Las promesas incumplidas de América Latina
Las empresas españolas, que usaron la región como trampolín internacional, están en fase de repliegue ante la acumulación de incertidumbres
América Latina sangra. Por si no fuera suficiente con sus problemas crónicos, la covid ha asestado un duro mazazo que amenaza con provocar una década perdida en lo económico y dos décadas perdidas en lo social, según Rebeca Grynspan, secretaria general Iberoamericana. Es la economía más golpeada del mundo por la pandemia, con cerca del 30% de los fallecimientos, y donde la pobreza ha retrocedido a los niveles de 1990. “2020 ha sido el peor año de la región desde que tenemos registros”, señalaba recientemente en una conferencia organizada por la Fundación Ramón Areces, donde Alejandro Werner, director del departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional, anunciaba que hasta 2023 no retornarán los ratios de riqueza de 2019 a la región y habrá que esperar a 2025 para recuperar el ingreso per cápita.
Aunque el organismo pronostique un avance del PIB latinoamericano del 4,1% para este año, va a ser costoso superar el lastre del pasado, cuando cayó un 7,1% y la pandemia introdujo a esta parte del mundo en la “recesión económica más profunda desde la Gran Depresión”.
Las empresas españolas radicadas en el territorio que les dio alas en los años 90 del pasado siglo bien lo saben. Tras transformarse en multinacionales gracias a su experiencia en América Latina y superar la crisis financiera de 2008 con unas operaciones internacionales desconocidas hasta la fecha (en 2009 los ingresos procedentes del exterior de las compañías del Ibex 35 superaron el 52% del total y desde hace al menos un lustro alcanzan el 65%), ha llegado el momento de replantear su estrategia en la región, donde no acaban de encontrar El Dorado prometido hace décadas. De plegar velas o rebajar su exposición para dirigirse a otros mercados más rentables.
“Se trata de un ajuste estratégico de posiciones en Latinoamérica, donde las grandes empresas tomaron posiciones muy fuertes hace dos o tres décadas en multitud de países y no han tenido la rentabilidad o el crecimiento que esperaban y ahora se concentran solo en los mercados más rentables y con mayor proyección”, indica Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor de Economía de IE Business School, que cree que esta reorganización también responde a que muchas compañías necesitan reducir deuda ante la coyuntura económica actual. Y aprovechan para ello el buen momento de liquidez que viven los mercados, añade Alejandro Varela, gestor de fondos de Renta 4.
El presidente de Naturgy, Francisco Reynés, ha sido el último en anunciar que la empresa reducirá sus negocios en Latinoamérica a una tercera parte y se centrará en países con monedas fuertes tras sufrir “una depreciación relevante en países clave de América Latina” en 2020 y vender sus redes eléctricas chilenas a la compañía estatal China State Grid por 2.570 millones de euros, en lo que considera solo un primer paso en esa dirección.
Telefónica ya eligió el camino de la desinversión en 2019. “Nuestras operaciones en Hispanoamérica eran hasta hace unos años el motor de crecimiento de la compañía. Sin embargo, las condiciones particulares de estos mercados han impactado en la evolución de nuestros negocios, mermando su contribución”, decía entonces su presidente, José María Álvarez-Pallete, para anunciar que centralizaba en Hispam sus negocios en la región (salvo Brasil, el único país a potenciar) para desprenderse de los menos rentables. Ese año vendió en Panamá y Nicaragua, en 2020 se deshizo de su negocio en Costa Rica por 425 millones de euros y el pasado febrero colocó el 60% de su red de fibra óptica en Chile al fondo de inversión KKR por importe de unos 500 millones de euros, después de hacer propio con sus torres de telecomunicaciones en España, Alemania, Brasil, Perú, Chile y Argentina por valor de 7.700 millones de euros.
Selección natural
Una selección natural que los bancos hicieron antes. La última operación la protagonizó el Santander en 2019, cuando vendió sus negocios en Puerto Rico a First Bank por unos 1.000 millones de euros, transacción aprobada el pasado año, en el que BBVA decidió deshacerse de su filial estadounidense, traspasada a PNC por unos 9.700 millones.
Las razones que explican la retirada latinoamericana responden al viraje de las estrategias empresariales hacia la concentración geográfica y de actividades en los países más rentables, y al impacto de la covid, que ha supuesto el regreso de las rentas bajas y de la pobreza a la región, en ausencia de potentes paraguas fiscales como los desplegados en Europa, explica Josep Piqué, presidente de la Fundación Iberoamérica Empresarial. “El repliegue de momento afecta a las grandes corporaciones, pero acabará impactando a las demás, porque tienen en ellas a sus principales clientes”, prevé.
“Sin ninguna duda, hoy América Latina supone un lastre para Telefónica y para los bancos. Han vivido muchos ciclos allí y ahora hay una enorme incertidumbre sobre cuándo acabará la covid, además de gran inseguridad jurídica”, añade Piqué. El Grupo Santander reconocía en la presentación de sus cuentas de 2020 que el impacto negativo de los tipos de cambio ha supuesto una merma del resultado de 7 u 8 puntos porcentuales y Mapfre cifraba en 1.600 millones de euros los efectos de la depreciación de las principales monedas latinoamericanas, de la lira turca y el dólar.
La situación es muy complicada, sostiene Alfredo Arahuetes, profesor de Economía Internacional de Icade, y golpea a los resultados de las multinacionales españolas. “El clima de la región no es favorable a los negocios. El ejemplo más paradigmático es el de Andrés Manuel López Obrador en México, que es superintervencionista”, expone. En América Latina se dan, en su opinión, dos situaciones: por un lado, hay menos entrada de inversión directa española [en 2019 cayó un 38% hasta 6.600 millones de euros y entre enero y septiembre de 2020, últimos datos disponibles, el derrumbe es de un 58%, hasta 3.220 millones] y con flujos selectivos por países y sectores, y por otro, las empresas españolas están estudiando de dónde salir. “De Argentina es muy difícil hacerlo porque nadie quiere comprar sus activos. Las compañías están condenadas a permanecer en un país sin reservas en dólares”, analiza Arahuetes.
El repliegue de las multinacionales patrias de América Latina se refleja en el Ibex 35, de donde actualmente proceden el 23% de sus ingresos, según los datos de Banco Sabadell, 1,4 puntos por debajo de 2018, cuando ya se había recortado otro punto. Y afecta principalmente a Telefónica, Santander y BBVA, y también a Acciona, ACS o Viscofan.
“Latinoamérica ha dejado de ser un catalizador para las grandes compañías. No ha penalizado a sus resultados, pero tampoco les ha beneficiado como otros años”, argumenta Glen Chapman, director de estrategia de renta variable y crédito de la entidad financiera, que considera que el problema de la región es su escaso crecimiento, basado en deuda y déficit, y su necesidad de reformas estructurales que no está acometiendo. Esto, unido a los Gobiernos de tinte populista que están proliferando en los últimos años, llevan al cóctel perfecto para el cambio de timón de la estrategia española al otro lado del Atlántico mientras se refuerzan en Europa, Estados Unidos y Asia.
“La reciente alianza entre México y Argentina ha provocado que las empresas españolas cada vez tengan más dudas. Un ejemplo palmario de la preocupación es la retirada de JP Morgan del mercado mexicano. Y ahora veremos qué sucede en Ecuador, Perú, Chile, México y Argentina, que están a la espera de elecciones este año”, advierte el exministro del PP. O Brasil y Colombia, en 2022. “Si se reproduce el populismo de izquierdas y se suman Ecuador, Bolivia y Venezuela al acuerdo entre Argentina y México, esto podría llevar a un crecimiento de la deuda en la región”, alerta Ramón Casilda, profesor del Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos (IELAT) de la Universidad de Alcalá de Henares.
Riesgo político
Porque uno de los principales riesgos del territorio es el político, asegura el economista jefe para América Latina de BBVA Research, Juan Ruiz. “En 2021 iniciaremos un superciclo electoral de dos años, en el que seis de los países más grandes de la región celebrarán comicios y eso siempre trae incertidumbre”. La covid ha exacerbado los problemas de fondo: el desempleo, la desigualdad social, de género, la informalidad en el empleo… y ha impactado en el estado de ánimo de los ciudadanos, describe Ruiz al teléfono desde México, lo que es un caldo de cultivo para que los movimientos sociales de 2019 vuelvan a reproducirse. A la vista de la polarización y el malestar existente en la ciudadanía, Rebeca Grynspan afirmó en su intervención en el foro de la Fundación Ramón Areces: “Ojalá que la política no se convierta en el principal problema de la economía de América Latina”.
El presidente del Gobierno de México sí está contribuyendo a una retirada de las inversiones del país. Su cruzada contra las compañías energéticas españolas, a las que acusa de saqueo y colonización a causa de la reforma energética en la que pretende primar a la estatal CFE y frenar la iniciativa privada, ha servido para que Iberdrola, el mayor blanco de sus acusaciones, cancelase el proyecto de una central de ciclo combinado en Tuxpan por valor de más de 1.000 millones de euros y pusiese al ralentí su cartera de proyectos en el país, de 4.900 millones de euros hasta 2025, según recogen sus cuentas de 2020. Iberdrola, que ha declinado participar en este reportaje, suma a esa cartera los 6.100 millones previstos en Brasil, donde la compañía compró el año pasado la distribuidora eléctrica CEB por importe de 400 millones.
Es de las pocas multinacionales españolas que está poniendo dinero en la región actualmente, en un momento en que las inversiones ni están ni se las espera, en palabras de Chapman, quien no obstante reconoce que esta retroceso del capital responde a una tendencia mundial y no solo española. De hecho, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) habla de una caída mundial de la inversión extranjera directa del 7,8% en 2019 y vaticina un desplome del 50% durante 2020. Tendencia que previsiblemente continuará en 2021, según Juan Ruiz.
Enrique Pedrosa, director de Regiones Onshore de Siemens Gamesa, admite que la posición del Gobierno mexicano está afectando negativamente a la compañía, ralentiza sus negocios en el país, “pero sobre todo a nuestros clientes, que reducen sus inversiones”. Sin embargo, su buen desempeño en Brasil y Chile compensa la situación. Ambos países han llevado a que los ingresos del negocio eólico terrestre procedentes de Latinoamérica de la compañía se dupliquen entre 2019 y 2020, dice el ejecutivo.
Acciona, otra de las españolas envueltas en los ataques del presidente mexicano, que canceló el nuevo aeropuerto de Ciudad de México, considera que antes o después los proyectos tendrán que desbloquearse. La empresa de la familia Entrecanales cree coyuntural el hecho de que su exposición a América Latina se haya reducido desde 2018 y señala que, de sus tres grandes proyectos estratégicos de energías renovables, dos están en México y uno en Estados Unidos. En construcción, la línea 6 del metro de Sao Paulo, de la que ha vendido una participación del 12,3% al fondo de inversión STOA, es su desarrollo más relevante, con una inversión comprometida de 2.300 millones.
Otra cara de la moneda
Para Jesús Martínez Castellanos, consejero delegado de Mapfre en Latinoamérica, el movimiento español en la región es cíclico: “Las épocas de crisis y sobre todo de debilidad de las monedas locales para empresas que consolidan en euros o dólares generan mucha inseguridad, lo que unido a la incertidumbre económica, lleva al repliegue. Pero no es nuestro caso porque somos inversores a largo plazo y asumimos los ciclos buenos y los malos. No nos planteamos desinvertir, todo lo contrario, el año pasado adquirimos una compañía en República Dominicana [el 51% de Ars Palic] y reforzamos nuestra posición”.
Porque también hay multinacionales españolas que han elevado su exposición a América Latina desde 2018, como la propia aseguradora, Amadeus o Cie Automotive, de acuerdo con los datos de Banco Sabadell. Y otras firmas del Ibex 35 que la han mantenido, como Acerinox, Inditex, Indra, IAG, Meliá o Repsol, cuyos descubrimientos de petróleo y de gas natural del año pasado tuvieron lugar en México y Bolivia.
Gabriel Escarrer, consejero delegado de Meliá Hotels International, con 33 hoteles en la zona, asegura que la compañía sigue apostando por la región, donde tiene previstas dos aperturas destacables en Argentina y México, “aunque el Caribe, incluyendo México, y Suramérica, presenten numerosos retos por la sucesión de ciclos positivos y negativos que comprometen no solo la cuenta de resultados de las empresas, sino que a menudo conllevan efectos a nivel de inflación y de tipos de cambio, encontramos países con un excelente potencial”. México, que ha podido capear un poco mejor el temporal turístico de la covid, continúa Escarrer, junto con Brasil, Argentina, Perú y Colombia, son los mercados donde la primera cadena hotelera española se plantea crecer.
A excepción de Argentina, esos cuatro destinos y Chile representan los que mejores oportunidades ofrecen a la inversión española. “Son los más atractivos. Los países de siempre”, opina Ramón Casilda, a sabiendas de que, ante una situación convulsa en la región como la actual, las expectativas de rentabilidad no son las del pasado. “No podemos pedir que la vaca de Latinoamérica siga dando los mismos beneficios”, dice.
Retorno pobre
Y ese es el motivo por el que Miguel Lladó, profesor de IESE Business School, cree que la estrategia española en América Latina no ha resultado ganadora: “España aprovechó muy bien las privatizaciones. Pero el retorno de la inversión no ha sido tan rápido como esperaba”. De ahí que “la aventura latinoamericana se esté dando la vuelta. De un éxito brutal a no ver grandes retornos ni aportar al crecimiento… Ya no es la apuesta ganadora de otros tiempos. Por lo que las empresas españolas buscarán nuevos mercados en su expansión”, reflexiona Javier Niederleytner, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). Ambos apuntan a Asia, Estados Unidos y Europa como los destinos de mayor proyección. Igual que Chapman que, sin embargo, cree que Argentina y Venezuela pueden haber sido una decepción porque les ha costado dinero, pero no Brasil o México.
De cualquier forma, la época de las grandes privatizaciones latinoamericanas de los años 90 del siglo XX no volverán. Posiblemente tampoco lo harán tiempos como el periodo 2007-2012, donde las firmas españolas atesoraron beneficios por valor de 81.000 millones de euros en la región. Pese a que sea difícil que Latinoamérica pueda vivir otro boom de inversiones internacionales como aquellos, la mayoría de los expertos consultados creen que España, el segundo inversor internacional en la región por detrás de Estados Unidos, continuará presente en el territorio. Y que las empresas no dejarán de invertir allí, sobre todo las pequeñas.
Eso sí, China, que avanza a pasos agigantados en la zona, incluso está retomando con fuerza sus inversiones en los últimos meses, puede desbancar a España de esa segunda posición por su enorme capacidad de financiación, avanza Josep Piqué. A su juicio, “la concentración de inversiones españolas en América Latina que se produjo hace mucho tiempo se ha ido para no quedarse. El proceso de internacionalización que las empresas empezaron allí se ha diversificado y la presencia española en Estados Unidos y Europa es amplísima. Cuando se recupere el ciclo económico, Estados Unidos y algunos países asiáticos y africanos serán los motores del aumento de su inversión. Si hacemos esfuerzos en otras direcciones y diversificamos, el proceso no tiene que ser negativo para la empresa española. Otra cosa será para Latinoamérica”.
Movimientos en la otra dirección
Mientras las empresas españolas llevan al menos tres años aminorando sus inversiones en los países de América Latina, algunos de ellos incrementan las suyas en nuestro país. Son sobre todo México, Brasil y Argentina, pero también Colombia, Chile, Venezuela, Perú y Ecuador. Entre todos han conseguido que Latinoamérica se haya convertido en el cuarto inversor en España, la puerta de entrada clave para el capital latinoamericano en Europa, según un estudio del Real Instituto Elcano de julio de 2020.
Con una inversión que ha alcanzado los 42.660 millones de euros, un 9,1% del total de dinero exterior recibido por España, “actualmente las empresas latinoamericanas forman parte destacada del tejido empresarial español y sus motivaciones de inversión, sus estrategias de internacionalización y vehículos utilizados son cada vez más complejos”. Desde 2003 se han realizado 202 proyectos de inversión por parte de empresas latinas, y se han materializado más de 140 tomas de participación empresarial, normalmente minoritarias.
Aunque, como en el caso español, las empresas de América Latina desembarcaron en España en los años 80 y 90 (véase el caso de Pemex y Cemex), “es en el siglo XXI cuando se aprecia un crecimiento gradual en el desembarco del capital latino en España, acelerado en los últimos años”, en concreto desde 2013, coincidiendo con la Gran Recesión, que rebajó el precio de los activos, señala ElCano. Lo han hecho mediante la compra de compañías y con transacciones bajo el régimen español de holdings, que llevaría la inversión latinoamericana en España de ese 9,1% al 41,6%. Pero cada vez es más importante la presencia de family offices de grandes patrimonios mexicanos y venezolanos, fondos de inversión del país azteca y un creciente número de start-ups que trata de dar el salto internacional.
México acapara ocho de cada diez euros invertidos por la región en el país y es el quinto inversor en España gracias a su tejido empresarial más sofisticado y con capacidad de internacionalizarse y a sus potentes vínculos históricos con la piel de toro.
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