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El ‘Me Too’ llega al Banco Mundial: una de cada cuatro empleadas dice haber sufrido acoso sexual

Una encuesta interna, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, revela que son escasas las denuncias. La institución admite que debe efectuar mejoras

El edificio principal del Banco Mundial en Washington, en una fotografía de archivo
El edificio principal del Banco Mundial en Washington, en una fotografía de archivoLAUREN BURKE (AP)

El debate sobre el Me Too ha llegado al Banco Mundial. El organismo prestamista ha llevado a cabo un sondeo interno sobre acoso sexual en el puesto de trabajo. Un 25% de las mujeres que participaron en la encuesta aseguran haberlo sufrido y un 4% de los hombres, según el estudio al que ha tenido acceso EL PAÍS. De los aproximadamente 24.000 empleados (en plantilla y temporales) del Banco Mundial y sus entidades asociadas, 5.056 respondieron a la encuesta. Solo un 12% de las personas presentó una queja o denuncia sobre los episodios de acoso (un 14% entre mujeres) y la mayoría de las que se quejaron se declaran insatisfechas con las consecuencias de haber alzado la voz.

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El sondeo, que no se ha hecho público fuera de la institución internacional, es incompleto pero permite hacerse una idea del alcance de esta problemática. La encuesta, impulsada por un grupo de trabajo, se envió en marzo a los correos electrónicos de los empleados. Un 57% de los participantes fueron mujeres, un 40% hombres y un 3% no se identificó. Dos tercios de los empleados del Banco Mundial trabajan en la sede central en Washington y se dieron más casos de abusos allí que en las oficinas en otros países.

La encuesta define acoso como casos de “avance no bienvenido, solicitudes de favores sexuales” o cualquier otra acción de naturaleza sexual que interfiere con el empleo o crea un ambiente intimidatorio. Los resultados, que se difundieron internamente en mayo, revelan el temor de muchos trabajadores a denunciar abusos. De los que no se quejaron públicamente, un 32% temía sufrir consecuencias si lo hacía, un 27% cree que no hubiera cambiado nada y un 23% no confía en el sistema. Entre los que sí denunciaron, un 50% se declara insatisfecho con el resultado frente a un 38% satisfecho. Otro dato relevante: un 18% de los que se quejaron públicamente sufrieron represalias.

También se perciben problemas de fondo. De las personas que contestaron el sondeo, un 6% asegura haber sufrido tres o más incidentes de acoso en los últimos tres años, y un 4% siente peligro en el puesto de trabajo o ha considerado abandonarlo. Por otra parte, un 10% de hombres y un 11% de mujeres dicen haber presenciado actos de acoso sexual a otras personas en el organismo.

En busca de un ambiente seguro

“El Grupo Banco Mundial cree firmemente que todos nuestros trabajadores se merecen trabajar en un ambiente seguro y libre de cualquier forma de abuso”, señaló un portavoz en un correo electrónico. La institución subraya que se toma “seriamente” los abusos y que tiene un “sistema robusto” para abordarlos, pero admite que precisa cambios. “Como muchas organizaciones, sabemos que siempre podemos mejorar y estamos comprometidos a hacerlo”.

Daniel Sellen, presidente de la Staff Association del Banco Mundial -un colectivo que defiende los derechos de los trabajadores en plantilla- sostiene que el organismo, que ha criticado la prevalencia del acoso sexual en determinados países, tiene una obligación moral. “Debemos aplicarnos a nosotros mismos los estándares elevados y las prácticas que predicamos”, dice en una entrevista.

La cúpula del Banco Mundial ha anunciado medidas en los últimos meses en torno a esa lacra. Algunas de ellas son la contratación de una consultora para analizar el sistema de investigación ante denuncias de índole sexual, obligar a todos los empleados a seguir un curso sobre prevención de acoso y acelerar los procesos de investigación. En un correo electrónico en marzo a los empleados, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, les alentó a participar en la encuesta. “No toleraremos transgresiones que ponen en peligro nuestra misión vital de acabar con la pobreza y crear oportunidades para millones en todo el mundo”, escribió.

Un teléfono bajo la falda de una empleada

Hay, sin embargo, casos conocidos de acoso sexual en el Banco Mundial y de respuesta benévola. En diciembre de 2016, el Tribunal Administrativo de la organización dictaminó que no debería haberse despedido a un empleado que, en 2014 en la sede central en Washington, colocó su teléfono móvil debajo de la falda de una trabajadora para “tomar inapropiadas fotografías o vídeos de ella sin su consentimiento”. El tribunal consideró que, pese a haber “cometido una mala conducta”, era “significativamente desproporcionada” la decisión de haber terminado el contrato del empleado.

Un año después, Elaine Zuckerman, una extrabajadora del Banco Mundial y que preside ahora la ONG Gender Action, envió un correo electrónico al ombudsman (defensor interno) de la institución contándole cómo en los años ochenta ella fue “agredida” sexualmente por dos empleados del Banco en viajes a China y que, tras denunciarlo, el entonces ombudsman le comunicó que “no podía hacer nada sin testigos en cada caso”, lo que dio por cerradas las pesquisas.

Hay algunas señales alentadoras. En el año fiscal 2018, que ha finalizado recientemente, se registraron 33 acusaciones por acoso sexual en el Banco Mundial frente a 11 en 2017. Sellen, de la Staff Association, atribuye parte del aumento al efecto de la encuesta. Tilda de “muy positivo” el debate actual pero urge a establecer un sistema en el cual las mujeres “se sientan seguras” al denunciar y perciban que hay “consecuencias concretas” para los perpetradores.

Sobre el resultado del sondeo, en el que participaron menos de una cuarta parte de los empleados, Sellen explica que algunas mujeres le han dicho que la tasa del 25% de víctimas femeninas de acoso es “demasiado baja” y algunos hombres lo contrario. La encuesta da resultados similares a una de la cadena CNBC del pasado diciembre que, sin embargo, fue efectuada solo en EE UU: un 27% de mujeres y un 10% de hombres dijeron haber sufrido acoso sexual en el trabajo.

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