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Comida con estrella Michelin en el comedor de casa

A la vez que vacía mesas en los restaurantes, la pandemia impulsa la alta gastronomía para llevar a domicilio

La chef Lucía Freitas sirve comida para llevar desde Lume, su barra gastronómica en Santiago.
La chef Lucía Freitas sirve comida para llevar desde Lume, su barra gastronómica en Santiago.
José Luis Aranda

Son la flor y nata de su profesión. Sus nombres resultan familiares incluso al más profano en gastronomía y comer en sus restaurantes puede requerir meses de antelación. Pero llegados a 2020, no hay duda de que la pandemia de coronavirus afecta tanto al bar de la esquina como al chef con estrella Michelin. El primer estado de alarma vació sus mesas y cuando la pesadilla parecía superada, esta nueva ola epidémica vuelve a golpearles. Pero en este tiempo algunos han aprovechado para explorar una nueva línea de negocio: la comida a domicilio. Quique Dacosta, Paco Roncero y Lucía Freitas cuentan cómo lo han hecho. Tres caminos distintos con un mismo resultado: el delivery y la alta cocina se dan la mano.

Primera advertencia: no espere esferificaciones ni espumas. Transportar ciertas elaboraciones no es fácil y la calidad de lo que se sirve debe ser máxima. “Una cosa tan sencilla como una croqueta no siempre llega de la mejor manera cuando va metida en una caja en la que la humedad puede hacer que no llegue crujiente”, ejemplifica Quique Dacosta. Cinco estrellas Michelin (tres en su restaurante homónimo en Dénia, Alicante, y dos en El Poblet, en Valencia) contemplan a este cocinero que es ejemplo de marca personal. El nuevo servicio a domicilio QDelivery juega con sus iniciales y sirve en la ciudad de Valencia desde tres de sus gastrobares en esa ciudad: El Mercat, Llisa Negra y Vuelve Carolina.

“Es un planteamiento que teníamos bastante definido en términos operativos y logísticos desde hace un par de años”, cuenta Dacosta. La ajetreada rutina dejó el proyecto en compás de espera, hasta que llegó el confinamiento. “Vimos que era el momento de hacer las pruebas por muchos motivos: teníamos las instalaciones, los equipos estaban sin poder trabajar y los clientes en sus casas, y además queríamos generar una relación directa con el comensal”, cuenta el cocinero.

Los cocineros Paco Roncero (izq.) y Ramon Freixa (dcha.) sirven comida a domicilio como Cuatromanos.
Los cocineros Paco Roncero (izq.) y Ramon Freixa (dcha.) sirven comida a domicilio como Cuatromanos.

Para la gallega Lucía Freitas las circunstancias sobrevenidas también fueron un empujón sin marcha atrás. Los primeros días de pandemia los vivió “supertriste”, cuenta, hasta que ideó una manera de alternar el encierro en la casa de sus padres con el encierro en la cocina de A Tafona, el restaurante con estrella Michelin que tiene en Santiago de Compostela. Dicho y hecho, empezó a cocinar platos que su hermano repartía en furgoneta. En ocasiones, incluso fue ella misma la que llamó a alguna puerta y, cuando la familia no bastaba, un acuerdo con taxistas de la ciudad hizo el resto. Para Freitas la experiencia fue terapéutica ―"necesitaba ese contacto de nuevo con mis clientes y mis proveedores"―, pero en términos económicos también tenía sentido: “Nos ayudó mucho porque no estábamos generando nada y nos iba dando para pagar alquiler y créditos”.

Ambos factores, emocional y económico, son para Anaïs Iglesias, profesora de Estrategia y Desarrollo de Negocio en el Basque Culinary Center, los que han impulsado a muchos restaurantes a repartir a domicilio en los últimos meses. Pero lo más importante para Iglesias es que la pandemia “ha servido para demostrar que es un modelo de negocio válido y puede coexistir con el tradicional”. La experta, eso sí, apunta a “condicionantes” necesarios para que funcione como el “tipo de oferta” o tener “espacio en la cocina para solapar estas dos actividades que tienen tempos de trabajo muy distintos”.

Son requisitos que Paco Roncero, con dos estrellas Michelin en el restaurante que lleva su nombre en Madrid, ya tenía muy estudiados antes de que llegara el coronavirus. Su estreno en el delivery, junto a su amigo y también biestrellado Ramon Freixa, es un proyecto bautizado descriptivamente como Cuatromanos y con algunas diferencias respecto a los anteriores. “La idea surgió hace más de un año cuando UberEats nos propuso por separado desarrollar una oferta con ellos”, cuenta Roncero. Al final decidieron hacerlo juntos y se pusieron manos a la obra, por lo que su estreno en plena pandemia casi ha sido circunstancial. Pero eso no impide que la experiencia tenga cosas en común con el resto. “Al principio la demanda fue brutal”, relata el cocinero, “ahora podemos dar 60 tickets un buen día… pero depende del día, la temperatura, de muchos factores…”

Quique Dacosta, el pasado domingo en la feria Mediterránea Gastrónoma en Valencia.
Quique Dacosta, el pasado domingo en la feria Mediterránea Gastrónoma en Valencia. Marcos Soria (MK.)

Sí, un delivery, por más que lleve el sello de un estrella Michelin, sigue siendo un delivery. Dacosta señala que los días de fútbol hay más demanda. Y Freitas tuvo que cambiar su concepto inicial: “Sigue siendo comida saludable, pero con más hidrato”, bromea. Eso, la comida que sirven, es al final la principal preocupación de los chefs. Y, según Iglesias, hacen bien: “No puedes pensar que es más de lo mismo que haces en tu restaurante”. A eso, la experta añade el “miedo” de “encargar a un tercero que lleve el preparado a una casa donde no van a poder ver el pase”.

Ese tercero son los repartidores, un negocio dominado por grandes compañías. Roncero, cuya iniciativa surgió de una de esas firmas, cree que “sin una plataforma de este tipo es muy difícil porque te trae clientes”. Dacosta y Freitas lo han descartado: el primero trabaja con repartidores propios, una manera de establecer “un protocolo de servicio” y que sea “una especie de camarero que llega a las casas”. Freitas desistió por las comisiones que piden las plataformas y solo reparte puntualmente si puede; si no, sirve para llevar desde Lume, su barra gastronómica en Santiago. En la decisión también se consideró el modelo laboral que aplican las mayores compañías del sector, a las que los tribunales han condenado por no contratar directamente a los repartidores y tenerlos como autónomos. Iglesias entiende las dudas “éticas” por un modelo laboral “discutible”, aunque señala que esta nueva relación con la alta gastronomía “también puede forzar a que se regule”.

Los restauradores de Barcelona, incluida la alta cocina, exigen abrir este fin de semana

Los restauradores de Barcelona, entre ellos los grandes grupos de restauración y la alta cocina, exigen abrir este fin de semana con un aforo interior de hasta el 50 %, con terrazas sin restricción de capacidad y con horario hasta las 23.00 horas, y trasladarán

esta propuesta al Govern.

El Gremio de Restauración de Barcelona explica en un comunicado que este martes han organizado una reunión con unos 70 restauradores, a la que han asistido chefs de renombre como Ferran Adrià o Joan Roca, que ha servido para constatar la "asfixia financiera" que vive el sector a pocos días de que se cumpla un mes desde que se les obligó a cerrar para contener la pandemia. "Nos están llevando a la ruina", ha denunciado Roger Pallarols, director de ese gremio, que ha emplazado al Govern a "escuchar, negociar y rectificar, y a autorizar, a partir de este fin de semana, un nuevo proceso de desescalada".

La propuesta consensuada, que también incluye la opción de llevar a cabo un registro de clientes, siempre que estos presten su consentimiento, se trasladará inmediatamente a los departamentos de Salud, Interior y Empresa. Los restauradores catalanes reclaman un aforo interior de hasta el 50 % siempre que se respete una distancia de 1,5 metros entre comensales de mesas diferentes, permitir la apertura de las terrazas con más separación entre ellas, control de temperatura y higiene de manos al llegar al local e incluso consumo en barra si se usan taburetes o sillas altas. Ferran Adrià (elBullifoundation), Joan Roca (El Celler de Can Roca), Jordi Cruz (ABaC), Carme Ruscalleda, los hermanos Torres (Cocina Hermanos Torres), Oriol Castro (Disfrutar), Albert Raurich (Dos Palillos), Romain Fornell (Caelis), Carles Gaig (Restaurant Gaig), Josep y Pere Monje (Via Veneto), Raül Balam (Moments), Ada Parellada (Semproniana), José Ramón "Moncho" o bien Joan Escribà (El Xiringuito de l'Escribà) son algunas de las personas que han asistido al encuentro.

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Sobre la firma

José Luis Aranda
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS, diario donde entró a trabajar en 2008. Escribe habitualmente sobre temas de vivienda y referentes al sector inmobiliario. Es licenciado en Historia por la Universitat de València y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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