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Los escándalos cercan a Techint

Varios casos de corrupción ligados a sobornos empañan la buena marcha del negocio siderúrgico y petrolero de la principal multinacional argentina

Planta de producción de acero de Techint en Corea del Sur.
Planta de producción de acero de Techint en Corea del Sur.

El pasado año tuvo varios tragos amargos la mayor multinacional argentina, el grupo siderúrgico y petrolero Techint. En agosto se conoció que dos directivos de la compañía, con operaciones industriales en una docena de países de América, Asia y Europa, figuran en los llamados “cuadernos de las coimas”, las anotaciones del chófer de un alto cargo de los Gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015) que destaparon el mayor caso de corrupción de la historia argentina reciente. Cuatro meses más tarde, su principal accionista y gestor, Paolo Rocca, dueño de una de las mayores fortunas de Argentina, se sumó a la lista de los grandes empresarios procesados en esa causa. Por si fuera poco, en octubre la justicia registró la sede de la empresa en Buenos Aires por un proceso que investiga el pago de sobornos en Brasil.

Estas turbulencias no han afectado en exceso al negocio de la compañía. En Arabia Saudí adquirió el 47% de la siderúrgica Saudi Steel Pipe Company, mientras que en Argentina triplicó la producción de shale gas, hasta hacerse con el 10% del consumo nacional. Asimismo, su subsidiaria Ternium, que en 2017 representó el 50% de los 18.500 millones que facturó en total el grupo, se encamina a cerrar el ejercicio con una cifra de resultado bruto de explotación (Ebitda) récord, según avanzó la propia compañía.

La buena evolución de la cuenta de resultados, sin embargo, no impide que los casos de corrupción sean una fuente de preocupación. En agosto pasado, poco después de que se destapara el caso de los cuadernos, los empleados de Techint recibieron un vídeo inusual de parte de la compañía. Eran imágenes de hace 10 años que intercalaban un discurso altisonante del entonces presidente venezolano, Hugo Chávez, y escenas de disturbios y autobuses en llamas en las calles de Puerto Ordaz, la ciudad del país caribeño donde está ubicada Sidor, una de las mayores plantas siderúrgicas de América Latina, hasta entonces subsidiaria del conglomerado argentino. Chávez amenazaba con estatizar y ocupar las instalaciones de la empresa, cosa que cumplió poco tiempo después.

La empresa tenía motivos para recordar a sus empleados lo ocurrido en Puerto Ordaz. La violencia de esos meses en torno a Sidor es una de las razones que esgrime Techint para explicar por qué en 2008 sus directivos realizaron pagos ilícitos a los exfuncionarios. La versión que defienden en la empresa es que los pagos fueron “contribuciones” que exigió la Administración anterior para interceder ante Chávez y que la empresa pudiera repatriar a sus empleados sin poner en riesgo su seguridad. “Actuamos para defender a nuestra gente”, afirmó Paolo Rocca frente a un auditorio de empresarios en una reunión de la Cámara Empresaria Argentina el pasado verano. En los años siguientes a la nacionalización, la empresa recibió una compensación de 1.900 millones de dólares del Gobierno venezolano.

Su gestor y máximo accionista, Paolo Rocca, está procesado por el caso de los 'cuadernos'

Fuera del plano judicial, predominan las buenas noticias. En septiembre la empresa anunció que el principal proyecto de hidrocarburos que su subsidiaria Tecpetrol desarrolla en la formación Vaca Muerta, la segunda mayor reserva de gas de esquisto en el mundo, alcanzó una producción de 15 millones de metros cúbicos de gas natural por día, lo que representa más del 10% del consumo total del país. Además, el grupo tiene presupuestada una inversión de 2.300 millones en el proyecto Fortín de Piedra, un área de 243 kilómetros cuadrados en la que la compañía tiene el 100% de la concesión de explotación, y que es el mayor desarrollo de gas no convencional de Argentina.

La creación de Tecpetrol en 2003 le permitió al conglomerado tener intereses en el estratégico negocio de la producción de hidrocarburos, un sector del que depende fuertemente la industria de los tubos de acero. Es precisamente en este segmento siderúrgico donde Techint es líder mundial a través de su filial Tenaris. En Campana, una localidad cercana a Buenos Aires, está ubicada Siderca, la planta de tubos que fue la base sobre la cual la compañía cimentó su expansión internacional. Hoy es parte de un conglomerado con operaciones industriales en Argentina, Arabia Saudí, Brasil, Canadá, Colombia, Estados Unidos, Indonesia, Italia, Japón, México y Rumania.

Compra en Arabia Saudí

El grupo Tenaris cotiza en Bolsa y tiene una capacidad de producción de 6,9 millones de toneladas de tubos de acero. La empresa anunció en septiembre la adquisición del 47,8% de Saudi Steel Pipe Company, fabricante de tubos de acero soldados, por 144 millones de dólares, una operación aún pendiente de autorización. La nueva planta tiene una capacidad de producción de 360.000 toneladas anuales y le permitirá expandir sus operaciones en el país árabe y ampliar la variedad de productos que ya provee a Saudi Aramco, la empresa estatal de petróleo y gas.

Sus operaciones en la industria de productos de acero terminados, a su vez, están agrupadas bajo el paraguas de Ternium, un conglomerado con plantas en Argentina, Brasil, Colombia, EE UU, Guatemala y México, y una capacidad de producción de 12,4 millones de toneladas anuales. Esta filial cerró el ejercicio 2017 con ventas por 9.700 millones de dólares. Ese año anunció dos grandes proyectos para ampliar sus operaciones en México y Colombia, en los que invertirá más de 1.000 millones hasta 2020.

En 2017, la suma de las ventas de Ternium y Tenaris, sus dos grandes empresas siderúrgicas, representaron el 78% de la facturación del grupo Techint. El anuncio del Gobierno de EE UU de que aumentaría los aranceles al acero encendió las alarmas. La medida, sin embargo, no perjudicó a Techint. “Argentina fue exceptuada de la medida y todavía no se observa un desvío de la producción asiática hacia América Latina”, explica Franco Roland, analista de la consultora Abeceb. “Por el momento, la subida de aranceles es más una oportunidad que una amenaza”.

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