Las medidas anticrisis reducen la presión fiscal en el conjunto de la OCDE
Los beneficios récord de sectores como el energético elevan los ingresos por sociedades en 2022 en más de las tres cuartas partes de los países del club
Los precios energéticos fueron los protagonistas indiscutidos del panorama económico de 2022. Empezaron a subir con los últimos coletazos de la pandemia y terminaron copando los debates a escala nacional, europea y global tras su encarecimiento abrupto con la invasión rusa de Ucrania. Los Gobiernos construyeron entonces escudos para mitigar el golpe de la inflación: ayudas directas a los más vulnerables, mecanismos para reducir el precio de los suministros y sobre todo generosas rebajas fiscales, al punto que la recaudación tributaria en el conjunto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se apuntó el año pasado su tercera caída desde la crisis financiera de 2008. Paradójicamente, la subida generalizada de precios propició a la vez ganancias récord en sectores como el energético, llevando los ingresos por el impuesto de sociedades a crecer en más de las tres cuartas partes de los países que forman parte del club.
En concreto, la presión fiscal —la ratio entre impuestos y PIB— se situó el año pasado en el 34% en media en la OCDE, tras caer unos 0,15 puntos porcentuales con respecto al ejercicio previo, según el informe Revenue Statistics 2023 que el organismo publica este miércoles. Entre 2008 y 2022, solo se habían registrado retrocesos en otras dos ocasiones, en 2017 (-0,6) y 2019 (-0,1). España no fue a contracorriente. La presión fiscal se redujo tres décimas en el mismo periodo, del 37,8% al 37,5%, manteniéndose aun así por encima de la media del bloque —pero inferior a la de la eurozona—. Es más, es uno de los países donde la ratio entre impuestos y PIB más ha crecido en la última década, una clasificación que lideran Corea y Grecia.
Aunque el peso de los impuestos sobre el PIB cayó en promedio en la OCDE, el panorama es heterogéneo. La presión fiscal se contrajo en 21 países, con Dinamarca a la cabeza —registró un descenso de 5,5 puntos, y pese a ello sigue siendo de las economías con una de las ratios más elevadas, del 41,9%—. Los mayores aumentos se observaron en Corea (2,2 puntos, hasta el 32%) y Noruega (1,8 puntos, hasta el 44,3%). La economía de la OCDE con la presión fiscal más elevada en 2022 es Francia, con un 46,1%, mientras que en el otro extremo está el 16,9% de México.
El informe destaca la recaudación por impuestos especiales como porcentaje del PIB retrocedió de manera generalizada, en 34 de las 36 economías de las que hay datos —en 21 en términos absolutos—, sobre todo por el impacto de las medidas públicas puestas en marcha para suavizar el zarpazo de la inflación. “En algunos países, especialmente en Europa, estas caídas estuvieron relacionadas con reducciones en los impuestos a la energía, así como con una menor demanda de productos energéticos”, detalla el informe. “Los ingresos por impuesto al valor agregado (IVA) también disminuyeron como proporción del PIB en 19 países, en parte debido a las políticas para proteger a los consumidores de los altos precios de la energía y los alimentos”.
España también adoptó medidas con intención de mitigar la subida de precios, como las rebajas fiscales a los suministros energéticos, cuyo periodo de vigencia termina el 31 de diciembre y aún se desconoce si habrá una prórroga total o parcial, o la reducción del IVA a los alimentos básicos, que se mantendrá hasta al menos la próxima primavera. El peso de todas estas ayudas está estimado en un punto de PIB, y el hecho de que sigan en pie o se supriman gana importancia ante la vuelta de las reglas fiscales el próximo año y el compromiso del Gobierno de rebajar el déficit hasta el 3% del PIB.
El informe añade que la disminución de los ingresos por impuestos especiales se vio compensada en parte por una mayor recaudación en el impuesto de sociedades gracias a ganancias corporativas récord, especialmente en los sectores energético y agrícola. En España, la recaudación por sociedades superó los 30.000 millones el año pasado, acercándose a los máximos anteriores al estallido de la burbuja inmobiliaria de principios de siglo.
Esta edición de la estadística también analiza la elasticidad de los impuestos entre 1980 y 2021, es decir cómo se han comportado los ingresos fiscales con respecto al crecimiento económico. El estudio concluye que, en línea general, aumentaron al mismo ritmo que el PIB durante el período analizado, con una mayor sensibilidad al ciclo de los ingresos procedentes de sociedades y del IVA, y más estabilidad de las contribuciones a la seguridad social y los impuestos especiales durante las fluctuaciones económicas de corto plazo.
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