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Escrivá estudia una reestructuración interna y prepara un nuevo plan estratégico para el Banco de España

El exministro tomará hoy posesión como gobernador para poder asistir a la reunión del BCE de la próxima semana

Una vez superado el trámite del Congreso, José Luis Escrivá tomará posesión este viernes de su cargo como gobernador del Banco de España. Los trámites se han acelerado para que el exministro de Seguridad Social y más recientemente de Transformación Digital y de la Función Pública pueda estrenarse como miembro del consejo del Banco Central Europeo (BCE) la próxima semana, donde previsiblemente se decidirá una nueva bajada de los tipos de interés.

Escrivá no llega a un sitio desconocido. Empezó su carrera como técnico en el Banco de España y llegó a ser subdirector del departamento de estudios monetarios y financieros y jefe de la unidad de investigación monetaria de la institución. Allí dejó muchos compañeros y algún que otro amigo. La decidida apuesta que el presidente Pedro Sánchez ha mantenido para que él sea gobernador ha sido decisiva. De hecho, su nombre ha sido el único que el Gobierno ha propuesto en las negociaciones con el Partido Popular, que han concluido sin acuerdo. Con ese aval, el exministro lleva tiempo informándose de las dinámicas de la organización. Mantiene contactos personales en la institución pública que le han ido explicando algunos aspectos del funcionamiento interno.

Escrivá ha concluido que hay que hacer algunos cambios en el Banco de España, según aseguran fuentes próximas al exministro. Es partidario de acometer una profunda reestructuración interna del supervisor. Pablo Hernández de Cos, a quien no deja de ver como un discípulo aventajado que —tal y como reconoce sotto voce— ha marcado un antes y un después en la gestión de la comunicación y en la proyección internacional del banco, deja un importante legado de cara al exterior. Pero Escrivá está convencido de que este trabajo debe completarse con la transformación de las vetustas estructuras del organismo. El nuevo gobernador es un defensor de las políticas de evaluación y aunque siempre ha admirado, desde su época en la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), la capacidad y potencia del centro de estudios y prospecciones del Banco de España, considera que hay que modernizarlas.

El momento no puede ser más oportuno, puesto que el relevo en la cúpula coincide con la culminación del primer Plan Estratégico que la institución puso en marcha allá por 2020, un vencimiento que no solo obliga a una evaluación global de sus niveles de cumplimiento, sino también a desarrollar una nueva hoja de ruta para los próximos ejercicios. Por ahora, los exámenes puntuales de los programas implementados se han centrado en cuestiones como las proyecciones macroeconómicas, las actividades de investigación, la auditoría interna o la comunicación de sus acciones. Falta una visión de conjunto y, probablemente, entrar con decisión en la propia configuración de las instancias que toman las decisiones en el supervisor.

Por ejemplo, fuentes del Gobierno han deslizado en los últimos meses la necesidad de forjar un reequilibrio de poder en la Comisión Ejecutiva, uno de los principales órganos de decisión del organismo. Se trata de una instancia clave. Según relata el propio Banco de España en su página web, no solo tiene la función de formular a las entidades “recomendaciones y requerimientos”, sino que resuelve sobre las autorizaciones administrativas o acuerda “medidas de intervención y sustitución de administradores”. Es decir, todo lo importante pasa por ese cónclave, compuesto por el gobernador, el subgobernador y dos consejeros no natos. En esta última condición preocupa en el Ejecutivo la presencia y el creciente peso en los debates de Fernando Fernández, profesional de reconocido prestigio y execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero elegido a instancias del PP y con un perfil netamente liberal, quien además se ha mostrado muy crítico con el proceso de elección de la nueva cúpula de la institución. Está por ver cómo se configuran ahora los nuevos equilibrios de poder y si se apuesta por redefinir la gobernanza del Banco.

También marcará la era Escrivá cómo se fije la política del supervisor a la hora de posicionarse en cuestiones clave de la política macroeconómica, de la reforma de las pensiones a la subida del salario mínimo o del ingreso mínimo vital, pasando a la oportunidad de publicar determinadas proyecciones macroeconómicas. Tanto De Cos como la subgobernadora, Margarita Delgado, traían un marchamo de independencia que Escrivá, de origen, no tiene. Es más, su servicio de estudios, el mejor del país, tendrá que opinar sobre cuestiones sobre las que el propio Escrivá ha legislado. No sería de extrañar que el nuevo gobernador apostara por limitar la exposición a cuestiones ajenas al sistema financiero, en línea con los postulados de otros bancos centrales internacionales.

“La independencia del Banco de España no está comprometida en ningún caso y esto quiero dejarlo muy claro”, remarcó ayer el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en repetidas entrevistas en varios medios audiovisuales. El ministro extremeño explicó que el banco tendrá que analizar aquellas políticas, actuaciones o medidas del Gobierno en materia económica, al igual que otros organismos como la Autoridad Fiscal. Cuerpo confía en que estas evaluaciones sean transparentes, rigurosas y que los datos y supuestos empleados estén disponibles para que sean verificables, como sucede ahora. “Esto es lo importante y lo que asegurará que efectivamente se mantenga el componente de autonomía y de independencia del banco”. Algunas fuentes gubernamentales temen que los informes que el Banco de España emita en los próximos meses sean más duros con las políticas del Gobierno para que Escrivá trate de ganarse el marchamo de independencia.

Otro de los giros que se esperan en la institución tiene que ver con el reequilibrio de sus funciones. Durante el mandato de Pablo Hernández de Cos, el banco puso el acento en los informes de prospecciones y evaluación de políticas económicas. “Se hizo un esfuerzo en intentar poner las luces largas y mirar más allá del corto plazo”, justifica una fuente del supervisor. Pero en ese camino se desdibujó el papel del Banco de España como supervisor financiero. Ha llamado la atención su discreción en la negociación del acuerdo del sector financiero para proteger a los hipotecados vulnerables o en su vigilancia a la competencia de la retribución de depósitos tras las subidas de tipos del BCE. Ahora se espera que Escrivá reoriente las funciones de la institución para equilibrarla.

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