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La situación de Dia empeora: caen las ventas y el riesgo de quiebra se agrava

La compañía advierte a cuatro días del fin de la opa que perderá hasta 150 millones en el primer trimestre y el agujero patrimonial casi se duplicará

Javier Salvatierra
Una clienta entra en un establecimiento Dia en Sevilla.
Una clienta entra en un establecimiento Dia en Sevilla.paco puentes

A cuatro días del desenlace de la opa presentada por el máximo accionista, el fondo Letterone, y ante la escasa adhesión a la oferta, la cadena de supermercados Dia carga las tintas sobre el deterioro del negocio que viene sufriendo por la incertidumbre que provoca su situación y que la acerca cada vez más a la quiebra. En un último intento por convencer a los indecisos de que la opa es la única salida, este viernes ha puesto números a esta deriva: la empresa perderá entre 140 y 150 millones de euros en el primer trimestre, con una caída de las ventas del 4,3% en el periodo. Estas cifras suponen profundizar el agujero patrimonial que tiene a la empresa en causa de disolución, de 99 millones de euros a entre 170 y 180 millones.

Un mes más de plazo para la deuda

Al tiempo que informaba del deterioro de su negocio, la dirección de Dia ha informado de que ha logrado un pequeño alivio financiero. Ha acordado con los bancos acreedores aplazar un mes el vencimiento de sus "actuales líneas de financiación sindicadas", el préstamo sindicado con una docena de bancos por valor de 912,1 millones de euros que vencía el 1 de mayo, para dar más tiempo a que llegue la ampliación de capital.

Esta es la deuda que está negociando Letterone con la banca acreedora, a la que pide aplazar el vencimiento hasta 2023 y no amortizar nada con la venta de las perfumerías Clarel y los supermercados mayoristas Max Descuento. Si todo va según los planes del fondo, si la opa sale adelante el 30 de abril, tendría lista la ampliación antes del 20 de mayo.

Dia necesita revertir ese agujero con una inyección de capital antes del próximo 20 de mayo, o tendrá que entrar en preconcurso de acreedores. La solución sobre la mesa es que el fondo del magnate Mijail Fridman realice su ampliación de capital de 500 millones, pero esta está condicionada al éxito de la opa presentada por el 71% de la empresa que no controla a 0,67 euros por acción. El plazo para aceptarla concluye el próximo martes y hasta ahora las adhesiones han sido escasas. Por ello, tanto el fondo como el consejo de administración de la cadena se han esforzado estos días en convencer a los accionistas de que vendan sus títulos.

Uno de los argumentos es que el negocio de la cadena, ante la "incertidumbre sobre su situación financiera", se deteriora a marchas forzadas. Este viernes, la empresa ha puesto cifras a ese derrumbe. Las ventas comparables del primer trimestre, cerrado el 31 de marzo, caerán al menos un 4,3%, de 1.792 millones en el primer cuarto de 2018 a un máximo de 1.715 millones. Pero es que la caída puede ser hasta del 10%, hasta 1.615 millones. Y va a más cada día que pasa: en enero el negocio cayó un 1,6%, se agravó en febrero hasta el 3,2% y en marzo, con toda la atención mediática sobre la junta de accionistas y la pugna entre Letterone y el consejo de administración que dirige Borja de la Cierva, un 7,9%.

Los proveedores se ponen en guardia

La empresa señala que tras publicar los resultados de 2018, con pérdidas de 352 millones, la situación fue a peor: los vencimientos de deuda, la incertidumbre sobre la junta y el aireo público de los problemas en general hicieron levantar las orejas a las aseguradoras (que quieren "reducir riesgos"). Y, detrás, llegaron los proveedores. Esto "comenzó a tener un impacto negativo en la cadena de suministro, lo cual ha dado lugar a un aumento sustancial de los niveles de rotura de stocks (que no hubiese producto) en almacenes y tiendas, que en última instancia se ha traducido en menores ventas".

Así, la rentabilidad directamente se hunde: de unas pérdidas de 16 millones hace un año se va a pasar a entre 140 y 150 millones, casi 10 veces más y el agujero patrimonial de la matriz, de 99 millones a cierre del ejercicio 2018, que mantiene a la empresa en causa de disolución, crece hasta casi duplicarse en un solo trimestre: entre 170 y 180 millones. Y la deuda pasa de 1.452 millones de euros a 1.702. Son cifras preliminares no auditadas, señala Dia.

Presión a favor de la opa

Y a continuación, la empresa señala que todo esto se puede arreglar si la opa de Letterone triunfa, es decir, si consigue la aceptación de al menos la mitad del 71% del capital que Fridman no controla. "A pesar de que esta situación alcanzó su punto máximo en marco y aún persiste en abril", el éxito de la opa, y la consiguiente ampliación de capital, y un acuerdo de refinanciación con la banca acreedora, que el fondo aún no ha atado, "debería mejorar la estructura de capital de la sociedad y, por tanto, contribuir a mitigar la incertidumbre que ha causado la inquietud de los proveedores y podría proporcionar la base para la transformación comercial de la compañía", dice la empresa.

El caso es que, por el momento, la opa no parece encarrilada. Letterone informó el 17 de abril que solo había conseguido un 4,64% del 71% de las acciones al que va dirigida la oferta. Tiene que llegar al menos al 35,5%. En los procesos de opa, los inversores suelen esperar al final para vender para intentar que el oferente suba la puja, pero el plazo para que Letterone lo hiciese expiró ayer, con la negativa del fondo a tocar esos 0,67 euros por acción. Un par de inversores que aglutinan cerca de un 6% de los títulos han anunciado esta semana que no venderán. Ya solo queda esperar al martes, cuando acaba el plazo para vender, para saber el resultado. Fridman, mientras, aprieta: o la opa o la empresa se arriesga a la liquidación.

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