Los inversores reciben con calma la confirmación de la victoria de López Obrador
El peso se deja solo unas décimas frente al dólar y la Bolsa mexicana retrocede un 2% ante la constatación de que Trump mantiene su apuesta proteccionista
Un lunes más en la oficina. La confirmación de la aplastante victoria, este domingo, de Andrés Manuel López Obrador no ha causado un batacazo en los mercados financieros, como muchos predijeron a lo largo de toda la campaña: los inversores reaccionaron con calma ante una noticia que ya venían descontando durante meses en sus carteras. El peso —el mejor termómetro de la economía mexicana— cerró este lunes con una caída de nueve décimas frente al dólar, en línea con el resto de grandes monedas emergentes, ante la constatación de que la Administración Trump no tiene intención de dar marcha atrás en su agenda proteccionista. La incertidumbre sobre el nuevo panorama comercial también lastró la Bolsa, que se dejó un 2%.
Política fiscal responsable
El futuro titular de la Secretaría (Ministerio) de Hacienda, Carlos Urzúa, trasladó este lunes por la mañana, en una conferencia con inversores, la voluntad del Gobierno de López Obrador de mantener una política macroeconómica y fiscal responsable, y reiteró la autonomía total del Banco de México. La conversación, por vía telefónica, estaba prevista como medida de infundir tranquilidad a los inversores tras la victoria electoral. Sin embargo, el ya presidente electo se adelantó unas horas con sus palabras, igualmente en tono tranquilizador, en la misma noche electoral. Urzúa, que compareció ante los analistas acompañado por el principal asesor económico de López Obrador, Gerardo Esquivel, y por Arturo Herrera -alto funcionario del Banco Mundial que pasó por el equipo del ya presidente electo y de Urzúa en el Gobierno de la Ciudad de México y que tendrá un papel relevante en la próxima Administración- calcula que la centralización de las compras gubernamentales y el combate contra la corrupción supondrán un ahorro de entre un 1% y un 2% del PIB.
Los inversores daban por hecho el triunfo de Morena. Su ventaja en los sondeos era tal, que nadie tenía en sus pronósticos nada que no fuese amanecer hoy con el tabasqueño como presidente electo y prácticamente todos se habían adaptado para el cambio político. Pocos esperaban, en cambio, un discurso tan pragmático como el primero que dio López Obrador ayer: la garantía de autonomía del Banco de México, la disciplina fiscal y, por supuesto, la libertad de empresa fueron los principios rectores de su carta de presentación ya como presidente electo. También la confirmación de que dos moderados, Alfonso Romo y Carlos Urzúa, llevarán el día a día económico y financiero de la nueva Administración tras meses reuniéndose con empresarios e inversores. No hubo pistas, en cambio, a uno de los mayores retos que su Ejecutivo tiene por delante: la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) con Estados Unidos y Canadá, del que depende casi la tercera parte del PIB mexicano.
La otra gran incógnita ahora es saber si, como prácticamente todos los sondeos a pie de urna predicen, Morena y sus aliados del Partido del Trabajo (izquierda) y Encuentro Social (ultraconservador) logran la mayoría absoluta en la Cámara Baja y, sobre todo, en la Cámara Alta. La preferencia generalizada en los mercados es que no la obtenga, para que tuviera que pactar con el resto de fuerzas políticas cualquier reforma de calado y que hubiese un contrapeso claro.
En todo caso, los inversores este domingo el peor escenario: que el margen fuese tan estrecho que resultase imposible declarar un ganador de forma inmediata y se abriese un periodo de indefinición política durante días o semanas. El resultado despejó de dudas el horizonte: López Obrador gobernará y no habrá lucha hasta el último voto, sin riesgo de cuestionamiento del sistema electoral.
"El discurso que dio López Obrador fue muy bueno, de mucha conciliación. Dijo lo que tenía que decir y eso ha calmado a mucha gente", subraya Jonathan Heath, analista independiente y ex economista jefe de HSBC para América Latina. "La victoria ha sido más contundente y tranquila de lo que se esperaba: todo ha transcurrido con mucha calma y eso es bueno para los mercados. Además, creo que el tono va a seguir siendo moderado", completa Rafael Camarena, analista del Banco Santander en la Ciudad de México.
¿Quiere esto decir que la variable política del tipo de cambio está completamente controlada? Todo dependerá de lo que ocurra en las próximas semanas. Los inversores esperan escuchar de nuevo a López Obrador y a su círculo más cercano en la misma línea cauta y conciliadora del tramo final de campaña, cuando pactó una suerte de armisticio de facto con la élite empresarial mexicana y pactó una tercera salida del conflicto sobre el nuevo aeropuerto de la capital. Y que -según sintetizaba esta semana un importante gestor de fondos- el sexenio de López Obrador se parezca más al primer tramo de presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil o de Ollanta Humala en Perú que a las aventuras económicas de Argentina, Ecuador o Venezuela en las dos últimas décadas. Creen que así será.
Mensaje de tranquilidad
El mensaje que han recibido los inversores y las agencias de calificación de riesgos de boca del ya presidente electo y sus técnicos ha sido triple: de respeto a la autonomía del banco central, de control del gasto fiscal y de rechazo a nuevas subidas de impuestos —a pesar de que la presión fiscal en México es prácticamente la mitad que en la media de las economías avanzadas—. Y la acogida ha sido mayoritariamente positiva en los últimos meses. Si en abril la calificadora Moody’s descartaba abiertamente un giro en la política económica en caso de victoria de López Obrador -aunque mostraba, eso sí, su preocupación por una posible reversión de la reforma energética-, hace un par de semanas el economista jefe para América Latina del banco estadounidense Citi y ex alto funcionario del Gobierno mexicano Ernesto Revilla vaticinaba una mejoría del peso tras la elección. “Una visión más local de más miedo a López Obrador diría que tendremos un ajuste negativo en el tipo de cambio, pero nosotros creemos que puede pasar lo contrario”, apuntó en unas declaraciones que ratificaban la tranquilidad de los mercados.
La calma relativa de los inversores internacionales, que llevaban meses de contacto directo con el equipo económico de López Obrador, contrasta con la tensión entre el empresariado mexicano y el entonces candidato. Hace menos de un año, el presidente de BBVA —cuya filial Bancomer es, por mucho, la mayor entidad financiera de México—, Francisco González, advirtió sin citar explícitamente al líder de Morena de la "vuelta atrás" que supondría la elección de un presidente que tenga una "visión más del pasado, populista". El hombre más rico del país, Carlos Slim, también chocó con el entonces candidato a cuenta del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Pero el tiempo pasa rápido y ayer el jefe de la patronal, Juan Pablo Castañón, ya pasaba hoja y tendía la mano al nuevo jefe de Estado y de Gobierno.
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