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Tardes a precios cero; mañanas y noches caras: el auge de las renovables anticipa el mercado eléctrico que viene

El auge de la eólica y la fotovoltaica desplomará el coste de la luz en las horas en las que confluyen el viento y el sol. La volatilidad será la nota predominante

Planta fotovoltaica en Brenes (Sevilla), perteneciente a la Comunidad de Regantes del Valle inferior del Guadalquivir.
Planta fotovoltaica en Brenes (Sevilla), perteneciente a la Comunidad de Regantes del Valle inferior del Guadalquivir.PACO PUENTES (EL PAÍS)
Ignacio Fariza

Tramos vespertinos a precio cero, cuando el viento y el sol cubren la mayor parte de la demanda; y mañanas, noches y hasta madrugadas caras, cuando las centrales térmicas marcan el precio de la luz. El mercado eléctrico español ha entrado en una fase de bipolaridad extrema: jornadas que combinan horas a coste disparatado —por encima de los 200 euros por megavatio hora, algo inconcebible hasta hace unos meses—, con franjas en las que el coste se desploma hasta quedar a un paso de los cero euros. Dos factores están detrás de este fenómeno de extremos: de un lado, la brutal escalada del gas, que estira los precios en las horas de mayor demanda —a la espera del límite que el Gobierno alumbrará en los próximos días—; del otro, la entrada de más y más potencia fotovoltaica y eólica, de largo las fuentes de generación más económicas.

“Esta volatilidad ha llegado para quedarse, con una diferencia de precio cada vez mayor entre las horas caras y las baratas, que serán cada vez más las de mayor producción renovable”, sostiene Luis Atienza, expresidente de Red Eléctrica de España (REE), y uno de los mejores conocedores del sector eléctrico español. “Esas franjas horarias más baratas serán las que habrá que aprovechar para consumir, almacenar y, en un futuro, también para producir hidrógeno”.

Quien quiera viajar a esa curva eléctrica del futuro, que está solo a la vuelta de la esquina, no tiene más que pararse a observar lo ocurrido el pasado 8 de abril, un viernes al uso justo antes de la Semana Santa, en el que la demanda no tuvo ningún comportamiento anómalo respecto a la media. Con un precio medio diario de casi 155 euros, en esa jornada se dieron precios cercanos a 250 euros por megavatio hora (MWh) a primera hora de la mañana y a última hora de la noche, pero también cuatro horas (entre las dos y las seis de la tarde) de valores mínimos: 20, 7, 7 y 14 euros, respectivamente. El factor determinante de esta altísima variación horaria fue la confluencia de rachas de viento y radiación solar más que respetable en los mismos tramos horarios baratos, con horas caras en las que el gas natural —ciclos combinados y centrales de cogeneración— estiraron el precio al máximo. El límite al coste de este combustible que aprobará el Gobierno en los próximos días reducirá la presión en esas horas, pero los valores seguirán siendo inusualmente altos.

“Siempre hemos tenido el concepto de que las horas baratas eran de madrugada, pero ya no es así: vamos hacia la paradoja de que durante épocas del año, sobre todo primavera y otoño, que es cuando más eficiente es la producción solar y no hay demanda de aire acondicionado ni de calefacción, las horas más baratas son —y serán cada vez más— las primeras de la tarde”, apunta Juan Antonio Martínez, del Grupo ASE, un asesor energético para empresas.

La dinámica solo empezará a revertirse cuando el parque automovilístico se pase del motor térmico al eléctrico de forma masiva. “La potencia renovable que se está instalando está siendo superior a la electrificación de la economía, pero están sentadas las bases para que la demanda crezca a futuro, así que el efecto probablemente vaya mitigándose”, augura Martínez. Hasta entonces, sin embargo, aún quedan varios años de potentes picos y valles en las curvas intradiarias de precios de la luz.

Estrechamiento del hueco térmico

Según los datos de ASE, el crecimiento de la generación fotovoltaica (del 52% frente al año pasado), está provocando que los días de generación eólica moderada —”y ya no elevada, como se precisaba hasta ahora”—, las renovables sumen fuerzas para “expulsar a los ciclos combinados (el llamado hueco térmico) y provocar un hundimiento del precio”. En las horas de más insolación, las centrales de gas están aportando menos del 6% de la oferta eléctrica, una cifra que tenderá a cero a medida que vayan conectándose a la red nuevas granjas solares.

Este cambio de patrón va a tener implicaciones fundamentales sobre todo el mercado. “No es que esta tendencia vaya a continuar en el futuro: es que estas diferencias entre las horas baratas y el resto van a ser aún más acusadas”, desliza Natalia Fabra, catedrática de la Universidad Carlos III de Madrid. De momento, reconoce, es un fenómeno más de primavera, otoño y fin de semana: en los dos primeros casos, por la coincidencia de buen recurso eólico y solar; en el tercero, por el bajo consumo. “A medida que crezca la fotovoltaica, habrá más días de diario con esta curva de precios, de tardes baratas y madrugadas menos baratas”, resalta Francisco Valverde, de la comercializadora Menta Energía. “Ahora estamos viendo solo el principio de lo que será el mercado del futuro, a solo tres o cinco años vista”.

En ese escenario, las “tan denostadas tarifas PVPC [el nombre técnico que reciben los contratos regulados] son más necesarias que nunca: es la única forma de que la demanda responda a los precios bajos en esas horas de generación solar”, enfatiza Fabra. En este tipo de contratos, el precio lo dictamina la evolución del mercado mayorista y los peajes, mientras que en los del mercado libre el precio suele ser el mismo en todas las franjas horarias, de forma que el cliente no tiene ningún incentivo para adaptar su consumo a las horas en las que el viento, el sol y la nuclear cubren prácticamente toda la demanda.

Casi 90 gigas de sol y viento en 2030

Esta montaña rusa en la que se ha instalado el mercado diario de la luz es solo el prolegómeno de lo que ocurrirá en los próximos meses, cuando los aerogeneradores y los paneles solares seguirán añadiendo gigas de capacidad. Los casi 29 gigas de eólica instalados hoy deberían convertirse en más de 40 en tres años y en 50 a finales de la década, según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec), la hoja de ruta del Gobierno para el resto de la década.

El despegue será aún más acusado en el caso de la fotovoltaica: el Pniec espera que los 16 gigas actuales se conviertan en casi 22 en 2025 y en más de 39 en 2030. A esa doble fuerza hay que sumar, además, la fiebre del autoconsumo, que reducirá aún más la demanda —ya ha empezado a reducirla, de hecho— en las horas centrales del día (en las que la radiación solar es mayor). Las lavadoras, cada vez más, no se pondrán de madrugada sino a primera hora de la tarde. Al tiempo.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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