Agricultor o pastor por unos días, usted elige
Después de la pandemia proliferan los voluntarios que buscan proyectos para trabajar en el campo a cambio de alojamiento y comida
Se ofrece alojamiento y manutención a cambio de trabajo y conocimiento. La propuesta se llama Guara.bio e invita a colgar el atuendo de oficina y en menos de 24 horas meterse de lleno y por unos días en la piel de un ecoagricultor o de un pastor de ganado vacuno. Una práctica que abre la puerta a los secretos de la naturaleza, la biodiversidad, los productos saludables y los pueblos deshabitados. “Enseñamos a producir la comida propia y a ganarnos la vida como un granjero sostenible. Es una vuelta al pasado para experimentar con la tierra, sembrar, recolectar y saborear productos como los de antaño, plantados en tierras vírgenes y con aguas puras”, explica Ricardo Buil, promotor de la iniciativa.
Buil asegura que a raíz de la pandemia y del teletrabajo se ha disparado la demanda de este tipo de experiencia, que “nos acerca al campo, a su forma de vida, de alimentación, pero también a su paz y a sus tiempos”, en el Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, en Huesca. Es una propuesta laboral de verano y puede desarrollarse en dos ámbitos: en los huertos ecológicos o en labores de pastoreo. Para Antonia Regueiro, una de las participantes, “es una experiencia enriquecedora porque se aprende e intercambia conocimiento, pero también porque conoces gente que hace las mismas cosas de forma diferente. A todos nos une el interés por saber cómo evitar maltratar la tierra, sus recursos y nuestra salud”.
Según la profesora de Sostenibilidad e Innovación Social de IE University, Concha Galdón, “aunque ya se apuntaba hacia una mayor concienciación medioambiental, con la covid se ha potenciado enormemente. Sobre todo en gente de ciudad, que ha permanecido muchos días atrapada en su casa y busca ahora esa conexión con la tierra. Es muy interesante comprobar que se ha desarrollado también un fuerte sentido de protección de la naturaleza y de ahí el crecimiento de este tipo de actividades”.
En los huertos orgánicos de Guara.bio se puede colaborar en el control de los cultivos ya plantados o en la recolección de hortalizas y frutas. Todo en jornadas de tres a ocho horas. Una segunda actividad es guiar a las vacas hacia diferentes pastos. Una tarea, previo cursillo, donde aprender gestión del ganado. Una tercera vía, en proceso de lanzamiento, es colaborar en la recuperación del patrimonio del pueblo abandonado de Lúsera “para reconstruir las casas y ofrecerlas para teletrabajar en espacios saludables o para hacer turismo”, indica la firma.
Tipo de interesados
Pasar unos días de labor en el campo es una opción perseguida por cuatro tipos de voluntarios: “El que viene a recordar viejos tiempos y los sabores con los que se crio; personas concienciadas con la alimentación que buscan conocer una producción sostenible y de calidad; los interesados en aprender a producir con técnicas sostenibles para replicarlas en sus zonas o expertos que tienen formación en áreas concretas y quieren trabajar en detalle en otros cultivos específicos”, apunta Buil.
Según Galdón, estos proyectos reúnen a gente diferente y los aúna en un nuevo concepto de individuo “hipermoderno” que se enfrenta a cinco paradojas acentuadas por la pandemia: “Yo versus los otros: soy individualista, pero me importa lo que les pase a los demás; ser consumidor, pero emocional o de experiencias (como participar en una reforestación); son personas que valoran su autonomía, pero necesitan construir una identidad (la medioambiental); están obsesionadas por lo espectacular (hacer grandes cosas) y se enfrentan al presente versus el futuro, ya que quieren ser felices hoy, pero proteger su futuro”.
Un crisol de culturas y talentos que se dan cita en la iniciativa que propone el movimiento World Wide Opportunities on Organic Farrmas (WWOOF), presente en 132 países. Una comunidad que facilita el encuentro de voluntarios con productores y granjas orgánicas en el mundo para conocer sus métodos ecológicos y colaborar en ellos. Una oportunidad para practicar inglés combinando actividades familiares, comunitarias y turísticas. En España se puede escoger entre un abanico de 270 ecoagricultores y productores.
Otro proyecto de agricultura regenerativa que ha visto aumentar sus solicitudes es el que ha puesto en marcha el emprendedor y agricultor Alfonso Chico Guzmán, en la Finca de La Junquera (Murcia). Allí desarrollan su actividad 15 trabajadores fijos en un ir y venir dedicados a diferentes proyectos: cuidados de los manzanos, almendros, pistacheros o plantas aromáticas; gestión agrícola; investigación y el campamento de recuperación de ecosistemas.
A este campamento se trasladan voluntarios de cualquier nacionalidad para aportar las mejores prácticas y conocimientos a cambio de alojamiento y comida. “Aquí puedes colaborar en la reforestación de cinco hectáreas de tierra, que supone plantar 10.000 árboles al año; en el mantenimiento del huerto biológico o en el arreglo y ampliación de los edificios que sirven de alojamiento”, cuenta su coordinadora, Silvia Quarta. De ser una experiencia gratuita, tras la pandemia se ha establecido una aportación de 10 euros diarios y 100 al mes “para ayudar en el mantenimiento del proyecto”.
Chico Guzmán reconoce que este tipo de actividad “se ha multiplicado y cada vez es más abierto el perfil que se acerca para trabajar con las manos y la tierra y vivir de cerca la vida del campo”. Una reflexión que llevó a Nuria Segura, experta en posproducción digital, a abandonar por una semana el ordenador y adentrase junto a su pareja en la Finca de La Junquera. “Queremos comprar un pequeño huerto y aplicar las técnicas de agricultura de conservación que hemos aprendido para obtener alimentos sanos”, dice.
De su colaboración narra: “Hicimos una especie de té para regar las plantaciones de miles de árboles para que crezcan más fuertes. Construimos un hotel para insectos y un baño de uno de los alojamientos para los voluntarios”. Y reflexiona: “Tenemos que aprender a vivir de forma diferente siendo más respetuosos con el medio ambiente y entender que, degradarlo por un consumo disparado de todo, no te hace más feliz”.
Liderazgo sostenible en Almería
En la antigua aldea abandonada de Los Molinos del Río Aguas, en Almería, la asociación Sunseed Desert Technology autogestiona un proyecto de educación para la transición hacia la sostenibilidad. Los voluntarios pueden colaborar en tareas como ecomantenimiento, huertas orgánicas, operaciones, restauración de zonas semiáridas o vida sostenible. “La pandemia nos deja claro que dependemos de los otros. Aquí se explora un tipo de vida alternativa donde se adquieren herramientas de liderazgo para emprender desde la sostenibilidad”, señala María Sánchez, coordinadora de comunicación. El visitante puede pasar desde un mes hasta tres por 14 euros diarios para cubrir comida y alojamiento. Los voluntarios de larga estancia tienen compromisos de tres meses a un año y, a cambio, reciben una pequeña paga.
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