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El ‘idealista’ rural que triunfa en Zamora

Vecinos de Sayago comercializan viviendas en desuso para facilitar la repoblación rural

Juan Navarro
Vivienda rural Sayago
Los promotores de Oportunidades Rurales por Sayago: Domingo Martín, Francisco González y José Antonio de la Mano, en Almeida de Sayago.

La decadencia que se cierne sobre el medio rural se evidencia en sus casas. Son viviendas paralizadas, congeladas. Nadie las visita, pero nadie quiere desprenderse de ellas. Esta estampa ha provocado que en Sayago (Zamora), una comarca donde la despoblación es un hecho, una iniciativa local se haya animado a recopilar esos inmuebles condenados al abandono. Una vez saben cuáles están vacíos, les dan visibilidad para aquellos que, hartos de explanadas de cemento donde pace el coronavirus, quieren volver a los pueblos.

La idea funciona y ha generado un rebrote inmobiliario. Los artífices de la Plataforma de Oportunidades Rurales por Sayago recorren hasta 59 localidades en 24 Ayuntamientos, y constatan qué casas están en desuso. Una vez las recopilan, ayudan a sus poseedores a anunciarlas en redes sociales, con Facebook como filón, o en plataformas digitales. Actualmente tienen registradas 262 viviendas; desde enero han vendido 44 y alquilado otras 17. Son cifras inauditas para la España que se desangra de vida. Solo 10 de los 148 municipios zamoranos han crecido desde 1950, periodo en el que la provincia perdió el 40% de su población. José Antonio de la Mano, uno de los promotores de la idea, explica que muchas casas han quedado vacías por una mezcla entre el fallecimiento de sus propietarios, el éxodo a las ciudades y el desinterés. “Llevan varios años cerradas o sin actividad, pero están muy bien”, sostiene.

Los precios invitan a contemplar la aventura rural. El precio medio de las viviendas no llega a los 60.000 euros y existen varias categorías: desde algunas perfectamente listas para entrar a vivir hasta otras en peor estado, pero también más baratas, idóneas para rehabilitarlas al gusto del nuevo propietario. Los teléfonos suenan con llamadas desde Valencia, Canarias, Asturias y hasta de Cuba. De la Mano, especialista en estadística, destaca las oportunidades laborales: la crisis demográfica hará necesarias más de 1.000 personas en los próximos años para esos parajes zamoranos, yermos de población activa. El mercado laboral de Sayago está en la hostelería, el sector agrícola o el cuidado de mayores. Mirar al bolsillo, subraya, fomenta animarse a emprender: arrendar viviendas estupendas por unos 200 euros permite ahorrar o invertir en proyectos personales.

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Uno de los nuevos vecinos de la zona se llama Fran González, nacido en Murcia y afincado en Granada en los últimos 25 años. Ahora luce 64 años en Fermoselle (1.200 habitantes, cabeza comarcal de Sayago), encantado de su nueva vida. Su hucha también goza: paga 250 euros mensuales por un casoplón en el campo, con dos dormitorios, cocina y un salón, todos grandes, además de un terreno de 4.000 metros cuadrados. González aplaude que Fermoselle “es un pueblo con mucha voluntad de hacer cosas” y que, tras varios meses buscando en portales de repoblación, eligió Sayago en busca de “calidad de vida y tranquilidad” junto a su gato. Este artista, artesano y manitas en general, recuerda que solo hay un electricista “para 30 o 40 pueblos” e invita a que más personas emprendan su mismo camino y apuesten por la provincia de Zamora, pues hay empleo y una buena acogida: “Los pueblos necesitan ideas frescas”. El INE lo avala: uno de cada tres zamoranos supera los 65 años.

El alcalde de Fermoselle, José Manuel Pilo, se enorgullece del emprendimiento de la plataforma, a la que el consistorio ha complementado con una bolsa de empleo. Una de las grandes suertes de esta paulatina repoblación tiene protagonistas infantiles: la escuela que antaño albergaba a 300 niños ahora suma 30, pero en aumento gracias a nuevos residentes, como una familia de Barcelona que ha traído a sus hijos y ahora gestiona una ebanistería y el servicio de funeraria.

Vista de la Peña del Fraile en la localidad zamorana de Villar del Buey.
Vista de la Peña del Fraile en la localidad zamorana de Villar del Buey.

Este movimiento inmobiliario se propicia gracias a personas como Eva Lorenzo, de 48 años, que ha ofrecido dos casas: una en Zafara de Sayago (60 habitantes), “muy grande” y disponible por 35.000 euros. Lorenzo admite que necesitaría alguna reforma y que se han interesado por ella personas desde Asturias, Cáceres o Zamora. También tiene otro inmueble familiar en Muga de Sayago (340 habitantes), que solo precisa de una limpieza a fondo. El dinero es lo de menos: “Si alguien quiere entrar a vivir y reformarla, no le cobraríamos mientras hace la obra”. El caso, insiste, es que esas viviendas “de gran valor sentimental” no terminen hundidas. La casa de Muga es la antigua carnicería familiar, cargada de recuerdos, y por ello mismo conviene que cambie de manos: “No quiero que las casas de mis antecesores se caigan”. El banco de viviendas, sentencia Lorenzo, supone una buena noticia: “Gusta ver gente en el lugar donde has crecido”.

La alegría de Paola Labarba, de 44 años, ha recalado en Mámoles de Sayago (37 habitantes). La canaria, que comentaba antes del viaje que en las islas “hace fresquito” y lleva “una rebequita”, tendrá que abrigarse más en una Zamora que la enamoró a ella y a su familia. De hecho, su luna de miel la pasaron viajando por Sayago en busca de su nueva morada: un piso de dos habitaciones, salón, baño y cocina por 180 euros de renta mensual. “Queremos ahorrar con este alquiler tan bajo para comprar una casita”, afirma Labarba. Fuerteventura les exigía 650 euros mensuales, más una cesta de la compra encarecida por el turismo, así que la diferencia sustancial les permitirá “mirar el mercado” para saber qué palos laborales tocar.

De momento, su marido, argentino, baraja montar una granja de gallinas de raza, de cotizados huevos y plumas; ella es buena cocinera pero no tiene prisa en elegir ocupación. Su hija, Luz María, de 19 años, ha asumido bien la mudanza: primero rezongaba con aquello de “me vais a meter en un pueblo”, pero la proximidad a Salamanca la anima a estudiar Psicología en la universidad. La filosofía de nueva vecina de Mámoles resume el sentir recíproco de la comarca: “Queremos que sea bueno para nosotros y para el pueblo”.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.

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