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La OCDE recomienda a España que mantenga los ERTE solo para los sectores más afectados por la pandemia

El organismo reconoce el papel decisivo de los expedientes temporales para proteger el empleo durante esta crisis, pero sugiere un uso más selectivo en el futuro

Gorka R. Pérez
El propietario de un comercio de Valencia cierra su establecimiento el pasado 21 de enero.
El propietario de un comercio de Valencia cierra su establecimiento el pasado 21 de enero.Robayna (Europa Press)

Después de “coronavirus”, “covid-19″ y “pandemia” puede que la siguiente palabra más empleada en España durante los últimos 16 meses haya sido la de “ERTE”. Los expedientes de regulación temporal de empleo por fuerza mayor derivados del coronavirus han sido ―y siguen siéndolo― la herramienta que ha sostenido al mercado laboral tras una caída de la actividad sin igual en la historia económica mundial. En España, hasta 3,4 millones de personas llegaron a estar suspendidas total o parcialmente de empleo a finales del mes de abril de 2020, una cifra que, afortunadamente, ha ido adelgazando desde entonces, y hoy, según la última estadística de paro registrado, son tan solo 447.800. Eso explica que la destrucción de empleo en esta crisis haya sido mucho más atenuada que en recesiones precedentes.

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Las dudas alrededor de los ERTE han orbitado siempre alrededor de la fecha hasta la que deberían permanecer vigentes. Su última prórroga les da cuerda hasta el 30 de septiembre, pero su continuidad más allá del final del verano ―a pesar de que pesos pesados del Gobierno como la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se han apresurado en anunciar su mantenimiento “el tiempo necesario”― permanece en entredicho. No tanto por si siguen siendo necesarios o no, sino por si deberían auxiliar a todos los sectores, o solo a los más necesitados. Según los últimos datos del Ministerio de Seguridad Social, Servicios de Comidas y Bebidas (114.174 trabajadores en ERTE) y Servicios de Alojamiento (78.789) concentran el 43,1% de los trabajadores en esta situación actualmente.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se ha posicionado en esa segunda vía, la de ceñirse a los sectores más castigados, y así lo traslada en el apartado que dedica a España dentro de su informe Perspectivas de empleo de la OCDE 2021: Navegando por la crisis y recuperación del covid-19 que ha presentado este miércoles. “De cara al futuro, el soporte [los ERTE] debería de mantenerse en sectores en que la actividad se mantiene restringida, pero debería ser más selectivo hacia empleos en sectores con potencial para reanudarse”, indica.

Según los cálculos que se detallan en el estudio, los distintos programas de mantenimiento del empleo que desplegaron durante los momentos más duros de la crisis los países de la OCDE ―Alemania, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Irlanda, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Suecia, Suiza, Turquía, Japón, Finlandia, Australia, Nueva Zelanda, México, República Checa, Corea, Hungría, Polonia, Eslovaquia, Chile, Israel, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania y Colombia― dieron soporte “a unos 60 millones de empleos”. Y según estas estimaciones, permitieron salvar 21 millones de puestos de trabajo.

El manto protector que los ERTE supusieron para el mercado laboral en España adquirió, según la OCDE, unas dimensiones acordes a las de otras herramientas similares en el resto de países: su impacto alcanzó al 20% de los empleos, diez veces más que durante la crisis financiera de 2008. Sin embargo, gracias al levantamiento de las restricciones y al avance en el proceso de vacunación, en 2021 este se redujo hasta el 6% a principios de año. En cuanto a las previsiones de recuperación, los pronósticos del organismo señalan que la tasa de paro en España para el próximo año (2022), seguirá siendo superior a la que presentaba en la época precrisis: concretamente seis décimas más, mientras que el del resto de países será, tan solo, de 0,4 puntos más alto. En mayo de 2020, la tasa de paro española se instaló en el 15,4%, frente al 6,6% de la OCDE.

Mercado inclusivo

Aun así, la principal recomendación que traslada el órgano con sede en París, tanto a España como al resto de países miembros, es que la mejor manera para favorecer la reactivación económica y “reconstruir un mercado del trabajo inclusivo” es reforzar los servicios públicos de empleo y apostar por políticas activas que lo estimulen. “Son esenciales para ayudar a un gran número de personas en busca de empleo a pasar de sectores en decadencia a sectores en crecimiento”, apunta; “y para ayudar a las empresas a retener y contratar personal y para brindar apoyo individual intensivo a personas particularmente vulnerables”, añade.

En una panorámica más amplia, los datos de la OCDE sobre los daños provocados por la pandemia en el mercado de trabajo son demoledores: a lo largo de 2020 se perdieron aproximadamente 22 millones de puestos de trabajo con respecto a 2019 entre los países que conforman esta unión, y 114 millones en todo el mundo. Además, a pesar del esfuerzo realizado por todos ellos y de la evolución alcista de la recuperación de muchas economías, todavía se acumulan ocho millones de desempleados más que antes de la pandemia, y el número de personas que no buscan activamente un empleo se sitúa 14 millones por encima de los niveles precrisis.

En cuanto a los valores generales de desempleo en la OCDE, la tasa bajó ligeramente en mayo de 2021 ―el último mes de referencia― hasta el 6,6% (frente al 6,7% de abril de 2021), y permanece 1,3 puntos porcentuales por encima del nivel que mostraba en febrero de 2020, el último mes prepandémico. En cuanto al número de trabajadores desempleados se situó en 43,5 millones en mayo de 2021, 8,1 millones más que en febrero de 2020; y la tasa de desempleo juvenil llegó hasta el 13,6%, todavía 2,2 puntos porcentuales por encima de su nivel prepandemia.

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Sobre la firma

Gorka R. Pérez
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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