El azúcar se pone por las nubes
El edulcorante sufre una inflación del 42,8% en España, impulsada por la baja producción continental y los costes energéticos
Antes todo esto era remolacha. Esta hortaliza reinaba en Peleas de Abajo (Zamora, 250 habitantes), cuya producción azucarera mantenía a muchas familias, pero ahora solo quedan dos remolacheros, una tendencia común en España y en Europa. El incremento del coste de la energía, la reducción de la producción por las altas temperaturas continentales y el abandono de este cultivo, de donde se obtiene el azúcar, han provocado que en octubre los precios del edulcorante se disparen un 42,8% respecto al octubre pasado, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). España importa la mayoría del azúcar que consume, mientras la producción propia se reduce por la apuesta de los agricultores por plantaciones más cómodas y rentables como el maíz.
El zamorano Javier Prieto, de 51 años, cuenta que el negocio cae desde hace años. Junto a su hermano, labra 60 hectáreas que rinden 6.500 toneladas de cosecha anuales. Aunque cerró en febrero con la cooperativa un precio de 42 euros por tonelada, más las ayudas que recibe el gremio, el importe ha subido hasta los 65 euros por tonelada “gracias al esfuerzo de la cooperativa” ante “gastos exagerados en energía y abonos”. El aumento, dice Prieto, no compensa el desembolso extra, por lo que este agricultor se pregunta “quién se lleva el dinero”.
José Antonio Carbajo, de 57 años, tiene el mismo parecer desde Santa María del Páramo (León). Vende a varias cooperativas el fruto de sus 14 hectáreas, que generan unas 14.000 toneladas de la raíz. Las entidades financian recursos imprescindibles para el campo y que según el labrador han triplicado su precio, como los abonos complejos o los nitrógenos. También le han pagado un extra de dos euros por tonelada para compensar. “Veremos el año que viene quiénes seguimos”, avisa Carbajo. Más del 80% de la remolacha azucarera de España procede de Castilla y León, según datos del Ministerio de Agricultura. El gremio, sostiene Donaciano Dujo, presidente de la agrupación agraria Asaja en esta comunidad, sufre “costes elevadísimos”. Dujo reclama incentivos que impulsen estas plantaciones “para que los agricultores vuelvan a confiar en este cultivo, siembren más y les sea más rentable”.
Dos de las principales empresas del sector explican las subidas. Javier Narváez, directivo de la cooperativa Acor, detalla que, al importar España más azúcar del que fabrica, sufre precios superiores y acusa especialmente las circunstancias continentales: “En 2021 se prohibió un químico que causó un aumento de precios porque supuso la peor producción europea de la historia. Además, el calor y la sequía han sido perjudiciales este año y desde 2018 existe cierto abandono del cultivo”. “Las multinacionales con azúcar lo reciben a precios parecidos al año pasado”, añade.
Aunque en los estantes el precio crece notablemente, este ingeniero agrónomo asegura que las grandes azucareras no se lucran con esta inflación, pues operan con contratos cerrados desde meses atrás tanto con agricultores como con distribuidores, y no se aprovechan de los “precios de oportunidad” ligados a la carestía: “Sube el precio por la falta de oferta, la demanda se mantiene tras reducirse un poco durante la pandemia”. El director comercial de La Azucarera, Luis Salvo, afirma que “el incremento sin precedentes de algunos de sus componentes, como el coste de la energía o los combustibles”, repercute en el edulcorante, por lo que los precios que la empresa paga a los proveedores han aumentado un 75%.
El análisis de portavoces del Ministerio de Agricultura coincide con el del sector. Apuntan a las sequías, las reducciones de cultivos y a la Unión Europea, dependiente de la coyuntura global como importador del dulce. La explosión de precios también se nota a escala continental. La UE es la mayor productora mundial de azúcar de remolacha, con un 50% del total, pero conforma solo el 20% del consumo global: el 80% proviene de la caña de azúcar, con Brasil e India como referentes, según la Comisión Europea.
Hace tres años, según la Comisión Europea, se pagaba a 320 euros por tonelada; este septiembre a 512, aunque con matices. España se encuentra en el grupo “Región 3″ (R3), como Italia y Portugal, con inflaciones similares en azúcar, pues son países poco remolacheros en comparación con los centroeuropeos, y por tanto pagan más al necesitar importar más cantidad. Este grupo abonó en septiembre una media de 669 euros por tonelada, frente a los 475 de naciones dominantes. El observatorio del mercado del azúcar del Ejecutivo comunitario refleja que cada hectárea europea labrada ofrece 73,2 toneladas de remolacha de media, cantidad “ligeramente inferior” a la media del último lustro, y que confían incrementar. La inflación sobre el azúcar en la eurozona ronda el 20%, casi la mitad que la nacional.
Representantes del Ministerio de Agricultura exponen que “la diferencia entre la R3 y la media UE ha crecido; en octubre de 2021 la diferencia era de 63 euros por tonelada. En septiembre de 2022, de 157 euros”. Agricultura muestra optimismo para 2023 y cree “previsible” que la tendencia alcista “se vea frenada”. La Organización Mundial del Azúcar vaticina un aumento global de producción de un 5,5%, lo que permitiría alcanzar excedentes sobre el consumo por primera vez tras cuatro años de déficit. “Como aspecto positivo cabe señalar la mejor remuneración de los remolacheros”, sostiene Agricultura ante la escasez de oferta, aunque estos reiteran que el aumento de los costes reducen esos beneficios derivados de la inflación, que notan al arrancar sus tractores, abonar sus terrenos y trasladar la cosecha a las refinerías.
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