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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Multiplicar los panes y los peces

La mies del fondo europeo es mucha, pero las demandas de apoyo serán aún mayores

Xavier Vidal-Folch
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los miembros de su gabinete aplauden a su llegada a la reunión del Consejo de Ministros tras el acuerdo alcanzado entre los líderes de la Unión Europea para poner en marcha un plan de reconstrucción económica.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los miembros de su gabinete aplauden a su llegada a la reunión del Consejo de Ministros tras el acuerdo alcanzado entre los líderes de la Unión Europea para poner en marcha un plan de reconstrucción económica.Borja Puig de la Bellacasa (EFE)

La mies europea es mucha. Los 140.000 millones para España en siete años —si son exactos— serán 20.000 millones anuales, entre subsidios y créditos.

O sea, diez veces más que los 2.000 millones que ha recibido cada año entre 2014 y 2018 (saldo neto entre lo que aporta a la UE y lo que esta le transfiere). Y el doble del presupuesto de Fomento para inversión real en 2019 (9.973 millones). El trabajo ahora es hercúleo: organizarse para absorberlos bien, destinarlos mejor y no dilapidar un céntimo.

Eso requiere un Plan Nacional de Reformas que cumplimente los requisitos europeos y proyectos ejecutivos de calidad. Acertar en el destino según su eficacia (la mies es mucha, pero las demandas de apoyo serán aún mayores), lo que exige sintonías inter-públicas y público-privadas.

El plan llegará el 15 de octubre. Pero ya hay esbozos y piezas que encajan. El Mecanismo de Recuperación y Resiliencia es la parte del león, un 89,6%, de los 750.000 millones de su plan marco, el europeo.

Sus recursos podrán amparar a la revolución verde y la digital. Y a parte del coste de los ERTE; del ingreso mínimo vital; de las políticas activas de empleo (sobre todo, juvenil) y la FP; del impacto económico en sectores más dañados (turismo y automoción).

Y eso porque son las vigas de esta nueva línea presupuestaria (que completan otras, como el SURE o el React). Y al mismo tiempo figuran en las Recomendaciones específicas-2020 del Consejo (para España), a cuyo cumplimiento la cumbre elevó como “criterios” de carácter “indispensable” para acceder a los apoyos financieros.

Pero también hay otros planes oficiales en marcha: el borrador del Plan de Adaptación al Cambio Climático 2021-2030 de mayo; el reciente Plan España digital 2025 (que prevé 20.000 millones de inversiones públicas y con privadas, hasta 70.000); o el de la mejora de la FP, 1.500 millones.

Todo eso hay que aderezarlo, acordarlo y completarlo. Tres métodos pueden aupar al acierto:

Alargar el calendario de medidas y reformas acompasándolo al septenato presupuestario europeo, porque será parte aún más clave del español. Incentivaría los pactos internos erga omnes: administraciones, empresas privadas, Gobiernos y oposiciones.

Priorizar el efecto multiplicador de los panes y los peces. De los proyectos con impacto en varias áreas recomendadas: la rehabilitación sostenible de viviendas (verde, empleo, cualificación profesional); la red eléctrica para vehículos (ecología, automoción, empleo). Y así, en cascada.

Atender más a las propuestas empresariales que completen sus demandas con ofertas de corresponsabilidad. Un ejemplo, la Cámara de concesionarios de servicios públicos e infraestructuras, CCIES (no solo ladrillo) propone invertir 300.000 millones —de sus bolsillos— en diez años, con un modelo concesional de “pago por uso” del usuario. No valdrá para todo; sí para más que algo.

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