Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola: “Tendremos un crecimiento ingente en los próximos años”
El directivo asegura que la descarbonización puede ser un arma para la autosuficiencia energética y la reindustrialización de Europa
El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, tiene una cita fija en su agenda cada año en septiembre. Acude a Nueva York a la Semana del Clima, que se celebra en paralelo a la Asamblea General de la ONU. Este año, además, ha tenido una escala en Boston para la junta que ha aprobado la fusión de Avangrid, su filial cotizada estadounidense, con la propia Iberdrola. Galán, que cumple 74 años la semana próxima y dirige Iberdrola desde 2001, es una voz de referencia en la lucha contra el cambio climático y siempre cuenta con intervenciones destacadas en dicho foro.
Galán subraya que la lucha contra el cambio climático es un esfuerzo colectivo y asegura que la descarbonización puede ser un arma para la autosuficiencia energética y la reindustrialización de Europa. El presidente de Iberdrola destaca el gran recorrido que tiene la electrificación como sustituta de los combustibles fósiles, la importancia de las redes y la competitividad de las energías verdes y también los ambiciosos planes de crecimiento de la empresa. Insiste en la importancia de la seguridad del suministro y entreabre la puerta a un replanteamiento del calendario de cierre de las centrales nucleares.
Pregunta. ¿Qué tendencias han dominado esta semana del clima?
Respuesta. Lo primero que hay que recordar es que las expectativas de algunos para la COP 28 eran poco halagüeñas y al final el resultado fue bueno: que se acordara triplicar las renovables para 2030, con el cese progresivo del carbón, y que el uso de combustibles fósiles dependa del grado de velocidad a que se implanten las renovables. Segundo, tras la crisis energética de 2022, por los problemas del gas ruso en Europa, hay conciencia de la necesidad no solo de la descarbonización, sino también de la autosuficiencia energética, de que los países no dependan de terceros para cubrir sus necesidades energéticas. La tercera tendencia, que yo creo que es positiva, es el informe Draghi sobre la oportunidad de que la descarbonización se materialice en Europa no solo en esa mayor autosuficiencia sino también en una mayor reindustrialización. Eso nos a lleva a mayor competitividad, menor dependencia exterior y un aseguramiento de los precios a largo plazo.
P. ¿Cree que la tensión entre competitividad y objetivos medioambientales es un falso dilema?
R. Las energías renovables están bajando los precios. Ahora lo que hace falta es asegurar que se puede dar servicio a la nueva demanda para evitar excedentes. Si no puedes conectar nueva demanda por límites en la inversión en redes, si no puedes llevar energía a los destinos, a esos clientes industriales, no pueden transformar su demanda térmica actual en nueva demanda eléctrica. Las calefacciones, por ejemplo, siguen siendo de calderas de gas. Transformándolas en bombas de calor tendrías una demanda adicional. Y además, cuando hablamos de costes no se debe comparar lo nuevo con lo viejo. Estamos hablando de la necesidad de nuevas centrales para satisfacer nueva demanda. Por tanto, hay que comparar lo que costaría una central térmica nueva frente a una renovable nueva. Y ahí no hay duda, las renovables son más competitivas.
P. En Estados Unidos estamos en vísperas de elecciones y las visiones sobre las energías verdes no pueden ser más diferentes.
R. El 80% nuestro negocio en Estados Unidos son redes y la regulación de las redes eléctricas depende de los Estados: de Nueva York, Connecticut, Maine, Massachusetts... En renovables, hemos trabajado con la Administración Obama, con la Administración Trump y la Administración Biden. Obama introdujo los créditos fiscales para ayudar a las renovables, que continuaron en la etapa de Trump y en la de Biden. La ley de Reducción de la Inflación ha dado más certeza en el tiempo, pero hemos trabajado con todas las Administraciones. E insisto, nuestro gran negocio se llama redes.
P. No lo decía tanto por su negocio, sino por las tendencias en el mundo. Trump no está comprometido con la transición energética.
R. Hay que desligar la electrificación con renovables de otros debates, porque sus ventajas van mucho más allá. Dependerá del coste. Hoy la energía solar es más barata que ninguna otra fuente, si se compara lo nuevo con lo nuevo. Si Estados Unidos tiene que plantearse construir nuevas centrales, decidirá si son más eficientes las nucleares, de gas o de carbón nuevas o si lo son las eólicas y solares nuevas. Creo que estamos desorientados en eso. El factor medioambiental es uno más, consecuencia de unas nuevas tecnologías que utilizan recursos naturales disponibles en cantidades infinitas y con unos costes de inversión mejores que en tecnologías que utilizan productos fósiles finitos que además son emisores. Ese el cálculo que se hará.
P. Un factor que preocupa es el papel de las economías emergentes y en particular de China en este escenario.
R. Nos necesitamos todos para afrontar el cambio climático. Todos tenemos que trabajar con el mismo objetivo. De hecho, en Naciones Unidas y en la COP todo el mundo trabaja en la misma dirección. Tiene que haber ciertos compromisos y no puede haber ganadores y perdedores, sino que todo el mundo tiene que ganar. Yo creo que en la lucha contra el cambio climático todos ganamos si vamos de la mano.
P. ¿Qué le parece la especie de cruzada que hay en parte de Estados Unidos contra los criterios de sostenibilidad ESG?
R. A mí no me gusta la ley del péndulo, ni ir de un extremo al otro. Los criterios ESG son muy razonables. En Iberdrola, hace unos 10 años, introdujimos en nuestros estatutos el concepto del dividendo social: que las empresas, además de nuestro fin económico, tenemos un compromiso con la sociedad que abarca por supuesto a nuestros empleados, pero también a asuntos medioambientales, sociales, fiscales. Los criterios han servido para ordenar algo que nosotros teníamos ya de una manera intuitiva. Yo creo que hay puntos intermedios y que sin duda ha sido una herramienta muy útil, pero los excesos pueden generar resistencia. Yo llevo muchos años diciendo que no basta con decir que en 2050 todos vamos a ser buenos, sino que hay que poner objetivos intermedios.
P. ¿Está contento con los avances?
R. Llevo 20 años hablando de renovables, redes y almacenamiento. Hace 20 años me decían que estaba loco, porque el viento nunca sopla cuando hace falta, pero hemos visto que gracias a las renovables hemos podido cerrar centrales de carbón y fueloil y ya está en la mente de la gente que las redes son imprescindibles para electrificar. No basta con producir, hay que llevar esa energía a los destinos y transformar los sistemas. Hoy todavía el 80% de energía que se consume en el mundo es fósil, solo el 20% es electricidad. El camino para electrificar es muy amplio, pero se necesitan redes. El otro eje es el almacenamiento. Las renovables son intermitentes por naturaleza, así que necesitas capacidad de almacenar energía cuando hay excedentes y utilizarla cuando hace falta. Es lo que hemos venido haciendo estos 20 años, transformando centrales hidroeléctricas en centrales reversibles y en algunos casos, haciéndolas nuevas. La última la inauguramos en Portugal en el río Támega.
P. ¿Servirá la inteligencia artificial para mejorar la gestión de la energía?
R. Nosotros la tenemos integrada en nuestras redes desde hace tiempo, desde que digitalizamos la red eléctrica y usamos bases de datos para optimizar la gestión. Hace dos o tres años, en las inundaciones enormes que hubo en el sureste de España, en Murcia y en Alicante, 300.000 clientes se quedaron sin conexión y en menos de media hora la restablecimos para el 95% de ellos porque el sistema inteligente iba buscando la mejor manera de llevar la energía, frente al sistema anterior, que era en gran parte manual. Y además, los centros de datos con los que funciona la inteligencia artificial son grandes consumidores de energía. Ahí nuestro papel es ser facilitadores de los que se dedican a ello para que no haya un cuello de botella por falta de energía y competitividad. Nuestro primer cliente del mundo se llama Amazon: es cliente en Estados Unidos, en Reino Unido, en Alemania, en España.
P. ¿Por qué han decidido excluir de Bolsa Avangrid?
R. Las inversiones que tenemos previstas en Estados Unidos en los próximos años son brutales, de hasta 30.000 millones de dólares hasta 2030, en parques eólicos marinos, en líneas de transmisión, en redes de distribución… Si seguíamos en Bolsa tendríamos que hacer ampliaciones de capital que podrían penalizar a los minoritarios. Pensamos que lo más fácil y mejor para los minoritarios es sacar Avangrid de Bolsa y aportar nosotros el capital que necesitemos.
P. ¿Facilitará eso incorporar socios a los proyectos?.
R. Nosotros tenemos el modelo de alianzas muy extendido. En España estamos haciendo parques eólicos y solares con Norges. Tenemos a GIC en Brasil, a Masdar en Alemania, a otros fondos en Reino Unido y en Alemania. Todos los grandes fondos soberanos están con nosotros: Qatar, Abu Dabi, Singapur, Noruega… Y en Estados Unidos, pues es posible que podamos hacer también cosas con grandes fondos de inversión. De hecho, en Estados Unidos tenemos a CIP como socio en el parque eólico marino que estamos haciendo en Massachussets. Es un modelo que tenemos extendido.
P. ¿Sería incorporarlos proyecto a proyecto o en el conjunto del negocio?
R. Depende de las circunstancias. De momento, estamos en proyectos o en algunos casos, como con Norges, en paquetes de proyectos.
P. En eólica marina ha habido un aumento estructural de los costes.
R. Ha habido un cambio sustancial. Hasta la pandemia, los tipos de interés eran decrecientes o cero, la inflación no existía, las materias primas tenían estabilidad con tendencia a la baja. Y de repente los tipos de interés, la inflación y los costes de materias se disparan. Como consecuencia de eso, se ha disparado el precio de todos los equipos. Pero igual que en el sector del automóvil, donde también se han disparado los precios y ha habido problemas en la cadena de suministro. Ha habido un cambio de paradigma que ha supuesto un incremento de costes en todo, también en la industria de proveedores para las eléctricas. Tenemos que adaptarnos a los tiempos. Eso sí, muchas veces estos incrementos de costes van también con un mejor rendimiento: los paneles y los generadores eólicos dan más energía de la que daban.
P. ¿Se ha planteado Qatar pedir al Gobierno superar el 10% del capital en Iberdrola?
R. Hablo con los cataríes todas las semanas. Son unos socios súper leales. Llevan con nosotros un montón de años y han ido aumentando su participación desde algo más del 5% cuando entraron en 2011 hasta ahora a casi el 9%, pero no me han hablado de ese asunto. Son socios nuestros en muchos temas y estamos mirando proyectos de colaboración en otros países.
P. ¿Ha conseguido sus objetivos al frente de Iberdrola?
R. Tenemos todo el potencial para seguir creciendo y el apoyo del 98% de apoyo del accionariado en última junta de accionistas. Somos la primera eléctrica de Europa, a distancia de la segunda, y la segunda o tercera del mundo, con gran diferencia sobre las demás. Tenemos presencia en Reino Unido, Estados Unidos, España, Alemania, Francia, países muy fuertes. También en Australia y Japón, donde esperamos empezar ahora un parque eólico marino. Somos el mayor distribuidor de energía eléctrica de Brasil. Así que estamos en países con rating A y en emergentes. Tenemos tecnologías pioneras en eólica marina, eólica terrestre, en solar y redes eléctricas. Hay 100 millones de personas que reciben electricidad a través de nuestras redes. Todo eso te da una estabilidad y una capacidad de crecimiento impresionante. Y eso, además, tiene una enorme efecto tractor sobre muchas empresas. La semana pasada inauguramos en Francia un parque eólico marino en el cual han participado 160 empresas, 60 de ellas españolas, con 2.400 millones de inversión. Ese efecto tractor forma parte de nuestro dividendo social. Podemos hacer muchas más cosas. En Estados Unidos tenemos proyectos concretos de más de 30.000 millones de dólares de inversión hasta 2030. En Reino Unido, también de 30.000 a 35.000 millones de libras esterlinas. En Brasil cantidades ingentes también. Y en Europa igual. Tenemos un crecimiento ingente en los próximos cinco o siete o 10 años. No sé cuántas empresas de nuestro sector tienen esa implantación para poder crecer en tantos países a la vez, en temas perfectamente definidos. En redes sabemos la inversión y sabemos cuáles son los retornos que vamos a tener. En eólica marina crecemos a través de concursos que hemos ganado con un precio y unos proveedores ya cerrados. Solo en eólica marina estamos hablando de 25.000 millones en inversiones que tendremos completadas en 2029: 15.000 ya construidos o en construcción y otros 10.000 que tenemos que construir. 25.000 millones es más que la capitalización del 80% de las empresas del Ibex, y eso en uno solo de nuestros negocios
P. ¿Con qué sabor de boca se quedó tras la venta de activos en México?
R. Creo que es una buena operación para todos. Nos costó tiempo entender qué es lo que pretendían y como somos una empresa dialogante, pues al final dialogamos. Yo tuve ocasión de hablar con el presidente de México varias veces y entendí cuál era su planteamiento. Él entendió que yo tenía que defender los intereses de mis accionistas. Lo que han conseguido hubiera costado 10 años hacerlo y un 30%, 40% o 50% más con centrales nuevas. Es un buen acuerdo para las dos partes. Nuestra intención es seguir en México, de acuerdo siempre con la política energética mexicana. Parece que quiere enfatizar la construcción de nuevas centrales renovables, que es nuestro negocio. De hecho, nos hemos quedado con el 50% del negocio en México, vendimos la mitad. Nosotros no hacemos la política energética de los países. Cuando entendemos cuáles son sus intereses políticos y son compatibles con los intereses de nuestros accionistas, llegamos a acuerdos.
P. ¿En España a veces no los han entendido?
R. Nosotros siempre mantenemos una actitud de diálogo. Creemos que con el trabajo de las administraciones públicas y de las empresas, sobre todo como la nuestra con gran trayectoria en la electrificación, podemos avanzar mucho en esta transición. Es verdad que hemos vivimos épocas de crisis y no es fácil aunar consensos en esos momentos, pero es bueno no legislar en caliente y siempre pedimos mirar con perspectiva a largo plazo.
P. Ahora que va a haber relevo en la cartera, ¿cuál debería ser la prioridad?
R. Yo he felicitado a Teresa Ribera [designada vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Competencia], creo que ella es una persona con mucha energía y tiene un trabajo importante para conseguir en Europa generar grandes grupos que puedan competir en el mundo. Yo creo que lo tiene claro y seguro que va a hacer un magnífico trabajo.
P. Le preguntaba por la prioridad en España.
R. En España hay un plan de energía y clima que habrá que ir adaptando. En redes hay que revisar las condiciones de inversión. Hay que abordar el acceso a las redes, donde ante los cuellos de botella que tenemos por parte de las infraestructuras de Red Eléctrica, tendría que cambiarse el esquema y el modelo para ser más ágiles. Hay un tema de permisos que hay que agilizar. Y si quieres tener las luces encendidas, tienes que buscar sistemas para que las centrales que dan seguridad de suministro sigan funcionando. Estoy hablando de las hidroeléctricas, los bombeos, las centrales de ciclo combinado de gas y las centrales nucleares si se estima en algún momento, como han hecho en otros países, que puedan seguir más tiempo, siempre que sea técnicamente viable y se esté dispuesto a hacer lo necesario económicamente para que esas centrales sigan más tiempo. De momento hay un acuerdo y como tal, se respeta.
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