Olivareros y viticultores andaluces, en jaque ante la onda expansiva económica de la guerra en Ucrania
El aceite y la aceituna temen la pérdida de unos mercados por los que habían apostado en los últimos años
La invasión rusa de Ucrania ha sembrado la incertidumbre sobre las exportaciones del sector agroalimentario andaluz justo después de batir en 2021 su récord, con más de 12.000 millones de euros de ventas al exterior. El aceite de oliva y la aceituna de mesa, dos de los productos que tiran del comercio externo, se erigen como los primeros damnificados por la posible onda expansiva económica que supondrá la guerra. Solo este país, junto a otros de su entorno como Bielorrusia, copa en torno al 3% de las exportaciones de aceite de oliva español. El sector olivarero no es el único que contiene el aliento. El del vino de zonas como Huelva y Jerez ya ven peligrar sus cuentas —con incidencias cambiantes en función de la zona—, pero con la certeza de que la guerra aguará el potencial ruso como zona de expansión en el que llevaban años trabajando.
“Todo son malas noticias para el aceite de oliva y mientras más dure el conflicto armado, mayores serán las pérdidas para el sector”, asegura Rafael Pico, director de Asoliva, la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador de Aceites de Oliva y de Orujo. Según Pico, la Unión Europea exporta a Rusia unas 27.000 toneladas anuales de aceite de oliva, de las que el 50% proceden de España y el resto de otros países productores. “No es tanto la cantidad [España ha exportado el último 1.100.000 toneladas de aceite de oliva], sino el efecto que tendrá este conflicto en un mercado que es muy importante para nosotros”, apunta el responsable de Asoliva.
A la espera de conocer si las sanciones impuestas por Rusia perjudicarán al aceite de oliva, ya se sabe que la guerra va a afectar al consumo por el desplome del rublo ruso, que ha supuesto un aumento del 40% en el precio del aceite. Aunque la volatilidad de la situación es tal que también está por saber si la falta de aceite de girasol —que ya se está materializando en los lineales de algunos supermercados— traerá consigo un encarecimiento del de oliva que mitigue las cuentas. El pasado lunes, Deoleo —multinacional española de alimentación centrada en el aceite de oliva— se disparaba en la Bolsa un 18,27%, y el martes crecía otro 1,82%.
En Onucop, una cooperativa de segundo grado de vino de mesa de Huelva, ya son “conscientes de que se va a paralizar el comercio con la zona”. Lo asume sin paños calientes el gerente de la entidad, Luis Bermúdez, pese a que añade que entre el 70 y el 80% de su producción de un millón de botellas —blancos y tintos— iba a Rusia, Ucrania y Bielorrusia, zona cero del conflicto bélico o de los bloqueos económicos. Hasta finales de la semana pasada, la compañía había conseguido servir todos los pedidos apalabrados con sus clientes y, por ahora, “solo hay silencio con respecto a qué pasará”. “Empezamos en 2019 e íbamos muy bien, pero después llegó la pandemia y ahora esto”, apunta Bermúdez.
España es el primer productor y exportador mundial de aceituna de mesa y Rusia representa su segundo mercado de exportación por detrás de Estados Unidos. El origen de las aceitunas en el mercado ruso es mayoritariamente español, con una cuota de mercado del 95% (sostenida en el tiempo), que convierte a España en líder en el mercado ruso de la aceituna de mesa. Ucrania y Rusia representan un 8% de las exportaciones nacionales. El año pasado, Andalucía vendió aceituna de mesa a Rusia y a Ucrania por valor de 34,2 millones de euros, mayoritariamente de la variedad negra, la misma que viene soportando un arancel del 35% por vender a Estados Unidos. Ahora nadie sabe precisar qué será de estos números. “Esto va a ser un doble castigo y la tormenta perfecta para el sector”, lamentó hace unos días la consejera andaluza de Agricultura, Carmen Crespo, al valorar los datos aportados por la Asociación de Exportadores de Aceituna de Mesa (Asemesa).
El gerente de Onucop formó parte de la comitiva de Extenda, institución de la Junta de Andalucía, que participó hace un mes en Prodexpo 2022, el mayor encuentro de profesionales de Rusia para el sector de alimentos y bebida. Allí se llegó a barajar previsiones de exportaciones andaluzas en el país de hasta 7.000 millones hasta 2025. El contexto ha cambiado y la Interprofesional del Aceite de Oliva de España ha tenido que replantearse sus campañas de promoción en Rusia y en los países de su entorno, un territorio donde este producto se está posicionando con fuerza y en claro ascenso cada campaña, en un mercado con unos 80 millones de consumidores de buen poder adquisitivo. “El riesgo es que con el nuevo escenario se prohíba la entrada total de productos o se impongan aranceles”, ha indicado Manuel Alfonso Torres, vicepresidente de la Federación Española de Industrias Fabricantes de Aceite de Oliva (Infaoliva).
Algo parecido cree César Saldaña, presidente del Consejo Regulador del Vino de Jerez, convencido de que la nueva realidad restará valor al potencial del mercado ruso: “Tendremos que ir viendo, pero seguro que habrá medidas”. Con todo, en las empresas agroalimentarias gaditanas apenas hay bodegas que ya fíen el grueso de sus exportaciones a la zona. Osborne sufrió en 2014 los bloqueos de la crisis de Crimea en sus exportaciones de jamones Cinco Jotas. Entonces, era su segundo mercado internacional. Hoy Rusia está tan abajo en su lista de exportaciones que ni está identificado como mercado estratégico. Lo mismo ocurre con otras bodegas, como Williams & Humbert o González Byass, con reducidas ventas en los países en crisis. De hecho, de los 7.909.509 de litros de brandy que exportó Jerez en 2021, solo 112.847 litros fueron a Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
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