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Opinión
Columna
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El coste del populismo

Es evidente que Trump desconoce las identidades básicas de la economía y la ignorancia es muy osada

José Carlos Díez
El presidente de EE UU, Donald Trump, durante la Conferencia de Acción Política Conservadora en Maryland, el pasado 2 de marzo.
El presidente de EE UU, Donald Trump, durante la Conferencia de Acción Política Conservadora en Maryland, el pasado 2 de marzo. YURI GRIPAS (REUTERS)

El economista Dani Rodrik ha publicado una investigación que concluye que periodos intensos de globalización y revolución tecnológica son seguidos por periodos de proteccionismo que denomina populismo. El estudio analiza las causas que justifican la reacción social. Pero ya disponemos de evidencia empírica para empezar a estimar los costes de la nueva era populista global.

Trump prometió América primero y se embarcó en una guerra comercial para reducir el déficit exterior. ¿Cuál es el resultado dos años después? El déficit comercial ha aumentado 150.000 millones de dólares y las importaciones chinas siguen creciendo exponencialmente. Es evidente que Trump desconoce las identidades básicas de la economía y la ignorancia es muy osada. El saldo exterior de una economía es igual a la diferencia entre su ahorro y su inversión. Trump prometió una bajada de impuestos que aumenta el déficit público, reduce el ahorro de la economía y aumenta el déficit exterior.

Nuestro cerebro prioriza el objetivo inmediato por eso el populismo funciona electoralmente a corto plazo aunque tenga efectos desastrosos a largo plazo. Según la Oficina Presupuestaria del Congreso de EE UU el déficit público estructural es del 5% del PIB. Sin aumento de impuestos o recortes de gasto se mantendrá por encima del 4% del PIB durante la próxima década. Y la deuda pública neta asciende al 80% del PIB.

En 2018 el déficit público en EE UU aumentó 100.000 millones de dólares que es la misma cantidad que la bajada de recaudación que provocó la reducción del impuesto de sociedades de Trump. La inversión empresarial en 2018 fue inferior a la de 2017 y la bajada del impuesto no ha tenido impacto sobre la economía real. Las empresas han utilizado el aumento de sus beneficios para recomprar acciones de sus propias compañías aumentando el precio de la acción. Según el Nobel Robert Shiller, Wall Street vive en una burbuja financiera que supera la de 2007 y solo es comparable a la de 2001 y a la anterior a la Gran Depresión de 1929.

Desde las políticas de Reagan en los años ochenta Estados Unidos padece una grave patología de déficits gemelos, público y exterior, que ha aumentado la deuda externa y amenaza la posición del dólar como moneda de reserva. Es probable que Trump haya presionado el botón rojo y haya activado el fin de la hegemonía del dólar, aunque tardaremos años en ver sus efectos.

En España Pablo Casado, Albert Rivera, Santiago Abascal y sus reaganomics prometen bajadas de impuestos como Trump. Nuestro déficit es similar a EE UU pero nuestra deuda pública es mayor. Ya fuimos rescatados en 2012 y, si seguimos el camino de Trump, el próximo rescate puede coincidir con Italia y ser el final del euro que muchos profetas llevan anunciando.

El historiador económico Francisco Comín nos ha enseñado que España es el país del mundo que más reestructuraciones de deuda ha realizado. El ratio de alarma es el servicio de la deuda, intereses más amortizaciones, sobre el total de gasto público. Estamos próximos a máximos históricos del 50% y un impago se cargaría todo el desarrollo humano conseguido en los últimos cuarenta años de democracia. Veremos.

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