La odisea para conseguir fondos si eres un emprendedor español
A pesar del gran salto que ha dado el país, la falta de grandes ‘start-ups’ e instrumentos de inversión especializados limita el desarrollo
El que España haya dado un salto de gigante no significa que los actores del ecosistema emprendedor no reconozcan que está aún lejos de los estándares europeos. “Hemos mejorado, pero seguimos por debajo del Reino Unido, Francia o Alemania”, dice Alberto Gómez, socio de Adara Ventures. Parte del rezago se debe a que “el ecosistema español surgió más tarde”, explica Juan de Antonio, de Cabify. “Y eso es importante, ya que el ciclo de madurez de una start-ups puede llegar a los 10 años”, según Ignacio Fonts, de Inveready. La prueba del algodón de esta fase inicial es el valor de las desinversiones (exits). Mientras que en España lo habitual es conseguir 300 o 400 millones de euros como máximo, el año pasado hubo cinco ventas de más de 1.000 millones en Europa, la primera, la sueca Spotify (7.500 millones).
También seguimos teniendo pocos unicornios y tenerlos es básico ya que, según Marcos Martín Larrañaga, de Decelera, “el sistema crece sobre estas empresas de más de 1.000 millones”. En la clasificación The Global Unicorn Club, de CB Insights, de 380 compañías, España aparece con una sola firma que supera los 1.000 millones de dólares (Cabify), dos si se suma LetGo. Mientras que el Reino Unido tiene 19, Alemania 9 y Francia 5. Otro dato preocupante es que, pese a contar con dos de los bancos más grandes de Europa, la posición en empresas tecnológicas aplicadas a banca es deficiente. “Salvo excepciones, nuestras fintech son muy pequeñas”, afirma François Derbaix, fundador de Indexa Capital. En la lista de las 50 primeras europeas, España aparece solo con 2 frente a 23 del Reino Unido o 7 de Francia y Alemania.
Hay unanimidad en que los fondos españoles tienen que ganar talla. Según Dealrom.co, entre los 11 que más dinero han levantado este año no hay ninguno español. Cuatro son británicos y dos suecos. Resolver esta situación exige una mayor implicación de los grandes patrimonios familiares y fondos de pensiones, aprecia el sector. Además de una mayor predisposición por parte de las multinacionales españolas. Pese a que algunas como Enagás, Iberdrola, Repsol, Bankinter, CaixaBank o Santander tienen sus vehículos de inversión en start-ups, su actividad es mínima. Enrique Dans, profesor de IE Business School, dice que las grandes empresas en España no saben qué hacer con sus start-ups. “Cuando las compran, las ahogan. A los bancos les han salido mal las adquisiciones de este tipo de empresas. BBVA compró Simple para potenciar su banca digital, y acabó en fracaso”.
No solo no apuestan invirtiendo, sino que compran poco. Ignasi Vilajosana, de Worldsensing, que vende el 100% fuera de España, se queja de que han intentado vender a las empresas españolas “y solo nos han hecho perder el tiempo”. Fonts dice que las firmas del Ibex “no compran los servicios de las tecnológicas. Prefieren contratar a IBM”. Rodolfo Carpintier, presidente de DaD, expone: “Tuvimos una empresa que facturó durante siete años 300.000 euros, hasta que se fue a EE UU, recibió financiación y ahora vende más de tres millones”.
Sedes en el exterior
Estas dificultades, sumadas a las mayores posibilidades de financiación exterior, han llevado a muchas start-ups a ubicar su sede corporativa fuera de España. Lo han hecho Busuu, Kantox o Spotahome, que han ido a Londres; Devo a Massachusetts, Flywire a Boston, Fever a Delaware, Sherpa a San Francisco o LetGo a Nueva York. “De las 21 inversiones que hemos hecho en start-ups españolas, la mitad han migrado a Silicon Valley para acelerar su crecimiento”, señalan en Adara.
La excepción en este terreno es Telefónica, que ha invertido a través de Wayra y otros instrumentos en unas 500 start-ups en el mundo dedicadas a blockchain, Internet de las cosas, ciberseguridad o inteligencia artificial. De estas, “más de 100 trabajan con Telefónica. Otras 60 han sido vendidas”, dice Gonzalo Martín Villa, director de Innovación de la compañía. Pese a las pegas, el optimismo es dominante. La inversión y generación de proyectos se está doblando cada año. Es, pues, solo cuestión de tiempo que España se alce al olimpo de las cuatro primeras potencias europeas.
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