Chile, Colombia y Perú quieren sacar tajada del boom de inversores novatos
Una nueva plataforma digital combina las bolsas de valores de los tres países para atraer más inversionistas, pero se enfrentará a los obstáculos de siempre
Este mes, las bolsas de valores de Chile, Colombia y Perú anunciaron que se fundirán en una nueva plataforma digital. La idea es hacer más accesible y más atractiva la compra de acciones de empresas en esos países y el momento es clave, ya que los últimos dos años ha habido un despertar de inversionistas independientes en la región. Esta plataforma los quiere captar.
No será fácil. Los tres países integran desde 2011 el Mercado Integrado Latinoamericano (MILA), el cual se diseñó con el mismo propósito, aunque sin grandes resultados. Se esperaba que, al conjugarse en un solo mercado de mayor tamaño, las empresas recaudaran más recursos de inversionistas globales, pero, aún después de que México se uniera en 2014, tal crecimiento nunca llegó.
La nueva apuesta, que no incluye a México, es tecnológica. Las tres bolsas crearon una empresa de cartera, o holding, para operar una plataforma digital que le permita a inversionistas, ya sean ciudadanos de a pie o grandes fondos, comprar acciones de empresas de cualquiera de estos tres países, en su moneda local, desde cualquier dispositivo. Se espera que el crecimiento de los ingresos del holding sea 47% más alto que la suma del crecimiento de los tres intercambios separados.
El mercado combinando reúne a más de 500 empresas y, de acuerdo con datos de la empresa administradora de fondos de pensiones colombiana Sura, tiene un capitalización bursátil de 205.000 millones de dólares. “Es, sin lugar a duda, un hito de gran relevancia para nuestros países,” dice David Aguirre, director de la división de administración de inversiones de la empresa. Es un paso “natural si tomamos en consideración que una parte relevante de los ingresos de las compañías listadas en nuestras bolsas provienen de subsidiarias centroamericanas”. Por ejemplo, cerca del 50% de los ingresos de las compañías listadas en bolsa de valores de Santiago, en Chile, provienen de fuentes extranjeras.
Este es el tipo de integración que multilaterales han promovido durante años. En 2019, la OECD publicó un reporte con recomendaciones para mejorar el acceso a las finanzas corporativas e impulsar de manera responsable los mercados de renta variable (es decir, los accionarios). “La fusión de las bolsas de valores de Colombia, Chile y Perú puede facilitar la estandarización de sus plataformas, pero una mayor integración también dependerá de una mayor armonización regulatoria y del interés de los actores privados en operar a través de las fronteras”, apunta Caio de Oliveira, analista de políticas en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), quien se especializa en Gobierno corporativo.
Sin embargo, aún persisten diferencias en las regulaciones y las tasas de impuestos a cobrar por transacciones, lo cual hace el proceso menos accesible. “Y quizás de mayor importancia es el hecho de que los inversores necesitan la confianza de tener un acceso equitativo a información de alta calidad de las empresas, independientemente de dónde se encuentren”.
Este argumento toca un nervio sensible entre empresarios en Latinoamérica. “Nuestras compañías aún siguen estando renuentes a pagar los ‘costos’ que acarrea el proceso de volverse una compañía pública, como el disclosure de información, y/o la entrega parcial o mayoritaria de la toma de decisiones”, apunta Aguirre, de Sura, “el aprovechamiento de este tipo de oportunidades a través de un mayor número de Ofertas Públicas Iniciales podría ser limitado en el corto plazo”
El caso de la mexicana Crédito Real, empresa de servicios financiero, ilustra este problema. Antes de caer en impago por un bono de deuda, sus acciones llevaban un año en caída a partir de que sus inversionistas cuestionaran la decisión del consejo, conformado mayoritariamente por miembros de una misma familia, por otorgar un crédito que resultó moroso. Aún cuando la empresa hizo cambios en consejo de administración, se perdió la confianza de inversionistas en el extranjero.
Los mercados latinoamericanos, al compararlos con aquellos de países desarrollados, siguen siendo pequeños y con limitada accesibilidad. Pero las bolsas miran con esperanzas a un nuevo movimiento de inversionistas individuales, ciudadanos comunes y corrientes quienes, a partir de las ayudas desplegadas durante la pandemia o de la creciente popularidad de activos como criptomonedas, se están acercando a los mercados accionarios. En Brasil, por ejemplo, dos millones de personas compraron por primera vez en 2021 acciones del índice de São Paulo.
Un inversionista que toma las riendas de su propio dinero puede encontrar en este tipo de plataformas integradas una manera de diversificar su portafolio, lo cual le pudiera generar mejores rendimientos, apunta de Oliveira. Sin embargo, apunta, existen al menos dos riesgos en una mayor participación de los inversores minoristas en los mercados de capitales. El primero es que si no tienen un buen nivel de conocimientos financieros, pudieran tomar malas decisiones.
“En segundo lugar, algunos inversionistas minoristas pueden ser más propensos que los inversionistas profesionales calificados a tener instintos de manada, lo que reduce la capacidad de los mercados para cotizar adecuadamente los valores”, apunta el especialista.
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