El camarón ecuatoriano remonta la corriente
Este marisco es clave en las exportaciones del país latinoamericano. El sector supo adaptarse a las exigencias impuestas por la pandemia
Se replegó el mercado chino, los barcos fueron rechazados a medio camino, los trabajadores no querían ir a las industrias por temor a contagiarse, se desplomó el consumo de marisco en Estados Unidos y Europa, y, como colofón, hubo una caída drástica de precios. Pero aun así, en 2020, pese a tener todo en contra, ni una libra de camarón ecuatoriano se quedó sin vender. Ese marisco mueve uno de cada cuatro dólares de las exportaciones de Ecuador en un año normal y, en plena pandemia, logró crecer un 7% mientras el mundo entero lidiaba con el coronavirus. Una expansión que, sin embargo, sabe a poco.
Antes de la covid-19, la industria del camarón venía acumulando cifras de crecimiento de dos dígitos, según José Antonio Camposano, presidente de la Cámara Nacional de Acuacultura. “Un 16% en promedio que, en algunos casos, llegó al 18% o 19% por año”. El representante del sector concluye que los meses de confinamiento aceleraron un proceso de adaptación que iba a darse en algún momento para aprovechar nichos del mercado hasta ahora poco atendidos por Ecuador. “Todas las actividades exportadoras tuvimos los mismos problemas logísticos al principio y los trabajadores no querían venir por miedo a contagiarse, no llegábamos ni a los mínimos. Pero nos adaptamos: aunque incrementaron los costes, no se frenó la cadena”. Si en 2019 Ecuador exportó 645.000 toneladas de camarón, en 2020 fueron 688.000 toneladas. La situación pandémica se sintió en los precios. Por 43.000 toneladas vendidas más, el país recibió 67 millones de dólares (56,6 millones de euros) menos que el año anterior. Las exportaciones de 2019 dejaron en las arcas del Estado 3.890 millones de dólares, haciendo del camarón el producto líder del comercio exterior ecuatoriano, mientras que en 2020 fueron 3.823 millones de dólares.
Las estadísticas del Banco Central no explicitan el cambio de la industria camaronera que es una de las que requiere mano de obra intensiva y, específicamente, femenina. Por sus habilidades manuales, la mayor parte de la fuerza laboral en las procesadoras de camarón son mujeres que se dedican a pelar, descabezar y desvenar el marisco. Con la pandemia, se materializaron dos avances. Por un lado, los ya exhaustivos protocolos de higiene de una cadena que manipula alimentos se intensificaron a raíz de la suspensión de compras de China que decía que había encontrado restos de coronavirus en una de las cajas de embalaje enviadas por Ecuador. “Las empaquetadoras están más limpias que un hospital”, promete Roberto Boloña. Este empresario coincide con Camposano en reconocer los cambios internos para adaptarse a nuevas demandas. “Han mejorado sus sistemas de producción para bajar los costes”, menciona el gerente de Soluciones Acuícolas, y cita las inversiones realizadas para mejorar la calidad de la alimentación y automatizarla —la forma tradicional era al boleo, donde un obrero en canoa esparcía con una pala el balanceado desde la mitad de la piscina—, y para airear el agua para optimizar el hábitat de los camarones.
Fue la caída del consumo mundial, la sobreproducción de camarón y la consecuente bajada de precios lo que empujó en 2020 a las empresas ecuatorianas a mejorar su ecuación entre gastos de producción y valor de las ventas. Vieron, además, una oportunidad para ensanchar su presencia en Estados Unidos ante las dificultades de la India para abastecer a ese mercado por los problemas derivados del coronavirus.
“Hay que alabar a los productores, a las empaquetadoras y a los exportadores porque han dado una muestra de cómo buscar mercados”, reconoce Boloña. Los envíos de marisco al país norteamericano pasaron de representar apenas un 13% del total a suponer un 20%. De 82.000 toneladas que generaron 524 millones de dólares para Ecuador en 2019, las exportaciones dieron un salto en 2020 a 121.000 toneladas y 764 millones de dólares. Es decir, crecieron un 47% en peso y un 45% en dinero en el año de la pandemia, según cifras del Banco Central.
“Ecuador siempre ha estado en la lucha por el mercado mundial, llámese China, Europa o Estados Unidos, porque tiene un camarón de primera calidad”, presume Boloña. Detalla que el punto fuerte del sector es que no usa antibióticos, que desprestigian al producto, sino probióticos y que siempre ha optado por un cultivo no intensivo. Eso, precisamente, evita que el marisco tenga enfermedades y el uso de medicamentos. “En China o en India, meten un millón o millón y medio de animales por hectárea; nosotros, 100.000 o 150.000 por hectárea. Ellos tienen piscinas de una hectárea y nosotros de ocho o 10 hectáreas”, asegura el empresario. “Todo eso hace más complicado que el camarón llegue a tamaños comerciales como los nuestros. Es un arte, una ciencia, un proceso”.
Cambios
Esas prácticas no habían conseguido, no obstante, garantizar un papel predominante como proveedor de Estados Unidos, pese a que el país norteamericano es un gran consumidor de mariscos y, remata Camposano, el único del mundo que ha crecido en pandemia. El representante del gremio detalla el cambio que tuvo que dar la industria ecuatoriana para ampliar sus ventas allí. “Nuestra cadena estaba diseñada para vender camarón entero, con cabeza, porque es lo que más compran China y Europa. Ellos lo quieren así por una cuestión cultural y nosotros solo lo tenemos que cosechar, procesar, congelar y exportar”, contextualiza. El gigante asiático es el principal comprador del camarón ecuatoriano, adonde va la mitad de lo producido y exportado, y Europa, el segundo destino de los envíos del marisco ocupando un cuarto de la cuota de mercado.
“Teníamos cierta demanda con valor agregado, es decir, de camarón pelado, desvenado o descabezado, pero no era la principal. Lo que ocurrió con la pandemia es que los estadounidenses empezaron a comprar camarón a través de plataformas para comerlo en casa porque no podían ir a los restaurantes y ahí es donde vimos una oportunidad”, relata Camposano. “Eso aceleró todo el proceso de adaptación. Nada más hay que mirar en Linkedln para darse cuenta de los nuevos perfiles de trabajo que está demandando la industria camaronera y las inversiones que se están haciendo”, añade el portavoz del sector.
Eso no significa, matiza, que se haya fraguado un cambio estructural en el tablero comercial. China sigue siendo el principal destino del producto nacional y, por tanto, Ecuador sigue a expensas de los vaivenes de ese mercado y de las restricciones que impusieron en pandemia. Pero el representante gremial asegura que la dependencia es menor. Las cifras dan cuenta de eso. A China se fueron 361.000 toneladas de camarón en 2020 que generaron 1.891 millones de dólares y que ocupaban un 49,5 % de las exportaciones de camarón ecuatoriano. Un año antes, eran menos toneladas (352.000), más dólares (2.085 millones) y más cuota de mercado (un 53%).
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