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OPINIÓN / JOSÉ CARLOS DÍEZ
Columna
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Trump contra Trump

El fantasma de la recesión vuelve a sobrevolar EE UU y es muy probable que le pille en plena campaña electoral el próximo año

José Carlos Díez
El presidente de EE UU, Donald Trump, durante la conferencia de prensa en Biarritz,el pasado lunes.
El presidente de EE UU, Donald Trump, durante la conferencia de prensa en Biarritz,el pasado lunes. NICHOLAS KAMM (AFP)

En la cumbre del G7 hemos visto a un Donald Trump menos polémico de lo habitual, hasta ha aceptado la propuesta de Emmanuel Macrón de reunirse con el presidente iraní. ¿Qué le sucede al presidente? El entorno económico puede ayudarnos a responder a la pregunta. Trump es millonario desde que nació y entró en política sin ninguna ideología definida, solo para satisfacer su vanidad personal.

En 2016, la tasa de paro estaba al 4,7%, y tres años después, con Trump en la Casa Blanca, ha bajado al 3,7%. En 2016, la economía llevaba siete años de ciclo expansivo. Este verano ha superado los 10 años creciendo, el ciclo expansivo más prolongado de la historia en EE UU. En España hemos sufrido los efectos de prolongar artificialmente un ciclo expansivo. Después de pinchar la burbuja en 2007 sufrimos la peor depresión económica desde la Guerra Civil. Las economías siempre depuran los excesos, y cuánto mayores son, más intensas son las recesiones.

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En la campaña de 2016 Trump calificó de mediocre el crecimiento de EE UU y prometió ascender al 5%. En 2019 la economía crece al 2,5%. Hay descontento en el voto obrero con la globalización y prometió protección y América primero. Para ello decidió subirles los impuestos. Los aranceles suponen un incremento de los costes de producción y una parte las empresas los acaban trasladando a precios que pagan los consumidores. El salario real medio, descontando la inflación, de los trabajadores industriales ha subido un ridículo 2% en los tres años que Trump ha estado en la Casa Blanca. La guerra comercial iniciada por Trump en 2017 ha sido como escupir con el viento en contra. Desde finales de 2017 las exportaciones industriales de EE UU están estancadas y desde finales del año pasado la producción industrial ha empezado a caer.

Con el comercio mundial en recesión y tras reventar el sistema multilateral creado en Bretton Woods en 1945, Trump está obsesionado en cebar la bomba de la demanda interna. Para compensar su subida de impuestos de aranceles, aprobó una bajada de impuestos, pero sobre todo a las empresas. La medida no le ha funcionado y la inversión empresarial cae desde el verano de 2018.

El fantasma de la recesión vuelve a sobrevolar EE UU y es muy probable que le pille en plena campaña electoral el próximo año. Trump es consciente de que con mayoría demócrata en el Congreso es complicado aprobar estímulos fiscales. Por eso ha centrado sus presiones sobre la Reserva Federal. Le exige que baje tipos y deprecie el dólar y acusa a su presidente de ser el principal enemigo de EE UU.

Si lo consigue, Trump aprenderá que la política monetaria ayuda a suavizar los efectos de la recesión sobre el desempleo, pero no puede evitarlos. Como nos enseñaron Michal Kalecki y John Keynes, los empresarios deben volver a tener expectativas de beneficios positivas para volver a invertir y a crear empleo. Y para eso toca depurar los excesos generados en el ciclo expansivo, que han aumentado significativamente por la desastrosa política económica de Donald Trump.

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