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Macri lanza un duro ajuste fiscal para contener la crisis en Argentina

El Gobierno pone impuestos extras a las exportaciones y elimina ministerios para recuperar la confianza de los mercados

El presidente de Argentina, Mauricio Macri, anuncia en un mensaje grabado las líneas del ajuste económico.
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Mauricio Macri ha dado un paso a la desesperada. Llegó al poder con la promesa de que no habría ajuste, una palabra que provoca pesadillas a los argentinos, y ahora ha hecho todo lo contrario. Hoy ha anunciado un plan que sube impuestos y recorta gastos del Estado para contener el déficit y recuperar la confianza de los mercados. Los exportadores, los más beneficiados por la depreciación del peso, pagarán una retención extra de hasta 10% por cada dólar que reciban. Al mismo tiempo, el Gobierno reducirá sus costos operativos con la eliminación de 13 ministerios de un total de 23. La fórmula dejará en el haber 9.000 millones de dólares hasta diciembre de 2019.

Las dudas sobre la capacidad de Argentina para acomodar sus cuentas y cumplir con sus obligaciones de deuda aceleraron la crisis financiera. El jueves pasado, el Gobierno subió los tipos de interés hasta el 60% para frenar la espiral descendente del peso, que perdió 16% de su valor en sólo un día. Macri prometió entonces a los inversores que en 2019 reducirá a cero el déficit. Enfrenta una tarea titánica: este año, el Estado tendrá un rojo de 2,6% del PIB. Para alcanzar las metas, el Presidente ha pedido ayuda al sector que más benefició cuando llegó al Gobierno, en diciembre de 2015. El campo, fuente de la mayor parte de los ingresos de divisas internacionales, acordó con el nuevo Gobierno una reducción gradual de las retenciones y luego ganó competitividad gracias a la devaluación del peso. De poco sirvieron ahora sus intentos por detener la subida de impuestos. 

La decisión de Macri de gravar las exportaciones da una idea de la dimensión de la crisis, luego de prometer durante meses que no tocaría las retenciones. En la memoria del Presidente está aún la crisis política que enfrentó Cristina Fernández de Kirchner en 2009, cuando los productores rechazaron una subida de impuestos con barricadas que paralizaron el comercio de granos. “Le vamos a pedir a los que más aportan a la economía, los que exportan, un impuesto malo, malísimo, que va en contra de lo que queremos fomentar. Pero les tengo que pedir que entiendan que es una emergencia y necesitamos de su apoyo”, dijo el presidente en un mensaje grabado de casi media hora.

La subida de impuestos no solo afecta al campo, sino a todo el sector exportador, aunque con diferencias por sectores. El Gobierno gravará las exportaciones primarias —en las que figuran soja, maíz y trigo, los tres principales cultivos— con cuatro pesos (casi 0,10 centavos de dólar) por cada dólar exportado y con tres pesos (0,08 centavos de dólar) por dólar a las demás, como las industriales y servicios. Con el impuesto espera recaudar 60.000 millones de pesos extras (1.500 millones de dólares) hasta diciembre y 280.000 millones de pesos (unos 7.200 millones de dólares) en 2019, equivalente al 1% del PIB.

Mesa chica para el Gabinete

“Voy a compactar mi equipo para tener una respuesta focalizada a lo que se viene”, dijo Mauricio Macri cuando promediaba el discurso con el que lanzó su plan contra la crisis económica. El Presidente ha reducido de 23 a 10 el número de ministerios, con la fusión de varias carteras que ahora serán secretarías.

Fue un mensaje de austeridad que retrotae la estructura del Estado a aquella que tenía en 1983, con el primer gobierno de la democracia. Con los años, el número de ministerios creció hasta el récord actual, luego de que Macri sumara seis a los 17 que heredó del kirchnerismo.

Los cambios dan más poder al ministerio de Hacienda y Finanzas, que absorbe Energía. Otro ministerio que sale reforzado es Seguridad Social, que sumará Salud. Trabajo y Agroindustria serán ahora responsabilidad del ministerio de Producción y Educación tendrá a su cargo Cultura y Ciencia y Tecnología. “Los ministros que pasan a secretarios, en principio, mantienen sus cargos”, dijo el titular de Interior, Rogelio Frigerio, al final de la primera reunión del nuevo gabinete.

Presidencia difundió al mediodía la foto de ese encuentro, con Macri en la cabecera de una mesa que se achicó sin disimulo.

El mayor recorte del gasto será en inversión pública: un 0,7% del PIB. Pero tendrá también un importante impacto en el bolsillo de los argentinos a través de la eliminación de subsidios al transporte y la electricidad. Esa medida supondrá otro tijeretazo del 0,5% del PIB. Finalmente, el Gobierno estableció un ahorro en remuneraciones y gastos operativos del 0,2% del PIB y del 0,2% en otros gastos corrientes.

Dujovne admitió que el duro ajuste diseñado por el Gobierno agravará la recesión para este año. Hace una semana, el titular de Economía anticipaba una contracción del 1%, que ahora podría duplicarse. Para paliar los efectos de la crisis en las clases más vulnerables el gasto en programas sociales crecerá un 0,3% el año que viene y se ampliará el programa oficial de control de precios en bienes de la canasta básica heredado del kirchnerismo.

El paquete de medidas económicas fue el resultado de un fin de semana frenético. Macri se encerró en la residencia oficial con su equipo y delineó el plan en medio de rumores de renuncia de ministros y nuevos nombres en el Gabinete. El apuro estaba justificado: esta misma noche, Dujovne viajará a Washington para convencer al Fondo Monetario Internacional (FMI) de que acelere la entrega de los 50.000 millones de dólares de rescate acordados en junio.

La tesis del Gobierno es que el culpable de todos los males de la economía argentina está en el déficit fiscal. Argentina gasta más de lo que recauda y su dependencia del crédito externo la puso a merced de la tormenta financiera que golpea a los mercados emergentes. Hoy Macri habló a los mercados, para llevar calma, y también a la población, que ya ha encendido las alarmas de las peores crisis económicas. “Sé lo que sienten, les voy a explicar por qué cuando parecía que veníamos bien sentimos que volvemos para atrás. Les voy a hablar con el corazón”, dijo Macri en el arranque de su discurso.

El Presidente midió cada una de sus palabras. Tomó aire cuando el texto sumaba dramatismo, estudió los silencios antes de algún pasaje incómodo y subió el tono cuando tuvo que pedir la confianza de sus electores. También disparó contra la herencia recibida, aunque nunca nombró a su antecesora en el cargo, Cristina Fernández de Kirchner. Hacia el final, cuando había pasado casi media hora, recuperó el tono que tanto éxito le dio en campaña, con llamados al optimismo y al cambio profundo.

“Sé que el mayor esfuerzo es el que están haciendo cada uno de ustedes y sus familias. El que hacen cuando se levantan y saben que el bolsillo aprieta. Tenemos que seguir juntos hacia adelante, tengo la fortaleza necesaria y estoy acá con ustedes, pero necesito que estemos juntos contra los predicadores del miedo. Cambiar es crecer y enfrentar las dificultades”, dijo Macri. El Presidente argentino tiene mucho que perder ante la crisis. En octubre del año que viene hay elecciones generales y sabe que ya no tiene asegurada la continuidad, como pensaba hace sólo unos meses.

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