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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nuevas tecnologías y derechos laborales

El cambio tecnológico está siendo considerado erróneamente como una amenaza para el empleo

Andreu Missé
Decenas de robots, en la fábrica de vehículos de Seat en Martorell.
Decenas de robots, en la fábrica de vehículos de Seat en Martorell.Albert García

Las nuevas tecnologías están siendo consideradas erróneamente como una amenaza para el empleo. El verdadero riesgo de la profunda transformación científica y tecnológica que estamos viviendo no es su potencial para eliminar puestos de trabajo, sino la fascinación por una nueva economía en la que el trabajo tendría menor relevancia y los derechos laborales serían menos necesarios.

La realidad es que la demanda de empleo de calidad no deja de crecer. En los países industrializados que han incorporado más intensamente las nuevas tecnologías ha aparecido el fenómeno de la falta de trabajadores cualificados. En la UE las vacantes laborales han pasado de representar el 1,3% de los ocupados en 2013 al 2,3% en 2019. En la República Checa significan el 6,2%; en Bélgica y Holanda, el 3,4%, y en Alemania, el 3,3%, según Eurostat. En este último país el Instituto de economía de Colonia ha detectado la falta de 300.000 científicos, ingenieros y expertos en tecnología.

En España, las empresas no han mostrado la capacidad suficiente para emplear a los jóvenes altamente cualificados que encuentran trabajo en otros países. En nuestro país la tasa de vacantes laborales es del 0,9%, mientras que la de paro es del 14,2%, cuando Europa registra la más baja desde 2000, situada en el 6,2%. La mayor aspiración de los jóvenes es “tener un buen trabajo”, según manifestaron el 38% de los encuestados, en una investigación realizada por Funcas en un segmento de la población española de entre 20 y 34 años.

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Estos datos indican que para afrontar la mayor preocupación de los españoles, el paro (56,9%), hay que poner más el enfoque en la modernización de las empresas, que va a un ritmo menor que el esfuerzo realizado por los jóvenes para formarse.

Los cambios tecnológicos urgen la defensa y mejora de derechos. Profesores de Derecho del Trabajo, jueces, inspectores de trabajo y sindicalistas son más necesarios que nunca. El derecho al trabajo está establecido no solo en las normas nacionales e internacionales como la OIT, sino en la propia Constitución.

Las nuevas tecnologías comportan una nueva organización de la economía, pero deben preservar los derechos de los trabajadores, que no caen del cielo. La evolución de la jornada laboral es bien ilustrativa para ver de dónde vienen los derechos.

En Barcelona, la huelga de la Canadiense, que paralizó la ciudad durante 44 días, forzó al Gobierno a aprobar la jornada de ocho horas en 1919. Exigió muchos sacrificios, cuatro muertos y más de 3.000 detenidos. Los obreros venían de un mundo siniestro. En las fábricas de Barcelona de 1856, las niñas de seis a ocho años trabajaban 16 horas diarias. De los 25.479 obreros de la ciudad, 3.799 eran niños, como explicaba Fabián Estapé en su Vida y obra de Ildefonso Cerdà. No son cuentos del pasado. Hoy, destacadas multinacionales se lucran con el trabajo infantil. Las nuevas tecnologías no pueden ser la coartada para reducir derechos laborales, sin los cuales no habrá sociedades estables, ni democracia.

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