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La rebaja de la deuda pública en Europa se frena con la caída de la inflación y el estancamiento económico

El endeudamiento en la zona euro se estanca en torno al 88% del PIB y el FMI prevé que se enquiste en este nivel los próximos años

Reglas fiscales
Una reunión del Ecofin en Bruselas en la que están el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, y el ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner.OLIVIER HOSLET (efe)
Manuel V. Gómez

La deuda pública ya no baja en Europa. Tras encadenar tres años cayendo a plomo, se ha frenado en seco. A mitad de 2023, el conjunto de la Unión Europea había bajado a una tasa del 81,5% sobre el producto interior bruto (PIB), el mismo indicador exactamente que Eurostat ha publicado esta semana para el segundo trimestre de este año. Algo similar sucede si se observa solo la zona euro, un 88,1%, apenas tres décimas menos que un año antes. Y a tenor de los pronósticos del FMI, la situación seguirá así este año y el que viene: “En la zona euro se espera que la ratio de deuda sobre el PIB se estabilice en el 88%”, señala el informe de perspectivas mundiales presentado también estos días, que llega a prever incluso el incremento de un punto a finales de la década, a pesar de que justo ahora se están desplegando las nuevas reglas fiscales que buscan disminuir ese endeudamiento.

A comienzos de 2021, la deuda pública tocó techo en Europa. El hundimiento económico que provocó la pandemia, más las ingentes cantidades de dinero público que desplegaron los países para frenar el desplome, dispararon el endeudamiento de los Estados. En la UE llegó al 91,5% y en el área monetaria rozó el 100% sobre el PIB. A partir de entonces comenzó la recuperación económica y aunque el gasto público siguió disparado el efecto rebote de la economía provocó que este medidor de la salud de las cuentas públicas —el más utilizado— mejorara considerablemente: al fin y al cabo, el porcentaje es el cociente entre el dinero que debe un país y el tamaño de su economía.

La recuperación la cortó la invasión de Ucrania por Rusia y la crisis de precios que provocó. Pero precisamente la inflación suele ser de gran ayuda a los Gobiernos para recortar sus ratios de deuda. Por un lado, está el hecho que el PIB que se computa para la ratio de deuda es el nominal, al que no se le descuenta la marcha del IPC; y, por otro, que provoca un incremento de la recaudación, especialmente la del IRPF si no se actualiza conforme evoluciona el índice de precios, algo que ha pasado en España. Y ha sido por esta vía, la de los precios, por la que continuó la consolidación fiscal. Pero la inflación ya está bajo control, las cotizaciones de las materias primas hace tiempo que se deshincharon y los altos tipos de interés, ese aceite de ricino suministrado por el Banco Central Europeo contra los precios desbocados, han acabado por surtir efecto.

En toda esta evolución conjunta, como en las cifras citadas, hay que subrayar que engloba a todos los países, entre los que hay grandes disparidades. Grecia, por ejemplo, tiene una deuda equivalente al 163,3% de su PIB, que, sin embargo, baja a toda velocidad. En cambio, Francia tiene un pasivo que ronda el 110% desde hace dos años. Otros, por su parte, están muy por debajo de esos guarismos: Alemania (62%), Países Bajos (43%), Austria (81,6%) o Suecia (31,6%).

“La deuda pública en la zona euro y la UE siguió bajando [en 2023]. La reducción de dos puntos porcentuales comparada con 2022 fue principalmente debido a la inflación que fue todavía alta (a pesar de ser moderada) y también a través del denominador (por ejemplo, porque es más alto el nivel del PIB nominal)”, explicaba a comienzos de este mes la autoridad fiscal europea. En realidad, buena parte de esa reducción de la que habla el Consejo Fiscal, su nombre oficial, durante el año pasado ha sido revertida en la primera mitad de 2024.

Ratifica este análisis Raymond Torres, director de coyuntura económica de Funcas, el centro de análisis económico de las antiguas cajas de ahorros. “El causante de la reducción de la deuda fue la inflación. Cuando se descompone lo que sucedió con la deuda en España el año pasado, se observa que dos tercios de la rebaja se deben la evolución de los precios”, explica, aclarando que la reducción no fue mayor porque el déficit anual restó parte de lo que aportaba el deflactor del PIB, un índice similar al IPC.

Torres aplica el mismo razonamiento a la zona euro y apunta que el recorte de la ratio de deuda sobre PIB que aportó la inflación fue de cinco puntos en 2023, al que habría que añadir el crecimiento económico, que fue muy pobre. Aunque esa cifra no se traslada directamente, de nuevo, porque el déficit, que fue del 3,6%, suma, por un lado, lo que los precios y el crecimiento restan, por otro.

“La inflación ha sido extremadamente importante en la evolución fiscal de los últimos años”, apostilla Carsten Brzeski, director de análisis macroeconómico global de servicio de estudios de ING. “Esa es la gran diferencia entre el endeudamiento de los gobiernos y el de los hogares. En efecto, los gobiernos pueden inflar sus ratios de deuda pública”, abunda.

Nuevas reglas

Pero la economía europea todavía padece anemia. El crecimiento que ha pronosticado el FMI para este año es de apenas un 0,8% para este año y del 1,2% en 2025. Y la inflación ha regresado a niveles muchísimo más contenidos que hace apenas unos meses. Sin este dopaje, la mejora de los medidores de la deuda pública se complica para los Estados miembros, que ahora tienen que comenzar a desplegar los planes de ajuste a medio plazo, los que obligan las nuevas reglas fiscales. Y ahí, Brezski ve algunos problemas, especialmente para dos de las grandes economías del euro: “Países como Francia o Italia llevan varios años registrando déficits fiscales superiores al 6% del PIB. Es difícil reducir la deuda pública con este tipo de déficit”.

La conclusión a la que lleva este escenario es que si la Unión Europea quiere reducir los ratios de deuda de sus estados van a tener que llegar los ajustes, bien con recortes o bien con subidas de impuestos, porque los fenómenos que han facilitado la consolidación en los últimos años ya no desempeñan este papel.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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