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El FMI propone gravar más las rentas del capital para limar la desigualdad causada por la inteligencia artificial

El organismo insta a mejorar la protección social y las políticas de empleo para hacer frente a posibles escenarios altamente disruptivos

Cartel de Sapeon, una empresa de chips de inteligencia artificial, expuesto en el Mobile World Congress de Barcelona, en febrero.
Cartel de Sapeon, una empresa de chips de inteligencia artificial, expuesto en el Mobile World Congress de Barcelona, en febrero.Bruna Casas (REUTERS)
Laura Delle Femmine

La inteligencia artificial (IA) es un arma de doble filo. Desde hace tiempo se alaba su potencial para impulsar el crecimiento de la productividad y facilitar tareas, pero a la vez se alerta sobre el impacto que puede tener en el mercado laboral en términos de destrucción de puestos de trabajo. El último organismo en lanzar una alerta es el Fondo Monetario Internacional (FMI): pide a los gobiernos que sean ágiles en sus políticas fiscales ante posibles escenarios altamente disruptivos, mejoren la protección social y las políticas activas de empleo, reformulen los incentivos a la digitalización y se planteen elevar la tributación sobre el capital como herramienta para financiar la transición y “compensar la creciente desigualdad en la riqueza” que, con toda probabilidad, generarán estas nuevas tecnologías.

Así lo refleja el último informe de la institución sobre el tema, publicado este lunes y titulado Broadening the Gains from Generative AI: The Role of Fiscal Policies (Ampliando los beneficios de la IA generativa: el papel de las políticas fiscales, en castellano). El documento reconoce que aún hay una elevada incertidumbre sobre “la naturaleza, el impacto y la velocidad de los avances” en la IA generativa —es decir, aquella capaz de generar contenidos bajo órdenes—, pero que es igualmente alto el riesgo de que estos tengan un impacto superior al de anteriores automatizaciones —esta ola tecnológica es más inteligente y podría desplazar también a empleos cualificados— y desemboquen en más desempleo, de más duración y en dificultades en la reubicación de los trabajadores. Todos estos elementos mermarían los ingresos públicos, debido a la menor cantidad de ocupados, y contribuirían a avivar la mecha de la desigualdad.

“La carga impositiva efectiva sobre el capital ha disminuido de manera constante y ahora es significativamente inferior a la carga impositiva sobre el trabajo. Por lo tanto, si se produce un cambio que corre el riesgo de erosionar la base impositiva general, gravar de manera más efectiva los ingresos de capital puede restaurarla. Pero también hay otra razón, que es que la desigualdad puede aumentar como resultado de la IA, como hemos visto también en automatizaciones anteriores”, señalaba la semana pasada uno de los autores del estudio, el economista Ruud de Mooij, en una sesión informativa sobre el documento. “Los ingresos de capital también están altamente concentrados entre los ricos. Por lo tanto, la desigualdad es otra razón para centrarse en un mayor fortalecimiento de los impuestos sobre los ingresos de capital”, desarrollaba.

El acuerdo sobre un impuesto mínimo global a las grandes multinacionales, de hecho, supone, según el Fondo, un paso que va en la dirección correcta porque limita la competencia fiscal a la baja entre países y mejora el intercambio de información tributaria. Un impuesto complementario sobre los beneficios corporativos “excesivos” podría ser otra de las vías a explorar. En cambio, el organismo no recomienda introducir cargas específicas a la IA, pues podrían ser contraproducentes, suponer distorsiones y dar un golpe al crecimiento de la productividad. Sí sugiere rediseñar los incentivos fiscales a las empresas en materia de innovación, patentes y similares, utilizados sobre todo en las economías avanzadas que tienen el potencial de mejorar la productividad, pero, a la vez, favorecen el desplazamiento de “empleo humano”.

“Desde la década de 1980, la carga impositiva sobre las rentas del capital ha disminuido de manera constante en las economías avanzadas, mientras que la carga sobre las rentas del trabajo ha aumentado”, insiste Era Dabla-Norris, coautora del informe. “Revertir esta tendencia es realmente crucial, ya que una mayor inversión en educación y gasto social para ampliar los beneficios de la IA requerirá más ingresos públicos”.

Más protección social y políticas activas de empleo

El informe también sugiere mejorar la protección social y mejorar las políticas activas de empleo para amortiguar el impacto de la transición y ajustar mejor las habilidades de los trabajadores a los empleos existentes. “En este sentido, la mayoría de los países tiene un margen considerable de mejora”, valora. En la misma línea, insta a invertir más en educación y capacitación de la fuerza laboral. “La combinación de un seguro de desempleo mejorado, así como políticas activas del mercado laboral que incluyan programas de capacitación y desarrollo de habilidades, puede ayudar a aliviar el desempleo de corto plazo”.

“Los últimos avances en IA representan los frutos de años de inversión e investigación fundamental, a menudo financiada con fondos públicos”, recuerda Dabla-Norris. “De manera similar, las decisiones que tomen ahora los responsables políticos darán forma a la evolución de la IA y a sus impactos en las próximas décadas. Así que con las políticas fiscales adecuadas, podemos aprovechar el enorme potencial de la IA y asegurarnos de que genere beneficios más amplios para la humanidad”.

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Sobre la firma

Laura Delle Femmine
Es redactora en la sección de Economía de EL PAÍS y está especializada en Hacienda. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Trieste (Italia), Máster de Periodismo de EL PAÍS y Especialista en Información Económica por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
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