilidad de que las empresas traten de compensar esas alzas en los costes laborales encareciendo sus mercancías y servicios. También está costando devolver a la normalidad la inflación de servicios, del 3,9% en noviembre, frente al 4% de octubre, y “todavía resistente”, como admitió Lagarde.

Algunos ecos del pasado también amenazan con regresar: la factura eléctrica está experimentando fuertes subidas —en España, la luz se ha enquistado en más de 100 euros por megavatio hora (MWh), un nivel altísimo en comparación histórica—, propulsada por el enésimo avance en la cotización del gas natural y de los derechos de emisión de dióxido de carbono (CO₂), aunque aún se mantiene en niveles lejanos a lo peor de la crisis energética.

A esos factores se suma la incertidumbre sobre el impacto de los aranceles que impondrá Donald Trump. Esta ha sido la primera reunión del BCE tras su victoria electoral, y la última sin él sentado en el Despacho Oval, al que llegará oficialmente el 20 de enero. Aunque su triunfo ya ha tenido efectos sobre los tipos de cambio, debilitando al euro frente al dólar, será en 2025 cuando se conocerá la verdadera dimensión de sus políticas. Lagarde se limitó a expresar que el proteccionismo no es bueno para el crecimiento, citó la incertidumbre comercial entre los riesgos, y dijo que aunque a corto plazo los aranceles pueden ser inflacionarios para Europa, no está claro su impacto si se amplía el foco.

Terminado ya el año, las miradas pasan ahora a las ocho reuniones del BCE previstas para 2025, la próxima el 30 de enero. El BCE sigue con su enfoque dependiente de los datos y reunión a reunión, pero los inversores esperan que la caída de tipos continúe hasta el entorno del 2% a mediados del año próximo. Lagarde ve “prematuro” por ahora hablar sobre cuál debe ser el tipo neutral del banco —aquel que ni impulsa ni frena la actividad económica—, y aplaza ese debate a cuando se acerque a esa cota.

Mientras tanto, la nueva rebaja de tipos aprobada este jueves deja entre los beneficiados a los hipotecados a tipo variable, que sobre el papel pagarán menos de cuota gracias a un euríbor cada vez más bajo —ya se ahorran más de 1.500 euros anuales de media—, así como a quienes buscan endeudarse para comprar una vivienda. En el lado opuesto, menguará los resultados de los bancos, que ven como acaba una era de beneficios récord gracias a la fuerte subida del precio del dinero.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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