Freno a los ciberataques
Blueliv diseña tecnología para rastrear los rincones más oscuros de Internet y prevenir a sus clientes de las amenazas
El mundo digital está lleno de amenazas. Daniel Solís (Barcelona, 42 años) empezó a montar su empresa en 2009 bajo esta idea. Su afición por la informática y la ciberseguridad le hicieron formar parte de las primeras generaciones de hackers españoles. Con sus conocimientos de esta reducida comunidad y su experiencia como consultor en ciberseguridad, vio una oportunidad de negocio en plena crisis y ante un mundo no tan digitalizado como el actual. Así nació Blueliv, start-up que este año cumple su décimo aniversario.
“Los comienzos no fueron fáciles”, asegura su fundador. “Tuvimos que empezar ofreciendo servicios para darnos a conocer, hacer contactos y sobrevivir económicamente”, explica Solís. Mientras, el equipo de Blueliv diseñaba productos para intentar innovar el mercado de la ciberseguridad. “Quizás el riesgo en Internet siempre sea el mismo (que te roben dinero o información), pero los ciberataques no paran de evolucionar. Hay toda una industria del hacking y detrás de ella están Gobiernos y mafias con un presupuesto casi ilimitado. Esto hace que siempre vayan un paso por delante. Nosotros nos adaptamos e incluso les copiamos ideas”.
Basándose en la necesidad de innovación y alerta continua, Blueliv diseñó una nueva tecnología centrada en rastrear los rincones más oscuros de Internet para prevenir ciberataques. Con inteligencia artificial y big data, los algoritmos de la compañía rastrean nuevos malwares —programas dirigidos a infectar dispositivos— o posibles amenazas en las profundidades de la Red para alertar a sus clientes y actualizar automáticamente los firewalls y antivirus de las empresas. “A veces tenemos que hacernos pasar por hackers para infiltrarnos en foros y anticipar posibles ataques”, afirma Solís. “Nos hemos convertido en los ojos de las empresas en Internet”.
Para desarrollar su nuevo producto, Solís realizó dos rondas de financiación y ofreció un modelo de early adopters (primeros prescriptores) a sus clientes iniciales para trabajar con su tecnología. En la primera, de 2013, logró 1,5 millones de la mano de Telefónica Ventures y Kibo Ventures. Así empezó una relación con la operadora, que ahora, además de inversor, es socio y cliente. En la segunda obtuvo cuatro millones.
Internacionalizar Blueliv fue otra de las claves para su éxito, resalta Solís. “Tenemos casi 150 clientes y tan solo un 15% están en España. Aquí las empresas empezaron a sumarse tarde al campo de la ciberseguridad”, aclara.
La trayectoria de Blueliv ha sido reconocida con premios como el Go Ignite de 2016 o el CyberSecurity Breakthrough Award de 2018. “Es difícil hacerse hueco entre empresas americanas e israelíes con cientos de millones de financiación”, indica Solís. No obstante, con una facturación de más de cinco millones al año y un crecimiento anual del 80%, según afirma el fundador, Blueliv parece haberse ganado su lugar en el sector de la ciberseguridad.
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