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Mario Marcel: “Boric lidera un cambio profundo, pero quiere que sea ordenado y sostenible en el tiempo”

El próximo ministro de Hacienda de Chile adelanta las prioridades del futuro Gobierno: una reforma tributaria y un programa de “recuperación inclusiva” pospandemia

Mario Marcel sobre Chile y Gabriel Boric
El futuro ministro de Hacienda de Chile, Mario Marcel, durante la entrevista con EL PAÍS en su casa de Santiago, el viernes 25 de febrero.Cristian Soto Quiroz
Federico Rivas Molina

Mario Marcel (Santiago de Chile, 62 años) dejó la dirección del Banco Central de Chile en enero, para sumarse al Gobierno de Gabriel Boric como ministro de Hacienda. Es la apuesta del presidente electo para tranquilizar a empresarios e inversores, temerosos de una deriva estatista que privilegie un aumento del gasto público sobre la salud fiscal. Marcel es un hombre de hablar pausado y sin estridencias. Vive en una casa de la zona más tranquila de Providencia, pegada a los cerros. Atesora allí recuerdos de su paso por Francia, donde trabajó en la OCDE, fotos familiares y muchos libros. En esta entrevista, dice que defenderá la prudencia fiscal “no para dejar las cosas como están, sino para permitir que los cambios sean duraderos”.

Pregunta. ¿Por qué Boric lo ha elegido ministro de Hacienda?

Respuesta. Boric lidera un proceso de cambio profundo, pero quiere que este sea ordenado y sostenible en el tiempo. Para eso es importante tener un buen manejo de las finanzas públicas y la economía. En Chile y otros países de la región hemos tenido muchos Gobiernos que quisieron hacer reformas importantes, pero tuvieron que abandonarlas porque la economía falló. Tenemos experiencia abundante desde la cual valorar la importancia de la prudencia fiscal, no para dejar las cosas como están sino para permitir que los cambios sean duraderos.

P. Las reformas profundas requieren dinero.

R. Por supuesto que eso tiene un costo. Son reformas muy importantes que van en el sentido del desarrollo de un Estado de bienestar, con derechos universales. Por eso el programa de Gobierno contempla una reforma tributaria bastante ambiciosa. Las metas de recaudación que se han planteado de 5% del Producto en cuatro o cinco años es más que la suma de las dos grandes reformas que hemos tenido en democracia.

P. ¿Chile está preparado para un Estado más presente, como plantea Boric, y por lo tanto más grande?

R. Hay una herencia cultural de la dictadura que no es menor. Impera una visión muy individualista de las decisiones, oportunidades y riesgos que no es fácil cambiar. Lo vimos en este período de la crisis, con experiencias reveladoras, como los retiros de fondos de pensiones [en Chile el sistema de pensiones es de capitalización y gestión privada]. La reiteración de retiros masivos se apoyó en la idea de que ‘los fondos son míos y yo tengo derecho a disponer de ellos y el Estado no me lo debería impedir’. Eso, para un sistema de pensiones, es fatal.

P. ¿Eso cambiará?

R. El propósito es construir un sistema mixto, donde la capitalización siga siendo un componente pero ya no el único eje del sistema y con un rol más importante del Estado. La relevancia de lo público también se manifestó durante esta crisis, donde el sistema público de salud se reivindicó en la lucha contra la pandemia.

P. Estará en un Gabinete de gente de entre 30 y 40 años, la edad de sus hijos. ¿Cómo se siente?

R. Muy cómodo, porque soy una persona muy inquieta, me importa la innovación. Y para eso, trabajar con un equipo joven es una oportunidad maravillosa.

P. ¿No teme que el Frente Amplio lo vea como el representante del pasado?

R. No lo he sentido. Participo del comité político, me ha tocado trabajar con los ministros y el equipo que estamos formando en Hacienda tiene bastante gente joven.

P. ¿Dudó en aceptar el cargo?

R. Poco antes de que el presidente Boric me propusiera esto, estaba empezando mi segundo periodo como presidente del Banco Central y en ese contexto señalé la importancia de que los economistas fuéramos capaces de abandonar nuestra zona de confort. Esta es la oportunidad de que este país dé un salto importante y que lo dé con relativa seguridad desde el punto de vista económico. Con Boric no tuve un llamado telefónico, fueron varias horas de conversaciones.

P. ¿Qué le dijo Boric?

R. Hablamos de lo que debería ser la política económica en el futuro gobierno y tuvimos amplias coincidencias. Tenemos una comunidad de visión, mucho más que una simple invitación a integrar un Gabinete.

P. ¿Cuál será su prioridad cuando asuma?

R. Una es un programa de recuperación inclusiva, que asegure que nadie se quede atrás en la pospandemia. Hay sectores rezagados, necesidad de crear empleo, riesgos de sobre endeudamiento. La segunda es la reforma tributaria a la que ya me referí.

P. ¿Cómo está la economía chilena?

R. La recuperación, a nivel agregado, ha sido dinámica, alcanzándose un nivel de actividad que ya es bastante superior que el que teníamos antes de la pandemia o del estallido social. Pero como parte de eso se ha logrado con un boom de consumo alimentado por el aporte de liquidez a los hogares, no necesariamente es sostenible. La economía chilena se irá rebalanceando, con más inversión y consumo más moderado. Las finanzas públicas también deben entrar en una senda de consolidación después del gran esfuerzo fiscal para contener el impacto de la crisis.

P. El 1% más rico acapara casi el 49,6% de la riqueza de Chile, según el último informe del World Inequality Report de este año. ¿Cómo piensa el Gobierno reducir esa desigualdad?

R. En Chile, la desigualdad no se genera solo porque los ingresos son desiguales, sino porque la protección social es débil. Una familia de bajos ingresos donde el jefe o jefa de hogar pierde el trabajo o no puede seguir haciéndolo por su edad supone un retroceso en el nivel de ingresos del cual es muy difícil recuperarse. Necesitamos sistemas de salud de mayor cobertura, pensiones con mejores tasas de reemplazo, mejores seguros de cesantía.

P. ¿Las revueltas sociales cambiaron su percepción de la situación en Chile?

R. Todo el mundo se sorprendió en mayor o menor medida, porque fue un evento muy repentino, muy masivo, sin organización y con niveles de violencia importante. Parte de esto tiene que ver con expectativas frustradas. En Chile históricamente se ha visto a la educación como un mecanismo de movilidad social. Pero con la universalización de la educación secundaria y la masificación de la educación superior, el premio económico de más años de estudio se redujo significativamente, frustrando aspiraciones.

P. ¿Eso explica el estallido?

R. Es más amplio que ésto. Hay reclamos por abusos, injusticias, exclusion, corrupción. Pero dado que Chile no es el peor país de la region en estas dimensiones, uno debe pasar estas realidades por el lente de una sociedad que ha elevado mucho sus exigencias. Y en este sentido, lo que distingue a Chile es la velocidad con la que creció la clase media, la debilidad de los sistemas de protección social y un crecimiento de los sectores medios financiados con deuda. Esto genera una sensación de vulnerabilidad y muchas más exigencias al sistema.

P. ¿Qué le dice a un inversor que tiene que poner su dinero en Chile?

R. Le diría que Chile es un país de oportunidades, porque tenemos una base muy sólida y nos estamos haciendo cargo de nuestras debilidades. Mientras por un lado tenemos una buena infraestructura tecnológica para la economía digital, nos falta calificación de nuestros trabajadores. Inversiones que vayan acompañadas de capacitación deberían tener una proyección significativa. En un mundo que valora la economía verde, Chile ha avanzado mucho el el desarrollo de energías renovables, tratamiento de aguas, preservación de espacios naturales. Lo que hace 10 años atrás se podía ver como una complicación para la inversión, hoy día pasa a ser una ventaja competitiva. Y somos un país que valora tanto las instituciones, que estamos resolviendo un gran conflicto social por la vía de actualizarlas, partiendo por la Constitución.

P. ¿Está conforme con el trabajo en la Convención Constituyente?

R. Una Constitución que sea generada por una convención que sea 100% elegida y con una participación grande de independientes es algo muy excepcional. El proceso de decision de la Convención es muy elaborado, desde la formulación de propuestas hasta la aprobación de un texto final con el respaldo de dos tercios de los convencionales. En el ultimo tiempo la atención ha estado concentrada en la formulación de propuestas que se presentan a comisiones, donde algunas de ellas que se ven como extremas o utópicas han generado preocupación. Sin embargo, los textos que en definitiva ha aprobado el plenario con los dos tercios de los votos requeridos son mucho más alentadores. Considerando lo que queda del proceso, creo que la oportunidad de contar con una Constitución que represente a la gran mayoría del país y se haga cargo de nuestros grandes desafíos sigue plenamente vigente.

P. ¿Cómo evalúa el impacto de la guerra en Ucrania para Chile?

R. Nuestro comercio con Rusia es muy pequeño. Lo que más nos afecta es el impacto sobre el precio del petróleo, porque somos importadores netos. También nos pueden afectar mayores precios de los alimentos, por el peso de Rusia y Croacia como productores mundiales.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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