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El FMI advierte de la amenaza global de la ‘banca en la sombra’ en plena subida de tipos

El organismo avisa de las interconexiones de ese sector, que concentra el 50% de los activos, con el resto del sistema financiero

La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva.
La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva.Getty Images
Lluís Pellicer

Ya no es solo un riesgo latente. La llamada banca en la sombra ya puso en jaque al sistema financiero el año pasado tras el caos en el mercado del níquel, la crisis de liquidez de Corea del Sur o cuando se encendieron las alarmas en el Reino Unido. El Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte ahora de que esos instrumentos, entre los que hay fondos de pensiones o hedge funds, no han hecho sino ganar terreno desde la crisis financiera de 2008. Si hace 15 años esta maraña de instituciones suponían el 40% de los activos financieros globales, ahora representan el 50%. El FMI avisa de las “vulnerabilidades” que suponen las fuertes interconexiones con el resto del sistema en plena subida de tipos, lo cual deja menos margen de actuación a los bancos centrales.

El mandato de Liz Truss será recordado como el más efímero para una primera ministra británica. Duró casi lo mismo que la crisis financiera que provocó con sus agresivos planes de bajadas de impuestos, que desataron la desconfianza en los inversores. Los complejos engranajes de los instrumentos de la banca en la sombra llevaron a las ventas masivas de deuda por parte de los fondos de pensiones. El Banco de Inglaterra tuvo que intervenir a pesar de estar en plena retirada para combatir la inflación. Es solo otro episodio que muestra las fuertes turbulencias que puede provocar esa banca en la sombra a la que el FMI se refiere como “intermediarios financieros no bancarios”.

Ese sector merece un capítulo en los informes que la institución con sede en Washington presentará la semana que viene dentro de las Reuniones de Primavera y que ya ha avanzado por partes. No es la primera institución que apunta a los riesgos que entraña ese sector: el Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés) avisó del polvorín que supone una “deuda en la sombra” de alrededor de 75.000 millones de euros, mientras que la Junta Europea de Riesgo Sistémico también lo incorporó en la advertencia de riesgos sistémicos que emitió el pasado otoño. Ahora el FMI recoge el testigo. “Las tensiones recientes en algunos bancos en los Estados Unidos y Europa son un poderoso recordatorio de los focos de vulnerabilidades financieras elevadas que se acumularon durante años de tasas bajas, volatilidad comprimida y amplia liquidez”, sostiene el documento.

El organismo que dirige Kristalina Georgieva recuerda que esos instrumentos desempeñan “un papel clave” en el sistema financiero mundial al dispensar servicios y crédito, lo cual contribuye al crecimiento económico. El FMI enumera sobre todo tres riesgos que pueden desatar una crisis: el elevado apalancamiento mediante deuda o derivados; los desajustes de liquidez cuando los activos no proporcionan suficiente efectivo para cubrir los reembolsos a inversores –como ocurrió en el Reino Unido—, y la elevada interconexión de esas instituciones tanto entre si como con el resto del sector financiero, lo cual añade complejidad al sistema global. “El fondo de pensiones del Reino Unido y las estrategias de inversión basadas en pasivos del año pasado subrayan la peligrosa interacción del apalancamiento, el riesgo de liquidez y la interconexión”, apunta el documento firmado por los funcionarios del FMI Antonio García Pascual, Fabio Natalucci y Thomas Piontek, quien añaden que las vulnerabilidades vinculadas a la banca en la sombra “parecen haber aumentado en la última década”.

Durante el periodo de tipos de interés ultrabajos, los bancos centrales podían salir al paso sin problema, puesto que se trataba de inyectar más liquidez a los mercados. Ahora, sin embargo, esa tarea es más compleja. Ante las turbulencias financieras desatadas por las crisis de Silicon Valley Bank y Credit Suisse, el Banco Central Europeo sostuvo que no hay dilema entre la estabilidad financiera y la estabilidad de precios. Es decir, que tiene herramientas distintas para librar la batalla necesaria en cada frente al mismo tiempo, si es necesario. Pero el FMI cree que, en caso de tensiones financieras, sí puede presentarse esa disyuntiva. En pleno repliegue, los bancos centrales deberían inyectar más liquidez en los mercados. Y eso podría golpear su objetivo de frenar la escalada inflacionista. “Inyectar liquidez al banco central con fines de estabilidad financiera podría complicar la lucha contra la inflación”, apunta el capítulo publicado por el FMI. Además, el fondo reclama una comunicación “clara”, para que los mercados no perciban contradicciones entre la actuación de la autoridad monetaria y su tarea de aplacar la inflación.

El fondo ve que las grandes lagunas están en la regulación y en la obtención de datos, que son fundamentales para poder evaluar con precisión los riesgos. “La vigilancia, la regulación y la supervisión fuertes son requisitos previos esenciales”, apunta el informe, que añade: “Se necesitan políticas para garantizar que los intermediarios financieros no bancarios gestionen mejor los riesgos, y eso podría lograrse mediante requisitos de gobernanza y divulgación de datos públicos”. Los funcionarios del FMI creen que hay margen para exigir más y que, en caso de tener que actuar, debe haber condiciones. Por ejemplo, la intervención debe ser “temporal” y dirigida solo a entidades que supongan un riesgo para la estabilidad financiera y articularse mediante préstamos a unos tipos de interés más elevados y acompañados de una mayor supervisión.

El BCE, por su parte, ya expresó el lunes sus temores por el impacto tener una eventual crisis de liquidez en esos instrumentos, que cada vez son más populares en la zona euro. En una publicación difundida por la autoridad monetaria, el Eurobanco teme una una recesión convierta en ilíquidos los activos inmobiliarios y deje expuestos a los inversores que decidan retirar su dinero. Entre otros factores de riesgo, el BCE identifica una eventual bajada de los precios de la vivienda, que ya descendieron en el último trimestre del año por primera vez desde 2015.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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