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Las renovables y el gas dan un respiro en la factura de la luz: noviembre fue el mes menos caro desde el inicio de la crisis

El hogar promedio pagará 70,5 euros de factura mensual en el mercado regulado, frente a los 85 de octubre y los 144 de marzo, el más caro desde que hay registros

Ignacio Fariza
Varias facturas de la luz, en una imagen de archivo.
Varias facturas de la luz, en una imagen de archivo.Pablo Monge

El viento y el gas dan un respiro a los hogares que resisten en el PVPC (Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor). Noviembre ha sido el mes de menor precio de la luz desde el inicio de la crisis energética, a principios del verano de 2021. El coste medio por kilovatio hora (KWh) en el mercado eléctrico regulado bajó en el décimo mes del año hasta los 0,19 euros a falta de la última jornada —la de este miércoles—, su nivel más bajo desde mayo del año pasado. Por aquel entonces, la crisis energética no era más que un rumor lejano: la cotización del gas natural apenas empezaba su escalada, y lo que estaba por llegar no entraba en prácticamente ningún esquema racional.

La factura de la luz para el cliente promedio del mercado regulado —con un consumo anual de 3.500 KWh y 4,4 KW de potencia contratada— rondará los 70,5 euros en noviembre, un 17% menos que el mes anterior y casi la mitad que en marzo —el más caro desde que hay registros—, según los datos de Francisco Valverde, especialista de la consultora sectorial Menta Energía.

Las renovables no solo son un factor clave para la descarbonización: también son el principal elemento para abaratar la factura de la luz. “Si los precios han bajado tanto en noviembre ha sido por el viento que sopló a mediados de mes, cuando, además, coincidió con la bajada del gas”, explica Valverde.

También han ayudado las recientes lluvias, que están aliviando la sequía en los pantanos y que permiten a las centrales hidroeléctricas acercarse, aunque todavía a mucha distancia, a su ritmo habitual de actividad y que están permitiendo una todavía ligera disminución en la demanda de electricidad por parte de Portugal.

“El factor que aún tiene que normalizarse es Francia”, completa Rafael Salas, profesor del Departamento de Análisis Económico y Economía Cuantitativa de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), en referencia a la brutal parálisis técnica a la que se está viendo sometido su otrora todopoderoso parque nuclear.

El reciente aterrizaje de los precios en el mercado mayorista español —y, con él, el de las tarifas que se pagan en el regulado, al que están adheridos cuatro de cada 10 hogares— ha ensanchado aún más la diferencia de precios respecto al resto de grandes mercados europeos. “La brecha de precios actual es grande, especialmente con Francia, pero también con el Reino Unido. Viendo lo que está ocurriendo fuera, nos podemos dar con un canto en los dientes con los precios que estamos teniendo ahora, que son la mitad que en el resto de Europa”, añade Valverde. “La excepción ibérica existe, y no hablo del tope al gas”.

Pese a esta reciente mejora, 2022 terminará con total probabilidad como el año más caro de siempre en el mercado eléctrico español: según los datos de Valverde, la factura anual para el consumidor medio del mercado regulado ascenderá a casi 1.260 euros este año, frente a los 936 de 2021 y los 775 de 2020, el ejercicio de la pandemia.

Clave en el descenso de la inflación

Este paulatino abaratamiento de la electricidad —aunque desde máximos— está teniendo un importante efecto tractor sobre la inflación, que empieza a dar señales de distensión tras meses haciendo estragos en el bolsillo de las familias. El dato de noviembre, publicado este martes, es cristalino: el índice general de precios se moderó hasta el 6,8% interanual, cinco décimas menos que en octubre, con la energía como principal factor coadyuvante. La electricidad supone algo más del 4% del IPC, y gasóleo y gasolina aportan algo más del 3% y un 2,5%, respectivamente; hasta sumar casi el 10% en total. A falta de los datos finales desagregados, de esos tres productos energéticos, la luz fue el que más cayó y el que, por tanto, más contribuyó a presionar el índice a la baja.

“La electricidad es el principal factor en este descenso del IPC”, constata Salas por teléfono. “El determinante de la bajada es la energía, y dentro de ese grupo la electricidad es tanto el elemento que más baja como el que más pesa”. En noviembre del año pasado la inflación anual de la electricidad era de casi un 47%; este noviembre es del -22%. Un cambio radical de paradigma en solo 12 meses.

Lo que ocurra en el futuro próximo —continúa Salas— dependerá, sobre todo, de los derroteros que siga el gas natural. “El factor clave es lo frío o no que sea el invierno. Las reservas, sin embargo, son mucho mayores de lo esperado a estas alturas del año y, aunque suba en las próximas semanas y meses, creo se puede ser razonablemente optimista: salvo una Filomena a escala europea, muy improbable, el pico de precios que vimos en agosto ya es historia”, sostiene. En el plazo más corto, agrega, “muy mal se tendrían que dar las cosas” para que la inflación energética —y, con ella, la general—, no siga enfilando a la baja en diciembre. “El año pasado fue un mes muy malo, y es con el que se establece la comparación”, cierra.

El precio medio del mes que está a punto de terminar habría sido aún menor de no ser por el ligero cambio de tendencia en los últimos días, en los que la meteorología ha acompañado menos —algo más de frío, con el consecuente aumento de la demanda; y, sobre todo, mucho menos viento— y en los que los precios han vuelto a repuntar.

A tenor del mercado de futuros —siempre imperfecto, pero la única guía posible de por dónde irán los tiros—, la factura de un hogar medio del mercado regulado volverá a picar al alza tras tres meses consecutivos a la baja: los poco más de 70 euros de noviembre pasarán a ser casi 87 en diciembre, un nivel similar al de octubre, siempre según los cálculos de Valverde.

Sin compensación por el tope al gas

El giro de guion de los últimos meses no solo afecta al mercado mayorista, del que bebe el Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor (el PVPC, como también se conoce al mercado regulado). La caída del gas y el buen tono de la eólica también ha permitido una importante relajación en la compensación que abonan los hogares por la excepción ibérica, el llamado tope al gas: tras cinco meses y medio de aplicación, en noviembre ha sido prácticamente cero (apenas de un céntimo por megavatio hora).

Una caída que, como la del mercado regulado, responde tanto al abaratamiento del gas como a la creciente fracción de demanda que se ha podido cubrir con renovables. La gran paradoja es que, hasta en nueve días de noviembre, este ajuste no solo fue inexistente, sino que fue negativa: lejos de ser damnificados por el estirón de la demanda francesa, como hasta ahora, los consumidores españoles incluso vieron rebajada su factura por el alto volumen de electricidad exportada al país vecino.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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