La manipulación del mercado se normaliza
A pesar del endurecimiento de la normativa europea, lo cierto es que la violación de la competencia por parte de la banca se ha vuelto habitual
En 2013, cuando por primera vez se descubrió en la UE un acuerdo entre bancos para manipular los tipos de interés que sirven de referencia para millones de contratos, pareció el peor de los engaños imaginables. Ya no se podía confiar ni en los índices oficiales. Fue un duro golpe a la confianza de los ciudadanos en el mercado.
En aquella ocasión el fraude se refería a la manipulación de los tipos de interés de productos derivados, utilizados como seguros para reducir los riesgos (swaps y contratos de futuros) vinculados a los tipos del euríbor y líbor. La investigación implicó multas de 1.494 millones de euros a ocho grandes bancos internacionales.
El entonces comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, expresó su asombro: “Lo impactante de los escándalos del líbor y euríbor no es solo la manipulación de los índices de referencia, que está siendo abordada por los reguladores financieros de todo el mundo, sino también la colusión (pacto ilícito en daño de tercero) entre bancos que se supone que son competitivos entre sí”.
Lo inquietante es que aquella infracción no fue un caso excepcional. Los abusos se han multiplicado. Durante la última década se han realizado ocho actuaciones de las autoridades europeas contra pactos secretos entre bancos que han falseado la competencia. Han afectado a los mercados de derivados, divisas y bonos soberanos, como la investigación conocida hace dos semanas. En este último caso la manipulación afectaba al mercado de deuda pública en el que se fija la prima de riesgo, determinante para la intervención de los Estados.
Durante todos estos años han sido sancionados con multas milmillonarias destacados bancos como Deutsche Bank, Société Générale, Royal Bank of Scotland, JP Morgan Chase, Citigroup, Crédit Agricole, HSBC, Barclays, Crédit Suisse, Nomura, UBS y Rabobank, entre otros. Muchos de los pactos secretos se realizaron en plena crisis financiera. El año pasado la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, mostró su indignación porque “en medio de la crisis financiera, cuando muchas instituciones financieras tuvieron que se rescatadas con fondos públicos, estos bancos de inversión se confabularon en este mercado a expensas de los Estados miembros de la UE.
A pesar del endurecimiento de la normativa europea, lo cierto es que la violación de la competencia por parte de la banca se ha normalizado. La gravedad del deterioro de la competencia para la economía y la democracia por el poder de las grandes empresas ha sido puesto de relieve por el profesor de la Universidad Pompeu Fabra, Jan Eeckhout en La paradoja del beneficio. “Hoy por hoy”, escribe, “la única manera de evitar otra catástrofe y restaurar el orden económico es apostar por reformas que favorezcan al mercado y acaben con el poder de las megaempresas”. Y concluye “para salvaguardar la democracia y promover un reparto más justo de lo que produce la sociedad, necesitamos una regulación y unas instituciones que fomenten un capitalismo que favorezca la competencia”. Un propósito que cada día se parece más a una utopía.
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