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Tribuna
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La clave es cumplir el plan europeo

El supervisor español reivindica un “verdadero mecanismo” permanente de estabilización macroeconómica, de unión fiscal, con “dotación suficiente y capacidad impositiva y de endeudamiento

Vista de la fachada del edificio del Banco de España, en Madrid.
Vista de la fachada del edificio del Banco de España, en Madrid.KIKE PARA
Xavier Vidal-Folch

Pudo ser peor. La economía española se desplomó un 10,8% en 2020. El 8 de junio, el Banco de España planteó tres escenarios para el annus horribilis: la recuperación “temprana” (caída del 9% del PIB); “gradual” (-11,6%), y “de “riesgo” -15,1%). Al final ha sido 8 décimas mejor que la proyección central, y eso que han menudeado los rebotes pandémicos.

¿Por qué no fue peor? Porque las medidas de apoyo fiscal y monetario de las autoridades “nacionales y supranacionales” han ido “ajustándose gradualmente” (un reconocimiento) y por la “notable capacidad de adaptación” de los agentes económicos: comercio digital, inversiones tecnológicas, teletrabajo, nuevos canales de ventas… (un homenaje con recuadro gráfico, destaca el Informe anual).

El rebote del PIB este año será fuerte (el 6% de escenario central; 6,5%, el Gobierno; 5,9%, la Comisión). Pero nos costará más tiempo que a otros recuperarnos y volver al nivel pre-crisis, y quedarán heridas duraderas en el tejido productivo, de incierto pronóstico. Será al cabo del primer trimestre de 2023, (Alemania, este año). Dependerá del retorno a la normalidad turística, del uso de las bolsas de ahorro embalsado de los hogares… y de que la política económica siga insuflando aire. Prohibido cualquier retroceso vitamínico: la fiscal y la monetaria deben seguir siendo “muy acomodaticias”.

Simultanear reformas e inversiones

Para el Banco de España, la clave de la recuperación y de esa política económica —suponiendo la normalización “paulatina” de la salud pública— es la certera ejecución del plan europeo de recuperación, el Next Generation-EU, una “oportunidad única”. Sus recomendaciones son claras, pero escuetas: simultaneidad de reformas e inversiones; “selección rigurosa” de ambas; mejoras en la agilidad de los procedimientos administrativos; involucración de las empresas privadas.

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Donde el supervisor español encarna el liderazgo entre sus pares de la eurozona es en su reivindicación de un “verdadero mecanismo” permanente de estabilización macroeconómica, de unión fiscal, con “dotación suficiente y capacidad impositiva y de endeudamiento”, que “podría inspirarse” en el Next Generation-EU. Dicho de otra manera, la conversión del plan de recuperación, con sus eurobonos y sus impuestos específicos para financiarlos, de temporal a permanente, algo que sugirió a fines de 2020 la presidenta del BCE, Christine Lagarde, pero formulado ahora con contundencia y apremio.

En realidad, eleva a doctrina institucional de la casa el contenido de los últimos discursos del gobernador, Pablo Hernández de Cos. Sobre todo el del 23 de abril, en un seminario de E&Y (The euro area outlook monetary policy at the current juncture, and lessons for the ECB strategy review), vivamente recomendable. Porque enlaza esa propuesta con otras dos. Una es que mientras eso no se concrete, conviene “reformar las reglas fiscales” (topes de déficit y deuda del Pacto de Estabilidad). Porque afrontan un entorno diferente, con la “caída secular de los tipos de interés” que permiten mantener más deuda a menor coste; y porque los “riesgos de cola” de la crisis aconsejan manejar la eurozona como un conjunto, no como mera amalgama.

Objetivo de inflación

La otra es seguir la pista de la Reserva Federal en política monetaria: fijar, en la revisión en curso de la estrategia del BCE, su objetivo de inflación al 2% (nada de un nivel “inferior” pero “cercano” a esa cifra), permitiendo asumirlo durante tiempo por encima del tope. Sería la consagración de un posible expansionismo monetario en iguales condiciones a las de la restricción.

Otras sólidas voces europeístas conectan con ese designio de una suerte de Next Generation-EU permanente, como la del profesor Antoni Castells en europeG (Para hacer frente a la crisis de la Covid-19, febrero 2021). Factores a favor: será difícil eliminar los nuevos impuestos a introducir ahora después de que hayan estado recaudándose durante más de treinta años; el “transcurso del tiempo” podrá demostrar la viabilidad y utilidad del nuevo endeudamiento; y “tanto la Comisión como los Estados miembros querrán financiar nuevos proyectos”. ¿Falta tiempo para eso? Quizás. Pero sería bueno ir adelantando en esa senda. Cauterizaría de raíz cualquier retorno a una crisis de las deudas soberanas. Y del euro.

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